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Del dolor al tener sexo al sangrado: los riesgos de tener el frenillo del pene demasiado corto

Hay muchos tipos de pene en el ancho mundo. De acuerdo, no es como el catálogo de Zara, pero admitamos que la variedad de particularidades anatómicas es tan vasta como los pequeños problemas que pueden darse cuando forma y tamaño se configuran de una determinada manera.

Para la mayoría de personas con uno, nada tendría por qué estar ‘fuera de sitio’. Funcionamiento correcto. Subir, bajar, entrar, salir, excitarse con las lubricidades de la imaginación y hasta vivir una gloriosa erección de buena mañana (¿sabes por qué todos los hombres las tienen?). 

Cuando la forma y el tamaño son estándar, y sobre todo, cuando el pene funciona bien, no hay por qué alarmarse. Pero ¿qué pasa con los penes con frenillo corto? ¿Cuáles son los riesgos que podrían tener?

Los problemas del capuchón

No es difícil localizar dónde está el frenillo de cualquier miembro masculino también llamado ‘frenillo peneano’, un nombre que, francamente, da fatiga recorrer con la lengua y la pronunciación. Ahí está, tan visible y familiar. Es esta ‘tela’ o trozo de piel muy corto que une el prepucio con el glande. Cuando el pene está en estado de reposo o flacidez, el frenillo nos ayuda a retirar el prepucio y devolverlo a su posición normal, la clásica forma enrollada en torno al tronco del pene. No es, claro, la única función de este pequeño recubrimiento frágil que une la parte con el todo.

El frenillo también tiene una función erótica importante, puesto que es muy sensible. Si se estimula y sabemos cómo sacarle partido y mimarlo, puede llevar a mejorar nuestras relaciones sexuales. Algunos especialistas cuentan que este uso controlado del placer en la zona puede llegar a ayudar al llamado ‘reflejo eyaculatorio’, es decir, que con mimo y buena mano podríamos eyacular sin necesidad de llegar a la penetración.

Los problemas de los frenillos cortos

El problema viene con el tamaño, que en algunos hombres tiende a ser corto y provocar ciertos problemas a la hora de mantener relaciones. “Cuando el pene sufre una erección, el prepucio se retrae descubriendo el glande y a la vez, el frenillo que actúa como un ancla del prepucio se estira. Si este tejido es muy corto, queda muy tirante y a veces, dificulta la retracción de la piel que cubre el glande”, explica el urólogo François Peinado para el portal Cuídate para ilustrar los síntomas, y cómo podemos reconocer cuándo sufrimos de frenillo corto, a saber: si cuesta mucho retirarlo y hacerlo nos provoca dolor, esa será una de las señales. 

Un frenillo con movimiento limitado suele ser la patología secundaria derivada de tenerlo muy corto. Estas limitaciones influyen en el placer que sentimos a la hora de mantener relaciones sexuales. De hecho, pueden llegar a ser muy molestas o a provocar erecciones dolorosas. Tampoco esa es la única “letra pequeña” de esta configuración anatómica particular del pene. Al estar en tensión, tirante, tiene mucha más facilidad para desgarrarse o producir sangrado, si no tenemos cuidado y la relación sexual toma caminos inesperados. Peor sería si te fracturaras el pene, y créenos cuando te decimos que no es tan difícil como parece (ya nos lo agradecerás después).

En todo caso, estas erecciones dolorosas o estos desgarros no son una emergencia médica en muchos casos, y con un tratamiento adecuado y asistencia urológica pueden ser tratados sin mayores problemas. Conviene aclarar que un frenillo corto no es exactamente lo mismo que la fimosis, y deberá ser un urólogo en consulta quien determine cuál es nuestro caso y cómo se puede tratar, bien sea utilizando cremas con corticosteroides o mediante diversos ejercicios que, gradualmente, consigan estirarlo. En determinados casos, la mejor solución será la cirugía, tanto la reparación (fenuloplastia) como la retirada (frenectomía) o incluso la circuncisión.