La vida en solitario y la dieta equilibrada tienden a llevarse regular, sobre todo al principio. Es difícil cocinar para uno sin derrochar; los paquetes de arroz siempre son enormes, la leche es de al menos un litro y no se venden huevos por unidades. Los supermercados no contemplan la convivencia en solitario y las personas que viven así se ven en la obligación, cada lunes, de planificar el menú de la semana para no tirar comida.
Si reivindicar la vida para uno se te hace cuesta arriba a la hora de la comida, en Yasss te traemos algunos consejos que pueden ayudarte a levantar el ánimo y calmar el estómago.
Preparar un primer y un segundo plato para uno es alcanzar el nivel pro de convivencia en solitario. Si no tienes a familiares o amigos en casa a los que quieras sorprender, pasa de tirabuzones y opta por un plato único completo. ¿Por qué? Porque se prepara más rápido, porque puedes preparar una comida muy saciante y porque, a no ser que te vengas arriba comprando solomillos, cigalas y trufas blancas, es más económico.
Date tiempo para pensar qué vas a comer, ir a la compra y preparar la comida para la semana. Eso incluye buscar ofertas en los supermercados más cercanos a tu casa; saber qué productos son más baratos esos días te ayudará a planificar mejor tu menú. Busca entre los catálogos online y pasea por las tiendas locales de tu zona, para ver el producto con tus propios ojos.
Evita ir a comprar antes de comer: con hambre, solo conseguirás llenar el carrito con cosas innecesarias. A la hora de cocinar, ponte música y tómatelo con calma. Prepara varios platos y, si ves que la caducidad está cerca, congélalos después de prepararlos. De hecho, por norma general, cocina siempre de más y envasa las raciones individualmente.
Arroz, caldos, sofritos… todo vale. Apunta la fecha de preparación sobre el paquete y, de vez en cuando, echa un vistazo al congelador para ir sacando cosas. Cuida de tus congelados para que ellos cuiden de ti ese día que vuelvas a casa después de un turno largo y muerta de hambre.
Qué complicado es huir de las bolsas de patatas y las cervezas entre horas; a veces, la única opción para no tirar de ellas todo el día es no comprarlas. Si no quieres ir tan lejos, pero prefieres picar algo más sano cuando te entra el gusanillo, quizás te convenga tener más a mano productos sanos que te aseguren picoteos consistentes. Fruta y verdura fresca, pan y cereales integrales, hummus… cualquier cosa que te ayude a decir ‘no’ a la bolsa de galletas que se esconde sobre el microondas.
El supermercado puede ser tu peor enemigo y tu mejor aliado. Allí encontrarás algunos packs individuales y muchos productos pensados para familias de ocho, que en tu casa caducarían antes de que quisieras terminarlos. Juega con los primeros y busca tiendas a granel y otros puestos locales que te permitan hacer tu compra en cantidades pequeñas: fruterías, lecherías, panaderías de tu zona… sus productos, de temporada o recién hechos, suelen estar más buenos.
Compra solo lo que te vayas a comer (que no te impulse el entusiasmo) y no dejes para el día siguiente nada que puedas hacer en el momento, especialmente si no te gusta cocinar. Si acabas de hacer la compra y vuelves a casa con los ingredientes para hacer croquetas, pero de camino te encuentras a unos amigos en una terraza y acabas picoteando algo con ellos, casi seguro que la bechamel no se hará esa noche ni la siguiente. Cuando vuelvas a casa, prepárala: tu yo del futuro te lo agradecerá.
Cuando vives solo, lo mejor es tener cerca tanto a tus amigos como a tus enemigos, especialmente cuando la fecha de caducidad de tus productos está a punto de vencer. Sé el perfecto anfitrión y organiza una cena para quien quieras: quedarás estupendamente y no tendrás que tirar comida.