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Sea mixta, seca, grasa o normal, hay que cuidar la piel: cremas hidratantes para rostros jóvenes

  • La edad de la piel no tiene nada que ver con la nuestra: depende de la genética, el estrés...

  • Dependiendo de nuestro tipo de piel, unos ingredientes funcionan mejor que otros

Está claro que una piel limpia es una piel más sana, pero no siempre sabemos cómo cuidarla. Cada piel tiene sus propias tendencias y problemas: hay a quien le salen más granos y quien tiene la piel tan seca que se le descama, hay quien tiene arrugas desde los 25 y quien, ya pasados los cuarenta, apenas tiene líneas de expresión, y quien pasa de las pecas a las rojeces en cuestión de días.

Además, el envejecimiento de la piel no tiene porqué acompañar a tus cumpleaños: depende de muchos factores, como la genética, el ritmo de vida que lleves y los cuidados que le des. De esos tres, solo podemos meter mano en el último, pero es ahí donde surgen las dudas: ¿Cómo debemos cuidar nuestra piel? ¿Cuánto tiempo vamos a invertir en hacerlo? Y, sobre todo, ¿cuánto nos va a costar hacerlo?

Como todo, la respuesta depende de aquello con lo que estemos trabajando. Cuanto más joven sea la piel, menos problemas tendremos y, por lo tanto, menos productos necesitaremos. Por eso, los especialistas y dermatólogos recomiendan empezar a hidratar y proteger la piel cuanto antes: dos veces al día, limpiar la cara y aplicar una crema o esencia que mejore la hidratación del rostro.

Después entramos en el bucle de marcas, productos y eslóganes que llenan las perfumerías y vacían nuestras cuentas corrientes. Pero, para evitar el estrés de las compras arriesgadas y las consultas al tuntún, en Yasss hemos echado mano de la cosmetología para saber los ingredientes que mejor funcionan en pieles jóvenes. Allá van.

Genética, pero solo un rato

Por norma general, la piel de una persona de 18 años necesitará menos cuidados que la de una de 60, pero, como ya hemos dicho, esto no es una norma escrita. La edad de tu piel depende de la genética, del ritmo de vida que lleves y de los cuidados que le des. Por ejemplo, una persona de 30 años que fume, que pase mucho tiempo al sol sin protegerse y que por trabajo tenga mucho estrés, probablemente tendrá una piel envejecida, pese a que su carné de identidad diga lo contrario.

Por otro lado, hay tantos tipos de piel como personas existen. Cada una tiene sus problemas y tendencias, aunque se agrupan entorno a cuatro grupos principales: pieles secas, pieles grasas, pieles normales y pieles mixtas. Las primeras se caracterizan porque no aportan suficiente sebo y, para solucionarlo, necesitan cremas hidratantes. Por el contrario, las pieles grasas producen demasiado sebo y necesitan texturas muy ligeras, que hidraten sin engrasar, que aporten agua. Por su parte, las pieles mixtas intercalan zonas grasas y secas, siendo lo más habitual tener una zona T (frente, nariz y barbilla) grasa y la zona U (pómulos, mandíbula y cuello) más seca, mientras que las pieles normales suelen tener un buen balance de hidratación de forma natural. Estas personas son tan envidiadas como poco comunes: es muy raro encontrar una piel así.

El resto de los mortales tenemos que encontrar formas de equilibrar nuestra piel con otros productos. Pero es que, además, podemos encontrarnos con problemas puntuales que afectan a nuestra piel, sea cual sea el tipo. A esto es a lo que se le llama la condición de la piel.

Condiciones de la piel

Las condiciones de la piel son todos aquellos problemas puntuales que nos afectan, independientemente de si tendemos a un rostro graso, seco o mixto. Los problemas más habituales, aseguran desde las tiendas de cosmética, son los granitos y los puntos negros, ya que (¡sorpresa!) no se van con la adolescencia. Para este tipo de piel, lo más recomendado son los productos con mucina de caracol, que ayudan a regenerar la piel y a eliminar las marcas de acné mientras hidratan. Además, tiene propiedades antibacterianas. También es recomendable el aceite de árbol de té, que es antiséptico y antifúngico y se puede aplicar directamente sobre la piel.

En general, a las pieles jóvenes les vienen bien los ingredientes antioxidantes, que previenen el envejecimiento por radicales libres. Cuando vayas a comprar cosméticos, busca etiquetas con vitamina C, té verde y frutos rojos. Si además tienes la piel sensible, lo mejor es la centella asiática, que calma y regenera.

En el caso de las pieles secas vienen bien las ceramidas, que ayudan a fortalecer la piel y a hidratar, el ácido hialurónico, que retiene el agua en la piel, y la manteca de karité, que aporta sebo. Cualquier cosa que tenga aceites, como el de oliva, viene bien para este tipo de pieles, aunque conviene evitar el de coco, que es oclusivo.

¿Y para pieles grasas y mixtas? Las primeras necesitan texturas muy ligeras: el árbol de té y la centella asiática son perfectos, porque ayudan a regular el exceso de sebo, como la niacinamida, también conocida como vitamina B3. Si seguimos esta rutina, el poro se verá más limpio y la piel más luminosa. Estos consejos también sirven para pieles mixtas, que pueden beneficiarse de todo lo anterior, aunque evitando las texturas muy densas. En su caso, lo mejor es tratar de paliar los problemas de su piel por zonas, atendiendo a las recomendaciones anteriores, e incorporar en sus rutinas productos con ácido hialurónico y aloe vera.