Si hay algo que se haya puesto de moda en 2021 –aparte de alquilar una furgoneta camperizada para hacer una ruta por el norte– son los derivados del cannabis. En cremas para la cara, en champús, en pastas de dientes… Cada vez es más frecuente entrar en una droguería y encontrarse diversos productos que contengan la palabra ‘hemp’ con un dibujo de una hoja de marihuana en su etiqueta.
A los productos cosméticos se suma la revolución del aceite de CBD o cannabidiol, un producto supuestamente milagroso que, según los distribuidores, es ansiolítico, analgésico, antiinflamatorio, antioxidante y neuroprotector. Vamos, que sólo le falta pagarte la hipoteca de un ático en el centro de Madrid.
Como sucede en la mayoría de los casos, una buena campaña de marketing puede convertir algo normal y corriente en un producto multiusos, y si le sumamos el papel de las redes sociales tenemos el caldo de cultivo para que surja una nueva moda. Pero, ¿qué narices es el aceite de CBD y por qué todos hablan de él?
El cannabis sativa es una variedad de plantas cuyo nombre proviene de una de las sustancias que contienen: los cannabinoides. Hay más de 70 tipos de cannabinoides y no todos tienen efectos psicotrópicos, por eso no todas las variedades de cannabis se pueden convertir en una droga.
El THC o tetrahidrocannabinol, una sustancia presente en las semillas, tallos y flor del cannabis, pero en distinta proporción. Si tiene menos de 0,3% de THC (o de 0,2% en España, que es el límite de la legalidad), la planta se puede utilizar con otros fines: alimentarios, textiles, cosméticos, etc. Esto es lo que sucede con el cáñamo, que es el ingrediente de moda en muchas cremas.
El THC, como intuirás, es el responsable del potencial psicoactivo del cannabis. En palabras coloquiales, es el que provoca un ‘colocón’ caracterizado por sedación, hambre, sed y alteraciones en la percepción del propio cuerpo, el entorno y el paso del tiempo, y tras un consumo prolongado síntomas amotivacionales, dificultad para conciliar el sueño, ansiedad, ataques de pánico, falta de concentración y de atención, y posibles trastornos psicóticos.
Depende de la persona. Hay quienes consumen marihuana durante meses y no experimentan apenas síntomas desagradables, y quienes tras consumir durante un par de semanas necesitan una hospitalización y tratamiento psicológico y psiquiátrico.
Depende también de la persona. Para algunos los problemas de concentración y de ansiedad pueden durar décadas, y en ocasiones los síntomas psicóticos detonados por el consumo de THC se vuelven crónicos.
El CBD o cannabidiol es una sustancia cannabinoide muy abundante en la planta del cannabis, concretamente la segunda por detrás del THC. Y se diferencia de éste en que no tiene efectos psicoactivos. Es decir, no da ‘colocón’.
Al no contener THC, el CBD o cannabidiol es completamente legal pero con ciertos matices. En España, por ejemplo, sólo se puede comercializar para uso tópico. Es decir, para un uso externo y no para ingerirlo. Por eso lo puedes ver en cremas, en champús, en geles de baño y en aceites de masajes o aromaterapia.
Actualmente se está estudiando el potencial curativo del CBD frente a enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer, la esclerosis múltiple o la esquizofrenia. Sin embargo, solo se ha demostrado su eficacia en casos de epilepsia asociados a los síndromes de Lennox-Gastaut y de Dravet. Concretamente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha aprobado un fármaco en formato de aceite ingerido formado a partir de CBD llamado Epiodex.
En España se ha popularizado por su acción ansiolítica, un beneficio que todavía no se ha demostrado. Esto ha provocado que muchos consumidores de marihuana con THC y síntomas de ansiedad por la adicción hayan encontrado en el CBD una alternativa. La gran pregunta es, ¿no merece más la pena recurrir a terapia psicológica con base científica o a tratamientos psiquiátricos en casos graves en vez de a una sustancia cuya evidencia todavía está en pañales?
Aquí entran en juego los matices. En primer lugar y como acabamos de ver, hay muchas puertas abiertas, pero a día de hoy sólo se ha demostrado su utilidad en algunos tipos de epilepsia. ¿Son prometedores el resto de estudios? Sí, pero todavía queda mucho trabajo por hacer.
Por otro lado, los estudios de eficacia dejan claro que el aceite de CBD sólo tiene efectos cuando es ingerido (y únicamente para determinadas patologías). En España sólo se puede comercializar CBD para uso tópico. ¿Te va aliviar la ansiedad un masaje con un aceite de CBD o un par de gotas en las muñecas como si fuese un perfume? Puede ser, pero será por efecto placebo.
Y si rizamos el rizo, según el informe de aceites de CBD del Observatorio Español de Cannabis Medicinal, el 66% de los aceites no contienen la cantidad de CBD que figura en la etiqueta, mostrando unos niveles inferiores a lo indicado.
Todas las empresas que comercializan aceites con CBD para uso tópico están vendiéndolo como el milagro del siglo, y muchos influencers se han unido a esta campaña de marketing, sin embargo, no se habla de los riesgos.
El aceite de CBD ingerido o fumado puede provocar somnolencia, sedación, irritabilidad, agitación, diarrea, malestar gastrointestinal, disminución del apetito, toxicidad reproductiva masculina, lesiones hepáticas y alteración del funcionamiento de otros medicamentos.
En cambio, el aceite de CBD de uso tópico no tiene ningún efecto secundario, como mucho una alergia si tienes la piel sensible, pero tampoco tiene ningún efecto terapéutico.