Todos echamos mucho de menos un ritual que corre el riesgo de desaparecer si pandemia no baja su incidencia: un estreno de cine que nos transporte a otro mundo, nuestra ración de palomitas para sumergir la mano haciendo el salto en trampolín y una buena compañía para comentar la trama a la salida.
Con la situación sanitaria en coma permanente, las salas de cine viven desde hace tiempo un jueves negro en sus cifras de recaudación, que han caído a los niveles de hace décadas. El sector de la exhibición está tan tocado que ya hay distintos países barajando usos alternativos para las salas que puedan parchear el roto en el balance de pérdidas y ganancias.
Una de las iniciativas más curiosas está poniendo la mira en el sector de los videjuegos y su target, todos esos jugadores deseosos de una experiencia audiovisual cooperativa que supere, con mucho, las limitaciones de su pc y su monitor de pocas pulgadas.
Es indudable que las salas de cine viven desde hace más de un año una tormenta perfecta. La pandemia ha llevado su ingresos hasta unos niveles irrisorios; una tesitura a la que hay que sumar la política de estrenos en streaming que majors como Netflix o Disney han decidido tomar y la postergación de los blockbuster del año, que habrían hecho repuntar los balances, a fechas más propicias.
El caso paradigmático es el de ‘Mulán’, que Disney decidió retirar de la programación en salas para estrenarla directamente en streaming a un precio prohibitivo (hubo muchos usuarios enfurecidos). Hasta que la situación no mejore, todos sus estrenos importantes lo harán en digital, para el salón de casa de sus suscriptores. Eventos cinematográficos como la nueva versión de ‘Dune’ se han retrasado hasta finales de 2021. Por su parte, Warner estrenará sus caballos de carreras para la taquilla (‘Matrix 4’, ‘Godzilla vs Kong’) en HBO Max. Solo habrá unas pocas salas de cine para dar la réplica física.
Se calcula que las pérdidas del sector de la exhibición cinematográfica en España en 2020 rondan el 76% de la recaudación, unos 456 millones de euros que han llevado a las salas a la peor encrucijada de todas: mantenerse vivas como puedan o dejarse morir, como todos esos negocios que han echado la persiana en el último año en el paisaje comercial devastado de las ciudades españolas.
Ha sido una de las mayores cadenas de cines de Corea del Sur, CSV, la que ha empezado a liderar el cambio en la propuesta de ocio de las salas de cine. El objetivo no es otro que recuperar una parte de los ingresos, masacrados por la pandemia, las restricciones de los países asiáticos y la caída en el número de espectadores, que no quieren arriesgarse a contagiarse en un espacio cerrado y sin buena ventilación.
Desde el pasado 8 de enero, esta empresa ha empezado a alquilar sus salas para un público mucho más reducido: vari_s jugador_s, hasta 4, que comparten gastos y quieran echarse unas partidas a sus videojuegos favoritos. Cuesta unos 75 euros, aproximadamente, y ha de reservarse con dos días de antelación. La diversión del gamer es la misma de siempre: reventarle el melón a tu mejor amig_ con tus artes de campero, pero en pantalla gigante, a una resolución de escándalo y con sonido envolvente.
La experiencia ha sido descrita por uno de los estudiantes coreanos que ha probado esta nueva forma de jugar en cooperativo como ‘increíble’. Dice que el sonido es tan vivo que llegas a gritar cuando un objeto sale volando en una explosión y pasa rozándote.
La idea está teniendo bastante éxito, porque mejora sustancialmente la competitividad de los implicados al darles herramientas que amplifiquen y mejoren su forma de jugar. Fortnite, Rainbow Six, Valorant, Flight Simulator en pantalla gigante a 4K con un sonido tan espectacular que podrías oír hasta la última pisada de hierba y deshacerte de esos auriculares reguleros que compraste para echar unas partidas con tus amigues en tus ratos libres.
¿Convertirán las exhibidoras españolas sus salas en reuniones gaming, o continuaremos con el río seco en sus ingresos?
Renovarse o morir. Deberán tomar decisiones cuanto antes.