Llegas a casa de fiesta (perdón, del paseo de las ocho), bebes un vasito de agua, acabas con los restos de pizza de la cena, te lavas los dientes (por favor) y coges la cama como si fuese a desaparecer si no la agarras muy fuerte. Y duermes como un angelito, como si no hubieses roto un plato en tu vida: da gusto verte. Pero ¿y si te dijeran que como mejor se duerme no es en un colchón, si no sobre el suelo?
Quizás alguna vez te hayas quedado sopa en el suelo de casa de un amigo y ahora estés leyendo esto con un puntito de escepticismo, recordando las contracturas a la mañana siguiente. Y tienes razón, porque nosotras hablamos de dormir sobre el suelo ‘con matices’. Más bien, de dormir sobre un tatami o futón, una tradición milenaria japonesa que promete muchos beneficios. Te lo contamos en Yasss.
Hemos importado mil tradiciones de culturas asiáticas, y en cuanto a decoración somos los reyes de la apropiación, así que, ¿por qué no probar estos futones? Son una alternativa a los grandes colchones en espacios más reducidos, y están pensados para proporcionar mayor calma y tranquilidad, facilitando el descanso. Pero, además, sobre ellos puedes practicar yoga, gimnasia o meditación: son espacios pensados, en definitiva, para conectar con nuestro cuerpo y descansar.
¿Cómo logran ese efecto? Pues con materiales naturales y colores neutros, así como un diseño muy sencillo. Además, según la medicina tradicional, estos espacios calman el espíritu y sus materiales favorecen el sueño. Originalmente, estos tatamis, que suelen contar con un somier de madera, solo se encontraban en casas de clases altas, pero hoy por hoy no es difícil encontrar en muchas casas japonesas una sala pavimentada con tatamis, en la que reciben a los invitados. Son una parte de su identidad nacional y de su patrimonio cultural.
Los colchones que se colocan sobre el tatami se llaman futones, y en el país asiático suelen tener unos 5 centímetros de altura. Están diseñados para que puedan plegarse y guardarse durante el día, y así la habitación pueda tener otro uso. Por la noche, basta con colocar el futón sobre el tatami, y a dormir: de esta forma, el pequeño colchón estará ventilado, aislado de la humedad y de las temperaturas extremas. Si alguna vez has dormido al raso, sabrás de lo que hablamos.
Lo cierto es que en Occidente solemos dedicar, si contamos con el espacio, con una sala solo para dormir, en la que colocamos somieres altos, colchones y algún que otro cabecero que abulta más de la cuenta. Pero lo cierto es que no siempre tenemos metros para todo ese despliegue, y ahí es donde entran los futones.
Las versiones que se han hecho en Europa son mucho más altas (superan los 10 centímetros), e intercalan capas de látex natural, en lugar del algodón original, para conseguir una base más blanda. No notarás una diferencia muy grande de tu cama a este tipo de base, que se adapta mucho mejor a los espacios pequeños, siendo bastante más fácil mover uno de estos que una cama de 90 cm. Además, su estética minimalista da sensación de amplitud, lo que no viene mal si nuestra habitación no es muy grande.
¿Y qué sacamos nosotros de esto, además de ganar espacio? Sobre todo, mayor relajación, ya que dormir sobre una superficie plana propicia el descanso y evita tensiones y contracturas, mientras ayuda a alinear las caderas, evitando dolores articulares y problemas de columna. Los especialistas también aseguran que ayuda a combatir la lumbalgia, ya que duermes con la espalda mucho más estirada. Este es uno de los grandes problemas de muchos colchones, de hecho: si tienen muchas ondulaciones pueden atacar a nuestra alineación corporal. Con el tatami, conseguiremos una postura mucho más natural que podremos mantener a lo largo del día.
También ahorramos dinero: los colchones son carísimos, y aunque es cierto que hay futones de precios muy distintos, la mayoría son mucho más asequibles que todo el despliegue de una cama. Y no te preocupes por su duración, porque los materiales con los que están hechos los tatamis son naturales y resistentes: lo tendrás mucho tiempo.