A lo largo de la historia son varias las investigaciones que han analizado la relación entre los ciclos menstruales y los ciclos lunares. No son pocas las ocasiones en las que se ha establecido esta conexión, porque ambos duran aproximadamente 28 días. 

La luna es una presencia constante en nuestras vidas y no son pocas las personas que sienten una conexión especial con ella. Se piensa que, en las noches de luna llena, las embarazadas tienen más posibilidades de ponerse de parto y se suele considerar que influye en nuestras emociones, tal y como afirma el neurocientífico Mark Filippi.

El investigador norteamericano ha señalado que las fases de la luna afectan a la producción de neurotransmisores en el cerebro, lo que influiría en nuestras emociones. Esta no ha sido la única investigación en la que se ha estudiado la relación de la luna con determinados factores que afectan al organismo, de hecho su relación con los ciclos menstruales ha sido abordado en varias ocasiones. 

En los últimos años, los estudios que han relacionado ambos elementos han sido muchos y los resultados han sido muy variados. En los años 80 algunos estudios destacaron que muchas mujeres comenzaban sus periodos a la vez que comenzaba la luna nueva; también se destacó que ellas tenían mayor probabilidad de quedarse embarazadas. 

En estudios más recientes no se cierra la posibilidad a que en el pasado este vínculo sí que hubiera sido más fuerte, haciendo que entre el ciclo menstrual y el ciclo de la luna existiera cierta sincronía. El final de esta relación se podría achacar a la luz artificial y los estilos de vida modernos. 

Se cree que nuestros antepasados podrían haber tenido ciclos más regulares, con ovulaciones durante la luna llena y sangrados durante la luna nueva. En los tiempos modernos, donde nuestros hábitos han ido cambiando y nos hemos ido alejando de los ciclos naturales de luz, esto habría evolucionado.

No obstante, esta conclusión no ha sido avalada más adelante, lo cierto es que investigaciones posteriores han llegado a la conclusión de que esa sincronía entre ambos ciclos puede muy bien deberse a una cuestión de estadística, probabilidad y casualidad. En algún punto de su vida, es raro que el ciclo de las personas menstruantes no coincida con el de la luna. 

Igual que sucede con el ciclo menstrual, el ciclo de lunar también tiene cuatro fases que, como hemos visto anteriormente, pueden afectar a nuestras emociones. Según Filippi, la luna nueva aumenta los niveles de acetilcolina y las emociones son más intensas.

Cuando la luna está en cuarto creciente, se incrementan los niveles de serotonina, el cuerpo tiene mucha energía, lo que se asocia con la etapa folicular o preovulatoria. La luna llena influye en los niveles de dopamina, con síntomas muy similares a los de la etapa de ovulación. Durante el cuarto menguante, suben los niveles de noradrenalina, una etapa que se asocia con la fase lútea del ciclo menstrual. 

No hay estudios que confirmen la relación entre ambos ciclos, pero hay muchos factores que pueden alterar el ciclo menstrual, desde la alimentación a las situaciones de estrés o el estilo de vida, por lo que en caso de duda, lo mejor es consultar con un médico o especialista.