Se acerca septiembre, el que quizás sea tu primer año estudiando fuera de casa. Ya sea porque la universidad está lejos de donde vives, porque vas a estudiar fuera o porque estás a punto de irte de Erasmus, tienes que buscar dónde vivir. Y aquí hay dos opciones entre las que elegir: vivir en un piso de alquiler o en una residencia. Y ninguna es como en Friends. Así que, ¿cuál encaja mejor contigo? En Yasss tratamos de ayudarte a tomar esta decisión.
Suelen ser más caros porque, básicamente, son como hoteles para estudiantes. Allí, dormirás en una habitación (que puede ser compartida o individual), puedes comer allí, lavar tu ropa… a veces, estos centros tienen lavandería donde puedes, por un precio, dejar la ropa sucia y recogerla limpia y planchada.
Las residencias son una buena opción, sobre todo, para el primer año, porque conoces a gente nueva que, como tú, llega a estudiar sin conocer nada de la ciudad. Además, suele haber actividades organizadas, por lo que te quitas de preocupaciones: siempre estarás rodeado de gente. Muchos estudiantes prueban esta opción cuando llega a un sitio nuevo y después se mudan a un piso de estudiantes, más barato.
Lo bueno de estos centros residenciales (de los que solo en España hay casi 1.000) es que los gastos son más estables, a no ser que contrates servicios opcionales. Es el caso de Silvia (23 años), que llegó desde Ciudad Real hasta Madrid para estudiar marketing y pasó su primer año en una residencia de estudiantes: “Fue una muy buena decisión, porque conocí a los que luego fueron mis amigos los siguientes años. Yo tenía mi habitación cuando quería estar sola, pero el resto del tiempo siempre estaba rodeada de gente”, explica. “Así, mi transición de casa de mis padres a vivir sola fue mucho más fácil”.
Un piso compartido necesita (y esto es importante) que seas una persona organizada, o te hará organizado a la fuerza. Primero, en cuanto a lo financiero, porque un piso de estudiantes no cuesta solamente el precio del alquiler: hay que sumarle la calefacción en invierno, la luz en los días con menos horas de sol o el agua, entre otras. Gastos que, por cierto, no dependen solo de ti. Las historias sobre compañeros de piso terribles dan para una trilogía. Si no has conocido ninguno, es probable que el compañero de piso horrible hayas sido tú.
"No es fácil compartir piso”, cuenta Luis (21 años), que lo aprendió “a la fuerza”. Se refiere a su primer año como estudiante de enfermería en Madrid, a donde llegó desde Toledo. En su piso, ochenta metros cuadrados en un cuarto sin ascensor al norte de la ciudad, convivían cuatro estudiantes. “Cada uno venía de una comunidad diferente y todos teníamos 18 años. Fue un desastre”, asegura. “La primera semana todo iba bien, pero para octubre nadie sacaba la basura ni limpiaba las zonas comunes. El piso olía mal, daba vergüenza traer a gente a casa”.
Luis y sus compañeros hicieron un cuadrante en el que se repartían las zonas comunes, que semanalmente tenía que limpiar una persona distinta. No funcionó: “Era humillante, mis compañeros no querían limpiar y me decían que parecía su madre. Realmente les daba igual la basura, pero es que a mí me generaba ansiedad comer en un espacio que olía fatal, sucio”, reconoce.
Al final, después de varios meses, otro de sus compañeros se sumó a sus quejas, y entre los dos convencieron al resto. “Compartir piso es un reto y no siempre sale mal”, añade entre risas. “El año siguiente cambié de compañeros y fue genial, como vivir en familia. Simplemente, hay gente con la que tienes más afinidad”. Además, aclara, el piso da mucha más independencia.
Simplificando: el piso es más barato y hay más oferta, la residencia es mucho más cómoda y no necesitas buscar compañeros. Sin embargo, es cierto que los precios del alquiler están subiendo en muchas ciudades (sobre todo en Madrid y Barcelona), y conviene que mires un poco antes de irte: hay sitios en los que empieza a ser insostenible irse a vivir.
Un piso te hace más responsable: además de limpiar, tienes que cocinar y planificar las comidas a diario. Además, un piso te permite pensar en la ubicación: es importante hacer balance entre transporte y distancia a tu centro de estudios. Quizás lo que inviertas en vivir cerca de tu universidad, te lo ahorres en transporte.