Con la llegada oficial de la inteligencia artificial a nuestras vidas sucede lo mismo que con esas películas llenas de giros, tremendos giros, giros que no concebíamos posibles hasta que nos dan una bofetada con la mano abierta.
Los algoritmos generativos de imágenes, redes de deep learning y modelos de lenguaje capaces de imitar el comportamiento y lenguaje humanos están tocándolo todo con su dedo de silicio: procesos de trabajo que antes costaban horas y ahora se resuelven en segundos, compilaciones interminables de código, textos coherentes y hasta aplicaciones de citas en las que una inteligencia artificial dice por nosotros “¿en tu casa o en la mía?”.
Del uso y disfrute (esa ayuda que la IA puede proporcionarnos para fingir un encanto que no tenemos) hemos pasado al simulacro y al espejismo. Ya existe una app de citas que nos permite ligar con un algoritmo, incluso detectar sus red flags para no seguir tonteando. Su nombre: Blush.
Esta nueva app (en su traducción: “sonrojarse”) viene a poner una guinda inquietante en la tarta de las relaciones digitales. La empresa que la ha creado, Luka, define su criatura como un “simulador de citas” que ayuda a las personas a perfeccionar sus habilidades de interacción, relación e intimidad en un espacio “sin prejuicios”, suponemos que por esa costumbre tan nueva de querer tirarle la caña a un algoritmo. Unos visionarios, sin duda.
Traducido al cristiano, el argumento de venta del producto podría ser este: “Te proponemos que te enamores de un Bot y quieras hacer gatitos, y ya si eso, cuando toque o te apetezca, te planteas replicar este comportamiento con seres humanos”. Lástima que en Luka hayan sido mucho más cautos con su forma de anunciar las posibilidades y bondades de su IA propietaria.
En esencia, Blush opera como un spin off de Replika, una app de citas ‘real’ como Tinder en la que lxs usuarixs pueden hacer lo que todos los seres humanos que buscan conectar romántica o sexualmente: primero poner fotos con “su mejor versión” (escalando, acariciando un gatito o, si no hay ninguno a mano, la cabeza de un niño en un país en vías de desarrollo); después, crear una descripción interesante en la que omites la parte en la que eres un asesino en serie o un incel. Por último, esperar que otrxs piquen.
La nueva app para ligar quiere disfrazarse tanto de algo humano y real que ofrece bots a imagen y semejanza de la carne, el hueso y el cerebro: personajes o avatares con distintos rasgos de personalidad que se comportan como personas y, al igual que las citas digitales reales, ofrecen la posibilidad de tener citas privadas en salas. El historial de la conversación y lo que se ha dicho no queda registrado. Suponemos, para que nadie llore en la soledad y se pegue un atracón de helado de chocolate recordando cómo tuvo una conversación maravillosa con una mente de silicio.
Sus responsables aseguran que las experiencias que propone esta app solo quieren potenciar las relaciones sanas. “Hemos trabajado con terapeutas profesionales y expertos en relaciones para fomentar experiencias más saludables en persona. De manera similar a las aplicaciones de citas tradicionales, los usuarios pueden leer las biografías de los personajes creados por inteligencia artificial (IA) y decidir si chatear con ellos o no. La capacidad de hablar y aprender las personalidades de los diferentes personajes está destinada a ayudar a los internautas a practicar sus habilidades de comunicación y coqueteo".
Sin embargo, la letra pequeña desmiente en cierto modo lo dicho por sus creadores. "Tenga en cuenta que la IA puede decir cosas provocadoras, inapropiadas o falsas", reciben como advertencia quienes se registran en la aplicación (la mayoría, hombres).