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No hablar con nadie en el baño y otras reglas no escritas para hacer caca fuera de casa

  • 'Cómo hacer caca en el trabajo' es una obra que trata de regular las visitas al baño de la oficina

  • "No mires a los ojos ni peguntes nada dentro de los baños de una oficina", piden

De todas las texturas, formas y colores, la caca ha sido objeto de literatura desde hace siglos. Quevedo le dedicó uno de sus poemas al pedo, que es “como un alma en pena/ que a veces sopla, que a veces truena”. Mucho tiempo después, el vanguardista escritor mexicano Salvador Novo llegó a asegurar que la poesía se originaba en el culo: “La primera creación humana es la mierda: ahí va el niño después de cagar diciendo ‘mira, mira mamá’. Tiene algo monstruoso: eres tú y no eres tú, viene de ti, pero hay una extrañeza, lo reconoces como una otredad”.

También en las empresas se ha hecho mucha literatura con la caca: toda buena oficina tiene una leyenda negra, escatológica y un poquito desagradable sobre aquella vez que alguien atrancó el baño y dejó un reguero de flotadores por todo el suelo. En uno de los sitios en los que yo trabajé, llegué a escuchar la historia de una declaración de amor vía puerta del váter, escrita en cursiva y con excrementos. Quién diría que no a una cosa así.

En realidad, esta anécdota terrible (y de dudosa veracidad) da pie a una de las grandes preguntas del pringado y encorbatado contemporáneo: qué hacer cuando te llega el apretón y estás fuera de casa. En el mundo empresarial, donde todo está marcado por normativas y códigos, ¿qué protocolo hay que seguir para hacer caca?

Para responder, recurrimos al libro ‘Cómo hacer caca en el trabajo: el arte de ir al baño en la oficina’, de Mats y Enzo (ediciones Martínez Roca), en el que los autores tratan de dar las claves “para no poner en peligro tu carrera” si tienes que hacer caca en el baño de la oficina. “Porque, efectivamente, los problemas pueden ser múltiples y peligrosísimos: la cisterna no funciona, el papel se ha acabado, haces mucho ruido o, ¡cáspita!, tu jefe está justo en el retrete de al lado haciendo lo mismo que tú…” (aquí tengo que rechazar a los autores: cagar juntos une más que el matrimonio). En fin, que si alguna vez te has encontrado en la situación o, incluso, si estás ahora mismo sentado en la taza del váter leyendo esto, este tema te interesa: cómo ir al baño en el trabajo sin liarla. Apunta.

¿Cuánto te pagan por cagar?

A lo largo de nuestras vidas, se estima que pasamos una media de 92 días en el váter. Esa cuenta incluye también los ratitos que pasan trabajando, que son muchísimos más. Vamos, que lo más probable es que necesites ir al baño en algún momento de tu vida laboral. Más aún: tu salario no va a variar por más tiempo que pases en el baño, así que, si nos ceñimos a la teoría empresarial, tu jefe te está pagando por cagar. De hecho, hay calculadoras que te dicen cuánto pierde la empresa mientras tú estás en el baño: googlea Paid to Poo y recréate viendo el precio de tu pis.

En cualquier caso, lo que más preocupa a la gente cuando va al baño no es el coste de su chorro, sino ser discreto. Aprendemos que, en lo que se refiere al aparato digestivo, solo se comparte la manera en que el alimento entra en nuestro cuerpo, pero no cómo sale. Está tan mal considerado que casi hay que esconderse para hacer caca, como si diese lo mismo defecar en medio de la calle que en un cubículo cerrado, donde nadie puede verte. En fin, que eso Mats y Enzo lo saben, y por eso escribieron en su libro las “seis reglas de oro” para ir al baño en la oficina, normativas “que nunca han sido escritas ni explicitadas formalmente”, pero que “no hay que infringir jamás, sea cual sea la situación”. Son las siguientes:

Regla 1: No mirar nunca a los ojos a otra persona que se encuentre en los aseos.

Regla 2: No entablar conversación nunca con otra persona que se encuentre en los aseos.

Regla 3: Mantener siempre la máxima distancia entre usted y las otras personas presentes en los aseos.

Regla 4: No dejar traslucir nunca lo que se siente interiormente.

Regla 5: Permanecer siempre impasible, pase lo que pase en los servicios.

Regla 6: No excusarse nunca para evitar que se dirija la atención a un acontecimiento.

Según explican, esas reglas son suficientes para no entrar en conflicto cuando haya que usar el baño de la oficina. Aunque si te preocupan los sonidos, olores y presencias hasta el punto de no poder hacer nada si hay alguien alrededor, lo único que puedes hacer es anticiparte. Lleva clínex y ambientador de casa, busca un baño en otra planta y no dejes el váter hecho un cristo cuando termines, por lo que pueda pasar.