En estas circunstancias, todos somos un poco hipocondriacos. Con una pandemia alrededor, basta que escuchemos una tos al otro lado de la pared para pedir a gritos el confinamiento de todos nuestros vecinos en su habitación. Es normal: estamos perdiendo familiares y amigos a diario, mientras vemos subir las cifras de afectados por coronavirus en todo el mundo. Tenemos miedo, y el miedo afecta a la salud mental. Especialmente a aquellas personas con tendencias hipocondríacas.
La hipocondría es un trastorno mental que, se estima, afecta al 10% de la población, aunque algunos estudios afirman que abarca al 20%. Se caracteriza por el miedo o la preocupación de padecer una enfermedad grave, a partir de un análisis obsesivo de los síntomas y las funciones fisiológicas. Ese miedo puede transformarse en la seguridad de padecer un cuadro médico grave, lo que puede provocar graves interferencias vitales, lastrando el funcionamiento de la persona en áreas de su vida personal, social o laboral.
Dada la situación actual, la hipocondría es un trastorno con potencial para agravarse. En Yasss te ayudamos a identificarla, para que puedas reaccionar cuanto antes.
Hemos pasado del estado de bienestar al de alarma y con él a la vigilancia, al control y la restricción de derechos. Es normal que, ante esta situación, tengamos los nervios a flor de piel, y aunque desde las instituciones recuerden la importancia de mantener la calma, no es una tarea fácil. En ese sentido, es fundamental que confiemos en las medidas de prevención, y que trabajemos todo lo posible nuestros niveles de pánico, desesperación o ansiedad. Si la situación nos desborda, tendremos que acudir a un especialista. Estos días, cientos de psicólogos se ponen a disposición de la población de manera gratuita, para que podamos, en la medida de lo posible, regular nuestras emociones.
Para las personas hipocondríacas, todas estas sensaciones se multiplican por cien. Se sentirán amenazados por gérmenes invisibles y omnipresentes: están en las toallas, en los resquicios de las ventanas, en las respiraciones de todos los que están alrededor. La persona hipocondriaca buscará los síntomas y los sentirá, para después frustrarse por no ser tratado. Sin embargo, hoy por hoy, esto podría definir a muchas personas confinadas, así que, ¿dónde está el límite entre la inquietud y el trastorno?
Según explicaba el psicólogo del Hospital Clínic de Barcelona, Rafael Penadés, a Nius, los principales rasgos de la hipocondría son “el miedo o la convicción de padecer una enfermedad grave”, debido a una interpretación personal ante uno o dos síntomas que no son peligrosos y que no dejan de preocupar al paciente, “por muchas pruebas o consultas que le hagan”. Como explica el Doctor, las personas con trastornos de ansiedad son particularmente propensas a desarrollar hipocondría en estas circunstancias.
Los hogares con varios miembros hipocondriacos (este trastorno suele afectar a entornos familiares) son focos muy vulnerables a la ansiedad estos días. Es complicado gestionar un trastorno cuya máxima se basa en pedir ayuda a los médicos y evitar el autochequeo, cuando las limitaciones provocadas por el estado de alarma, los telediarios y los motores de búsqueda online nos piden a gritos que nos autodiagnostiquemos todas las mañanas.
El tratamiento psicológico para una persona con hipocondría es cognitivo-conductual, y en él enseñan al paciente a reconocer ese miedo y rebajarlo hasta que pase, dotándole de unas estrategias que permiten sobrellevar el trastorno sin necesidad de acudir a un médico. En esta tesitura, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, si creemos que podemos estar sufriendo un trastorno hipocondriaco, debemos ponernos en manos de profesionales. No hablamos necesariamente de llevar a cabo una terapia completa, pero sí de hacer uso del tratamiento que muchos psicólogos ponen a nuestra disposición para sobrevivir a esta situación tan complicada.
A las personas con hipocondría, el Dr Penadés les recomienda evitar los medios de comunicación estos días, ya que muchas de las noticias “son alarmantes e inquietantes”: “Es recomendable que se informen a través de los medios oficiales del departamento de Sanidad o la OMS y que usen las redes sociales sólo para comunicarse con los suyos, pero no para leer o difundir informaciones falsas”. El psicólogo también recomienda centrarse en los datos más esperanzadores, como el número de personas recuperadas a nivel mundial. “Esa información les tranquilizaría mucho”, asegura.