Aceptamos ‘cita horrible, me quiero morir’ como animal de compañía. En los asuntos del cuore todos adquirimos condición de mortal, hemos esquivado unas cuantas balas en la carrera depredadora del tonteo y, si la mala suerte acompaña, podemos tener una cita espantosa en la que nuestro acompañante se hurga los dientes con un palillo mientras asegura haber visto toda la filmografía de Tarkovski.
Hasta los famosos, con sus vidas lujosas suspendidas unos peldaños por encima de las nuestras, han tenido encuentros amorosos cercanos a la reanimación cardopulmonar. Sufren, sangran y se citan con gente que no le presentarían a sus padres ni aún cubriéndoles la cabeza con una bolsa del Hipercor.
Te hablamos de algunos de ellas.
En USA, el programa de Jimmy Kimmel suele darnos anécdotas muy jugosas y cómicas en la vida de las superestrellas. En lo que respecta al roce amoroso, Charlize Theron dio la campanada cuando contó cómo se citó con un hombre atractivo y encantador que parecía trigo limpio y prometía oropeles.
La velada, la cena, los postres, todo a pedir de boca, según contó la actriz. Cuando llegaron al coche y dio comienzo la calentura y el petting adolescente de rigor, este sujeto (quevedesco, por lo demás) empezó a pedirle que le rozara y le besara con la nariz.
"Os juro por mi vida que eso es lo que dijo. Jamás se me olvidara porque no he vuelto a conocer a otra persona que le guste que alguien se lo monte con su nariz". Instante mágico que nos imaginamos con un diálogo de este porte: ‘Rózame con tu napia, Charlize, hazme tuyo, husmea, husmea, guardo muchas sorpresas’. ‘Era joven’, podría decir la actriz. Ya, Charlize, pero hay que tener más olfato para no verte en otra de estas (risa enlatada).
Una de las quedadas a cuatro peor pensadas en la historia fue la que involucró a Selema Gómez y Taylor Swift con dos de los Jonas Brother durante un paseo por Central Park.
En esta especie de cita medieval, a la que solo le faltó una corte de enanos, saltimbanquis y consejeros, los hermanos Jonas siempre caminaron varios metros por delante de las chicas para que no los relacionaran con ellas (han sido siempre extremadamente celosos con su vida privada y todos los asuntos que involucran ligoteo).
No sabemos si Justin Bieber estaba intentando practicar el beso con sorbo de espaguetis de ‘La dama y el vagabundo’ con una de sus conquistas; lo que ha trascendido de la primera cita del cantante (él mismo lo contó) es que acabó volcándole a la chica el plato de pasta encima y la bañó en salsa boloñesa. Lo contó en la revista ‘Girls Life’. “Nunca volvió a salir conmigo". Vaya, Justin, no se podía saber.
La verdad es que sería maravilloso si Tinder incorporara un detector de gente gordofóbica o que practica body shaming con los demás, y estamos seguros de que a la actriz Emma Watson le hubiera gustado tener disponible esa opción y ahorrarse la tarde de turra que le tocó con un pretendiente atravesado por la histeria egomaníaca de Dorian Gray. “Me dijo que no podía ser amigo de gente gorda o de alguien poco atractivo. Rápidamente me di cuenta de que estaba loco”.
Está la gente sincera, supersincera, y luego están las citas con gente apenas evolucionada del mono que utilizan el sincericidio como medida de existencia. Que se lo digan, si no, a Billie Eillish. La cantante ha contado en alguna ocasión cómo fue una de las peores citas de su vida. Tenía 13 años y fue al cine con un chico, purgatorio que se saldó, según cuenta, con muchísimos silencios incómodos. Cuatro filas más atrás, el mayordomo de su pretendiente les vigilaba como un halcón.
Un rato más tarde, al terminar de besarla, el chico le dijo que no había sido para tanto y esperaba más. “Él era superrico y su mayordomo, literalmente su mayordomo, intervino para llevarlo a casa. Se fue y yo me quedé allí”, explicó Eilish en The Howard Stern Show.