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Se acabó el procrastinar: hay trucos que ayudan a encontrar motivación para hacer lo que no te gusta

  • Procrastinar es, básicamente, dejar para mañana lo que puedes hacer hoy

  • ¿Cómo encontrar motivación para hacer eso que tienes que hacer y no te apetece nada?

A lo largo de nuestra vida nos vamos a topar sí o sí con situaciones que o bien no nos gustan, o bien no nos apetecen en ese preciso momento. Aunque estés estudiando la carrera de tus sueños, hay asignaturas que te van a dar pereza. En el trabajo sucederá lo mismo. También hay días malos en los que lo único que queremos es quedarnos en la cama durante horas. Por desgracia esto no es posible –y tampoco deseable para nuestra salud mental y física–. La gran pregunta es cómo encontrar motivación cuando lo único que quieres es pasar de todo.

Por qué a veces estamos menos motivados

La motivación no es algo estático y constante. Fluctúa dependiendo de la tarea que tenemos en frente, del momento del día, de nuestra forma de ser y de nuestro estado de ánimo.

Veamos detenidamente cómo influye cada uno de estos factores:

  • El tipo de tarea

Las tareas que son reforzadas externamente, por ejemplo, estudiar para que nuestros padres estén orgullosos, suelen motivarnos menos que aquellas tareas que son reforzantes por sí mismas o, en otras palabras, que realizamos porque de verdad nos gustan.

A veces es difícil ver el lado positivo de una tarea que a priori parece desagradable, como por ejemplo prepararnos para un examen de una asignatura que no nos gusta. En estos casos tenemos que ponernos creativos y analizar las ventajas a largo plazo de la actividad. Por ejemplo, aprender algo nuevo, tener una visión más completa de la materia, ser buenos profesionales en el futuro, etc.

  • El momento del día

Algunas personas rinden mejor a primera hora, otras son más productivas por la tarde y otras lo dan todo por la noche. La sociedad nos impulsa a ser criaturas diurnas, pero lo mejor es no forzarte y trabajar durante las horas del día en las que más inspirado te sientas.

Sin embargo, no siempre podemos adaptar nuestro horario porque depende de otras personas. Por mucho que lo intentes tus profesores no van a dar clase a las 8 de la tarde y tu jefe no va a cambiarte el turno de trabajo a las 12 de la noche. En estos casos lo mejor es adaptarse poco a poco para adquirir el hábito.

  • Nuestro estado de ánimo y físico

No podemos olvidar la gran influencia de nuestro estado anímico y físico. A veces nos sentimos tristes, agobiados, ansiosos, irritables o simplemente estamos cansados o enfermos.

A nadie le preocupa cogerse un día libre porque tiene un catarro, pero cuando el problema es psicológico parece que da más reparo. Nuestra salud mental es tan importante como la física, y si sientes que el mundo se te viene encima es imposible rendir al cien por cien. La solución no es quedarnos en la cama rumiando una y otra vez nuestros problemas, pero tampoco podemos pretender dar el máximo porque estas expectativas tan altas nos pasarán factura.

Adapta tu ritmo de trabajo y tómatelo con calma. Ponte pequeñas metas y al cumplirlas mejorará tu estado de ánimo, tu autoestima subirá como la espuma y tu motivación se verá beneficiada.

Cómo darlo todo cuando no apetece nada

Si te sientes desmotivado por alguno de los factores que acabamos de describir, tienes dos opciones: procrastinar o trabajar.

De vez en cuando es necesario relajarnos, descansar e incluso aburrirnos y no hacer nada, pero no podemos procrastinar constantemente porque suspenderíamos todas las asignaturas, dejaríamos de quedar con nuestros amigos y perderíamos el trabajo. A veces es necesario sobreponernos y darlo todo. La pregunta es cómo lograrlo.

  • Dedícale un ratito al comienzo del día. Reserva cada día una hora nada más llegar a casa para esa tarea. Piensa que al acabar podrás hacer lo que quieras y este pensamiento te motivará para terminar pronto y rendir adecuadamente.
  • Pon una fecha límite. Cuando la tarea que tenemos que realizar es a largo plazo, lo más habitual es que la pospongamos porque lo vemos como algo muy lejano. Divide la tarea en subtareas y pon una fecha límite cercana para cada una de ellas. La sensación de ‘tener que cumplir un plazo’ te hará esforzarte más.
  • Sé realista. A veces abarcamos mucho y apretamos poco, como bien dice el refrán. No puedes pasarte toda la mañana en clase y por la tarde estudiar una asignatura entera, por mucho que te esfuerces. Estos objetivos imposibles nos desmotivan, así que intenta ser más realista y hacer las cosas con tiempo para no agobiarte y decepcionarte.
  • Busca una tarea agradable que te motive. Combinar esa tarea desagradable con otra más entretenida puede ser un truco infalible. Por ejemplo, si te gusta dibujar y eres una persona creativa, cuando tengas que estudiar esa odiosa asignatura haz unos apuntes bonitos con ilustraciones, lettering y esquemas coloridos.
  • Si quieres procrastinar, no hagas nada (pero de verdad). El problema de la procrastinación es que dejamos de lado tareas importantes por otras más triviales pero apetecibles, como por ejemplo ver un video de YouTube, cotillear en Instagram, hablar por WhatsApp o leer un artículo en Yasss. Si te entran ganas de procrastinar, no hagas nada de nada. El aburrimiento es bastante desagradable, así que para evitarlo te entrarán ganas de hacer algo, aunque sea esa actividad desagradable que en un principio pospusiste.
  • No seas ambiguo y define tus tareas de forma operativa. A veces procrastinamos porque no tenemos muy claro lo que hay que hacer. Una forma de evitarlo es definiendo claramente la tarea y los pasos para conseguir realizarla con éxito.
  • No lo hagas perfecto, sólo hazlo. Si eres de los que piensan que o lo haces perfectamente o no lo haces, siento decirte que nunca lo vas a hacer. Da igual la tarea, siempre cometemos pequeños errores. Lo importante es aprender de ellos, rendir todo lo que podamos y mejorar un poquito cada día. Tus apuntes no serán como los de Pinterest, tus conocimientos del examen nunca serán una copia del libro y tu rendimiento en el trabajo jamás rozará la perfección. No eres un robot.

Independientemente de la estrategia que escojas, debes saber que lo más importante es adquirir el hábito. No puedes pasar de cero a cien en un día. Aprende poco a poco a ser más productivo y poco a poco los días malos se reducirán −aunque siempre habrá momentos de pereza, eso es inevitable−.