Digamos la verdad, y reconozcámoslo ¿a quien no le gusta cotillear un poco o mucho?
El cotilleo ¿es una tendencia cultural o natural? ¿Es una acción propia sólo de mujeres o también les gusta cotillear a los hombres? Aunque muchos se empeñen en afirmar lo contrario, nuestro interés por la vida de los demás es algo natural y universal, es decir, que todos somos un poco cotillas por naturaleza.
Si somos sinceros, tenemos que reconocer que a todo el mundo nos puede la curiosidad, en mayor o menor medida nos gusta lo que se conoce como el cotilleo, y no importa si somos jóvenes o más mayores, si somos chicas o chicos, ni cualquier otra cuestión... ¡Nos encanta el cotilleo!
Parece que el hábito (bueno o malo) del cotilleo es un elemento que aumenta la cohesión grupal, es decir que hay estudios contrastados que explican el motivo por el que esta costumbre representa un ritual social útil para ser aceptado/a más fácilmente dentro de un grupo.
Por supuesto, siempre vamos a diferenciar muy bien entre marujeo y calumnia, parece algo obvio, pero a veces la delgada línea que los separa puede ser sutil: el marujeo es hablar de la vida de alguien, querer saber de su vida, dando nuestra opinión sobre ello y la calumnia ya son palabras mayores porque podemos estar mancillando el honor de la persona de la que estamos hablando.
De unos años a esta parte, con la aparición de las redes sociales hemos llevado a la máxima expresión el tema del cotilleo. Todos queremos saber no solo lo que hacen nuestros amigos, ahora tenemos acceso a saber qué hace casi toda la gente a través de sus redes sociales y esto, reconozcámoslo, nos encanta.
Las redes sociales son el portal y la ventana perfecta a la que asomarnos como si fuéramos viejas del visillo. Podemos saber qué comen nuestras celebrities favoritas, cómo tienen decorada su casa y hasta cómo son recién levantados de la cama. ¡Nos encanta verlo todo!
El cotilleo o marujeo es el deporte nacional, es la actividad favorita de muchas personas y consiste en hablar de rumores, generalmente no corroborados ni atestiguados, acerca de una tercera persona, que nunca está presente la conversación. Es decir, el cotilleo consiste en divulgar en muchos casos, hasta incluso inventar, información confidencial sobre alguien más; pero, ¿por qué nos gusta tanto hacerlo? ¿Por qué disfrutamos comentando la vida de los demás y emitiendo continuamente juicios sobre lo que hace o deja de hacer alguien?
Un chisme nunca es inocente; no hablamos ni cotilleamos de todo el mundo, solamente de personas a las que de un modo u otro, les damos alguna relevancia en nuestras vidas, por ejemplo, actores o actrices de cine y televisión, deportistas, músicos…Pero reconócelo: también nos gustan los marujeos sobre personas que conocemos en la vida real y con las que convivimos cotidianamente y a la que nos gusta juzgar todo lo que hacen para bien y en la mayoría de los casos, para mal. Puede ser porque sintamos resentimiento, rencor o envidia hacia ellas o porque nos resulten de algún modo antipáticas.
Estos cotilleos es verdad que pueden ser inofensivos, pero en muchos casos pueden llegar a arruinar vidas y hacer daño a las personas que los sufren. Es como una losa, un rumor negativo, incluso después de haber sido desmentido, tiene mucho más peso en la forma en que vemos y juzgamos a una persona que una verdad comprobada sobre su comportamiento. Un cotilleo infundado puede dañar una reputación para siempre; por eso es tan importante que, antes de repetirlo, difamar o contárselo a alguien más, debemos hacer un ejercicio de sinceridad para saber si de verdad estamos aportando algo al contarlo o si sólo estamos contribuyendo a la burla o lo que es peor, al bullying.
Los marujeos tienen éxito porque nos refuerzan un prejuicio sobre una persona o grupo de personas; rara vez disfrutamos de los cotilleos de alguien a quien queremos o nos cae bien, ya que con ellos empalizamos más. Por el contrario, cuando hablamos de alguien a quien no respetamos, ni siquiera nos permitimos sentirnos culpables al respecto. Los rumores nos ayudan a ver a los otros como personas ajenas con las que no es posible empatizar.
En este sentido, nos volvemos cómplices de algunas personas pero nos negamos la posibilidad de la empatía con otras y colocamos a unos en contra de otros. Lógicamente, hay personas que disfrutan más y que buscan cotillear todo lo que pueden y más, saber los detalles de las vidas de otras personas, mientras que hay gente que practica menos este deporte nacional, por decirlo de alguna manera. Y tú, ¿te consideras una persona cotilla?