Natalia Lacunza fue uno de los grandes descubrimientos del público de OT2018. Con ella, según ha reconocido la propia cantante, los fans del formato no tuvieron término medio: o la amaban o la odiaban. En particular, por su supuesta relación con su compañera Alba Reche, ‘Albalia’. “Los fans que más nos quieren son mutuos, pero los que más nos odian también. Muchos fans de Alba me odian a mí y muchos de mis fans odian a Alba”, aseguraba en una entrevista con El Español. Lo que está claro es que la pamplonica, heredera de la estela que Amaia Romero había dejado en la edición anterior del concurso, no dejó indiferente a nadie.
A la tercera finalista de Operación Triunfo se le resisten muy pocas cosas: danza, interpretación, música… y tampoco la tinta. La artista prometió hacerse un tatuaje en la mano si entraba en Operación Triunfo, que ahora podemos ver en todos sus conciertos, pero lleva hasta dieciséis diseños. Una forma de expresión de su carácter fuerte y sensible, según explicó en el programa ‘Tintas’, de RTVE, en el que explicó el significado de todos ellos. “Tengo todos los estilos diferentes de tattos, excepto el realista”, reconocía.
En la misma entrevista, Natalia Lacunza reconoce que “nunca” se ha sentido “identificada con el rol femenino”. Más tarde, se dio cuenta de que también le gustaban las chicas y la ropa masculina”, lo que no siempre se entendió en su entorno. “Yo soy lo que soy y hago lo que hago. Si no te gusta, no mires”, sentenció. Durante mucho tiempo, la chica fue insultada en el colegio por jugar al futbol y vestir con prendas ‘de hombre’, por lo que terminó tatuándose en el antebrazo derecho una rosa atravesada por una espada, aunque la flor “siempre prevalece por encima”.
Sus tatuajes le ayudan a definir y expresar lo que es. Desde los de línea fina hasta los handpokes, un estilo que consiste en realizar el diseño a mano, sin máquinas. Aunque esta técnica es más lenta, también es menos agresiva para la piel, por lo que duele menos y cicatriza antes. Además, al hacerse a pulso, no habrá otro diseño igual en otro cuerpo. En el caso de Natalia Lacunza, el autor de varios de ellos es el director de videoclips Pablo Amores, pareja de la también concursante de OT María Villar, que se ha encargado de tatuar a varios de los compañeros de su novia a la salida de la Academia.
El primer tatuaje se lo hizo cuando tenía 18 años. Se trata de la palabra ‘Artemis’ en el pecho izquierdo; un diseño muy significativo, en homenaje a las cazadoras que se cortaban el pecho izquierdo cuando salían a buscar animales para poder colocarse el arco en ese lado. “Tenía mucha relación con la música y como icono feminista…”, explicó en la misma entrevista.
El tercer tatuaje lo tiene en la mano derecha y fue una apuesta con sus amigos. Ella aseguró que, si entraba en OT, se lo haría; aunque finalmente se lo hizo antes porque “se moría de ganas”. Natalia Lacunza sabía que iba a entrar desde el principio de los castings: un presentimiento que terminó materializándose. Al mismo tiempo se hizo un cuarto tattoo: un ojo acompañado de la frase ‘look again’.
Estos diseños llegaron en un momento complicado: acababa de dejar la universidad y empezó a trabajar para estudiar interpretación en OT. Después llegaron los castings, la Academia y las giras. El resto es historia, aunque sus tatuajes no han dejado de crecer. Tiene una ‘X’ compartida con su grupo de amigas, una golondrina en honor a su padre, la palabra ‘Corashe’ (como la canción de Nathy Peluso) o un teléfono color lila con la pantalla abierta, donde puede leerse la palabra ‘AMOR’.
Un diablo en el brazo derecho (que iba a ser un angelito, aunque su tatuador le propuso añadirle cuernos y cola después), una nube llorando corazones en pico, que es la portada de su ‘EP2’ y que le hizo un amigo en un viaje a Londres, justo después de la vorágine de OT… todos esos diseños le recuerdan de dónde viene y en qué dirección quiere caminar.