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De niña super tímida a estrella millonaria e icono de las causas justas: así ha cambiado Zendaya

  • Con solo 15 años obligó a los productores de 'Superagente KC' a incluirla como productora del proyecto

  • Es tan celosa de su intimidad que los paparazzis y los salseros del cotilleo lo tienen muy difícil para escarbar en su vida privada

24 años tiene, y ya se ha convertido en una de las actrices más influyentes del planeta con sus papeles en producciones de Disney o cuentos de neón y adicciones mucho más adultos, como la serie ‘Euphoria’. Su nombre suena siempre junto al de otros influencers de su generación como Timothee Chalament y su rostro de poeta tuberculoso o Millie Bobby Brown.

Hablamos, claro, de Zendaya, esta diva prefabricada de Disney en papeles eternamente adolescentes que poco a poco ha sabido cómo escapar de las garras de la major estadounidense y reciclarse hasta ser lo que es ahora: una referencia en el mundo de la interpretación que aprovecha su buena prensa para lanzar luchar por las causas justas. Viene de papeles muy conocidos en ‘Spiderman: Homecoming’ y la píldora indie de Netflix, ‘Malcom & Marie’. Pronto llegará ‘Dune', la esperadísima adaptación del clásico de Frank Herbert que corre a cargo de Denis Villeneuve.

Una niña tímida

El enigma Zendaya empieza siempre por la familia, punto en el que la prensa ha tratado de escarbar desde su ascenso a las alfombras rojas y las pasarelas. Poco han conseguido. La actriz es muy conocida por guardar con celo hasta el más mínimo resquicio de su vida privada, un consejo de su madre desde que era muy pequeña y que termina de puntear esa estética tan escogida. Su elegancia natural le ha llevado a hacerse el People´s Choice Award a la figura con más estilo. “Mis iconos de belleza son las mujeres de mi vida. Mi madre nunca llevaba maquillaje. No creo que ella lo supiera pero, para mí, era muy empoderador que no le importara nada el maquillaje”.

Lo curioso es que Zendaya fue una niña cervalmente tímida, tal y como cuenta su madre en una entrevista a Vogue. Se sentaba junto a sus compañeros de guardería como una más, pero casi nunca hablaba, y esta mudez (que parecía congénita) la llevó a repetir un año de jardín de infancia.

No parece que estuviese destinada a la eterna timidez. En cuanto oyó hablar de Shakespeare y los ríos de sangre de Macbeth, ahí que se fue a investigar. Por entonces su madre trabajaba como gerente en el Teatro Shakespeare de Orinda, y debió de ser esa figura materna la que regó el corazón de la actriz con la semilla de las tablas y los telones. Fue su primera obra teatral. Era ya pura energía y talento en el baile y el canto, dos habilidades que más tarde le servirían para papeles ya dentro de la industria de la televisión. Mucha gente se acuerda de sus primeros pasos en las producciones de Disney, pero no tanta cita el que es el verdadero bautismo de la actriz, ‘Dancing With The Stars’, un concurso televisivo en el que quedó finalista con apenas 13 años.

La lotería de la fama ya estaba rota y tirada por el suelo, y a Zendaya no le hacía ninguna falta pelear por lo suyo. La televisión había irradiado en ella el verdadero cambio: fuera la mudez, ahora tocaba alzar la voz.

Lejos de las garras de Disney

Prueba de su resistencia es su negativa a desde muy joven a ser encasillada en papeles que la infantilicen. Con 15 años exigió entrar como productora en la serie que estaba protagonizando ‘Superagente KC’. Sabía cantar, sabía bailar y seguramente ya intuía que sus pies estaban chapados en oro y admirador_s.

Sería poco después cuando Disney la ficharía para ‘Shake it up’, una sitcom blandita como una camada de gatos sobre dos adolescentes enamoradas del baile (la otra era su amiga, Bella Thorne) que triunfó en la plataforma. Tantos zascas, gags y enredos se marcó Zendaya que en seis años había reunido suficiente dinero para completar su pedigrí de famosa con un gesto distintivo (mejor que quemar una montaña de billetes y envolverse en pieles de tigre): su primera mansión. De eterna adolescente le quedaba poco, porque habían comenzado sus felices veinte.

Lo cierto es que a partir de este punto comenzaron a llegar otros éxitos. En 2017 le da la réplica a Tom Holland en ‘Spiderman: Lejos de casa’. En 2019, después de algunos papeles menores en videoclips, revienta las audiencias junto a Hunter Schaffer en ‘Euphoria’, y gracias a su interpretación de Rue se convierte en la actriz más joven de la historia en ganar un premio Emmy.

Parejo a este ascenso debió de aparecer la piedra en el zapato de esta guerrera del cine y la televisión: la ansiedad, un trastorno que Zendaya sufre desde hace tiempo y del que ha hablado en numerosas ocasiones. Cuenta que empezó a sufrirla justo cuando iba a estrenarse la primera temporada de ‘Euphoria’

“Sé que después de acabar esta entrevista, voy a pasarme varias semanas dándole vueltas a todo lo que he dicho”, comentó en su día.

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