No es extraño desayunar con la noticia de una nueva cancelación en el mundo de reguetón. Eso mismo le ha pasado a un tema de J Balvin. Tras semanas de protestas virales en redes sociales, Youtube anunció la retirada de ‘Perra’.
Acompañaba a este aldabonazo de clausura las disculpas públicas del cantante a las mujeres y a la comunidad negra por las sensibilidades que su tema hubiera podido herir. El reguetonero trataba así de tranquilizar de calmar las aguas y aplacar la ira de un clamor popular que le recriminaba el contenido misógino y machista de su tema, a saber: distintos planos del cantante en los que paseaba atadas con correa a dos mujeres negras maquilladas como dos perrogatos o alguna criatura de fisionomía similar (orejitas de cachorro y morro pintado).
La canción se sumaba así a una larga lista de temas retirados de plataformas, censurados y borrados de la circulación, por motivos lógicos para unos e indefendibles para otrxs, que se reafirman en la libertad de los artistas para publicar lo que deseen sin coartadas o prevenciones ideológicas.
A este tema del Conejo Malo le acompañan dos polémicas muy sonadas en redes. Por un lado, la acusación de plagio que le persigue desde que lo publicó; por otro, la retirada de la canción de Spotify en 2020. A la pregunta de un usuario en Twitter, que pedía explicaciones, los responsables de la plataforma respondieron que no siempre podían tener todo el contenido disponible y se lavaron las manos. Según ellos, era estrictamente un asunto de licencias y derechos. En opinión de los seguidorxs del wrestler, cantante y showman, censura de manual, por el contenido polémico de la letra: “Vino ready ya, puesta pa' una cepillá', me chupa la lollipop, solita se arrodilla, hey”.
Otro de sus temas ‘Estamos Clear’, fue prohibido en República Dominicana por las autoridades por su “prolongado y repetitivo uso del lenguaje vulgar con descripciones perversas dañinas para jóvenes y adolescentes”, según explicó en un comunicado la Comisión de Espectáculos Públicos de República Dominicana; una tarjeta roja con retirada incluida de la canción de todas las radios y televisiones que no evitó una suerte de efecto Streissand: el tema se volvió viral en pocos días.
Faltan los dedos de una mano para contar las autoridades políticas (o los faros morales de Twitter) que le han recomendado a Maluma lavarse la boca con jabón y dejar de enseñar en sus videoclips esas fantasías hipermasculinizadas, en las que el cantante siempre está rodeado de mujeres que le acarician como un gato (como es una fantasía suya y de nadie más, será seguramente un gato peligroso y empotrador). Contrasta todo esto con su nuevo papel como Chico Disney.
La cosa llegó a mayores cuando, a la publicación del tema, la plataforma Change.org respondió con un comunicado, acusándole de fomentar la violencia contra las mujeres. Fue prohibida en algunos medios, pero como se suele decir, poquito. El cantante siguió tocándola cuantas veces quiso, alegando que esta balada 'eroticofestiva' solo retrataba el sexo con consentimiento.
Esta oda al sexo con hombres de cierta edad a los que les gime la cadera y tienen problemas de próstata (de acuerdo, es una interpretación libre, pero podría ser) le valió a Becky G la censura de los jueces de Operación Triunfo en 2017.
El cónclave demandó cambios en la letra del tema para que se pudiera representar en directo, así que la canción pasó de decir “A mí me gustan más grandes, que no me quepa en la boca…” a descafeinarse por el camino con versos muchos más tolerables para los adultos y niños de todas las edades: "A mí me gustan más grandes, que con un beso en la boca me haga volar en el aire y que me vuelva loca".”
No gustan en República Dominicana las canciones con contenido subido de tono, explícito, procaz. Este fue otro de los temas calificado como “vulgar” por las autoridades de la isla y prohibido allá por donde intentó pisar. En palabras de los representantes políticos de la moral y las buenas costumbres, el tema contenía obscenidades varias, referencias al sexo inaceptables, incitación al suicidio y un uso de diversas sustancias poco recomendable para las almas de caramelo de los ciudadanos. Unos viven en el país de la piruleta, otros, como Myers, en el de los pantalones bajados que enseñan la colita, mamita, como diría algún verso suelto de alguna canción para olvidar.
En su momento, este tema de Osmani García enfureció al Ministro de Cultura cubano, Abel Prieto, que probablemente se golpeó varias veces con un cilicio antes de calificarla como “degenerada” y lograr que diversos medios de comunicación de la isla la retiraran de su parrilla.
La letra no deja mucho espacio para la imaginación, aunque según se mire. En un universo paralelo podría ser calificada de poesía lírica con forma de terceto: “Abre la bocuti y trágatelo tuti […] Póngase calentuqui mamuqui / Pa que me chupe el platanuqui / Que yo tengo más sabores / Que los mismo tuti fruty / De vainilla, de fresa”.