Decir ‘te quiero’ por primera vez siempre nos pone un poco taquicárdicos. Hay algo de esperanzador en esas dos palabras, en las que se condensan tantas horas de ensimismamiento y vueltas en la cama, pero también una pizca de pánico, de miedo al rechazo. Salga bien o salga mal, volveremos a esa escena muchas veces: por eso cada palabra, gesto o pestañeo de la otra persona significa un mundo para nosotros.
Hay muchos primeros ‘te quiero’ y para cada uno se imaginan decenas de escenarios diferentes, aunque en ninguno se nos ocurrió proyectar una cuarentena de por medio. El aislamiento ha separado todo: familias, amigos, parejas… y aunque estemos confinados, el mundo no para. Las cosas siguen su curso, y eso incluye las relaciones. Puede ser que ese sea tu caso: que poco a poco, sientas que quieres a otra persona y necesites compartirlo, pero que estés esperando a que termine la cuarentena para darle a ese momento el peso que consideras que merece.
Pero, ¿acaso hay un momento perfecto para decir te quiero?
No existe una fórmula matemática que te indique cuándo es el mejor momento para decir te quiero. Los psicólogos explican que es normal que, en cuanto nos planteamos decírselo a la otra persona, calibremos todos los momentos compartidos. Anécdotas, vivencias, situaciones en común… según cuentan, no solo es habitual, sino recomendable, hacer balance de todas ellas y plantearnos si la declaración surge como resultado de todas ellas o si, por el contrario, están directamente relacionadas con la emoción del principio de la relación.
Porque, de acuerdo con varios estudios (¡y a la experiencia!), la embriaguez que traen todas las relaciones al principio puede hacernos tomar decisiones impulsivas y poco recomendables. El amor tiene un efecto parecido al de algunos analgésicos y, cuando se acaba, puede derivar en problemas serios. Algunas investigaciones equiparan el final del amor, y los trastornos que acarrea, con el mono de una persona drogodependiente que deja de consumir: material de trabajo para los poetas, en cualquier caso.
Los primeros meses de relación están condicionados por ese grifo de dopamina, pero, después, la relación comienza a asentarse. Los primeros meses, explican los especialistas, son más recomendables los “me gustas mucho” o “estoy muy bien contigo”: dos alusiones sentimentales que, independientemente de la química y la emoción, expresan tu realidad emocional.
Piensa, dale un par de vueltas al asunto de la dopamina y las emociones, a vuestras experiencias en común. No hay prisa por hacer nada. Plantéate qué esperas conseguir con tu declaración: ¿Quieres decirlo porque lo sientes, o necesitas que la otra persona te mande un ‘te quiero’ de vuelta? El segundo caso puede estar producido por la inseguridad, y no conseguir una respuesta a la altura de tus proyecciones puede hacerte muy infeliz.
Es muy importante que el ‘te quiero’ sea fruto de tu propio estado de ánimo y necesidad, y que no supedites tu felicidad a una respuesta, porque quizás tu pareja no esté en el mismo estadio de la relación que tú (independientemente de que estéis bien juntos y os sintáis enamorados), o que tenga problemas para abrirse a otras personas y necesite otros estímulos o experiencias antes de decir nada. Decir ‘te quiero’ debe ser una decisión altruista, y no puedes pedir proporcionalidad.
Si sientes que debes decírselo a la otra persona y puedes asumir que quizás ella no te responda de vuelta, es el momento. No te preocupes por las palabras o el contexto en que se da: si crees que preparar un discurso te ayudará a expresarte mejor, adelante, pero si consideras que debes colarlo al final de la conversación, tampoco pasa nada. Además, el hecho de hacerlo por videollamada, sin nadie alrededor en un bar a las tres de la mañana, puede hacer de ese momento algo mucho más íntimo.
En definitiva, si puedes evitarlo, bordea los rituales y sé tan natural como puedas. Pase lo que pase, siempre podrás contar aquella vez que te declaraste por videollamada, estando en cuarentena por una pandemia, y eso no te lo quita nadie.