"Creo que tengo cara de borde": alternativas para expresar las emociones cuando la mascarilla tapa la boca
“Creo que con la mascarilla tengo cara de borde, y me da rabia porque yo estoy convencida de que estoy sonriendo pero no se nota”
Incluso cuando estamos en el más absoluto silencio, nuestra cara y nuestro cuerpo son capaces de reflejar mucha información
Desde el jueves 21 de mayo, el uso de mascarillas es obligatorio en todo el territorio español, una medida necesaria y útil siempre y cuando se utilicen de manera correcta. Además de la incomodidad que pueden provocar si se colocan mal o no estamos acostumbrados, hay algo que preocupa a muchos: la posibilidad de perder expresividad emocional al llevar mascarilla.
Si te lo estabas preguntando, sí, nuestra expresión facial se ve notablemente reducida con el uso de la mascarilla. Al fin y al cabo, la parte inferior del rostro es fundamental a la hora de comunicar nuestras emociones y detectar las de los demás. Por suerte, hay formas alternativas de demostrar los demás que estamos contentos, tristes o enfadados.
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La importancia de la sonrisa social
En la comunicación interpersonal son tan importantes las expresiones sinceras como las fingidas, y no es cuestión de ser hipócritas, sino socialmente apropiados. No siempre estamos contentos, pero en ocasiones tenemos que fingir un poco de felicidad cuando nos encontramos a nuestro jefe, al insoportable hijo de nuestro vecino, o a nuestro ex.
En estas interacciones generamos lo que se conoce como “sonrisa de Duchenne” o, en términos más coloquiales, sonrisa social o falsa.
Para entender mejor la sonrisa de Duchenne, párate un minuto y recuerda un momento verdaderamente feliz de tu vida. Cuando aprobaste aquel examen de matemáticas tan complicado, tu primer beso, las croquetas de tu abuela… ¡Lo que sea!
¿Ya está? Seguramente se te haya escapado una sonrisa sincera, y los músculos implicados son tanto el músculo cigomático de la boca (es decir, las comisuras de los labios hacia arriba), como el musculo orbicular de los ojos (es decir, los ojos un poco entrecerrados). Sin embargo, cuando simulamos una sonrisa social o de Duchenne por cortesía, sólo somos capaces de activar el músculo cigomático de la boca.
¿Qué tiene esto que ver con el uso de las mascarillas? Pues que nos tapan la boca, que es la principal responsable de la sonrisa social o de Duchenne. Por lo tanto, solo se notará que sonreímos o que estamos felices cuando se trate de una emoción sincera.
Nos vemos más sonrientes de lo que somos
Martina, de 23 años, está preocupada porque ya son varias las personas que le han dicho que con la mascarilla tiene cara de pocos amigos. “Creo que con la mascarilla tengo cara de borde, y me da rabia porque yo estoy convencida de que estoy sonriendo”, confiesa.
Lo que le sucede a Martina es muy común. A menudo pensamos que estamos sonriendo, pero al observarnos en el espejo o en una fotografía, la realidad es bien distinta y tenemos una cara seria.
La explicación es que para muchas personas sonreír es un acto consciente, que requiere esfuerzo mental, concretamente de la región insular de la corteza prefrontal. Esta pequeña área de nuestro cerebro es la responsable de nuestra expresión emocional y si se lesiona se puede producir lo que se conoce como «paresia facial volitiva», un trastorno neurológico en el que la persona puede expresar emociones sinceras, pero no fingidas.
“Estoy intentando ser más expresiva con esto de la cuarentena, y a lo mejor me sirve para el futuro”, relata Martina. “Para una partida de póker está bien tener cara de circunstancias, pero en el día a día quiero que se note si estoy emocionada, hecha polvo o con un cabreo de narices”.
Formas alternativas de expresar nuestras emociones
Teniendo en cuenta las limitaciones de la mascarilla, tanto higiénica como reutilizable en nuestra expresión emocional, tenemos que utilizar mejor otras herramientas para dar a conocer nuestras emociones al mundo. Por suerte, hay muchas alternativas y a más práctica, mayor dominio y expresividad:
- La comunicación lingüística.
La comunicación verbal es nada mas y nada menos que el contenido del discurso. Es decir, lo que decimos cuando hablamos.
Parece una nimiedad, pero es importante tener un discurso complejo y rico para mejorar la comunicatividad, así que si eres de los que siempre responde con monosílabos, ¡mejora tu prosa! Enrédate en los detalles, comparte tus emociones respecto a lo que estás contando, y evita resumir en exceso.
- La comunicación vocal o extralingüística.
La comunicación extralingüística abarca no lo que decimos, sino cómo lo decimos. Es decir, la entonación, ritmo, velocidad, prosodia… No es lo mismo contar una historia con el mismo tono de voz monótono, que variar añadiéndole cierta intriga y emoción.
Mejorar este aspecto de la comunicación te hará mucho más expresivo, y sin duda mejorará tus interacciones sociales.
- La comunicación no verbal.
Por último, pero no menos importante, entra en juego la comunicación no verbal.
Debemos tener en cuenta que la comunicación lingüística y extralingüística sólo tienen cabida cuando estamos hablando, pero, ¿qué pasa cuando estamos callados? ¿A caso no expresamos emociones? ¡Todo lo contrario! Incluso cuando estamos en el más absoluto silencio, nuestra cara y nuestro cuerpo son capaces de reflejar mucha información.
La comunicación no verbal abarca nuestra expresividad facial, los gestos que hacemos con las manos, la inclinación de nuestro cuerpo, si nos movemos mucho o poco mientras estamos con alguien… Es decir, todos aquellos detalles que no tienen nada que ver con el lenguaje hablado.
Dentro de este apartado se ubica la sonrisa de Duchenne o social de la que hablábamos antes, y es que no tiene porque ser tan “falsa” en todos los casos. ¿Cómo hacerla más sincera y expresiva? Tan sencillo como entrenar el músculo orbicular de los ojos.
Ponte delante de un espejo y sonríe arqueando la comisura de los labios pero, sobre todo, arrugando ligeramente los ojos. Si entrenas habitualmente, te saldrá solo, y con mascarilla o sin ella serás el más expresivo de tu grupo de amigos.