Para poder tener el permiso de conducir es necesario superar dos pruebas diferentes. La primera de ellas es teórica, un examen que hay que estudiar para superar; es la parte práctica donde la mayoría de las personas encuentran las mayores dificultades.
Aunque no tiene por qué resultar igual de complicado para todos, la parte teórica no deja de ser un examen, un test de los de toda la vida, a los que llevamos enfrentándonos desde que comenzamos a examinarnos en el colegio. Sin embargo, la parte práctica lleva una dificultad añadida, los nervios que se suelen pasar.
Es importante no precipitarse, al fin y al cabo cada persona tiene un ritmo diferente de aprendizaje, por lo que compararse con el resto no siempre es la mejor idea. No existe una fórmula maestra para aprobar a la primera, pero sí hay algunos consejos que pueden ayudar y algunos errores que conviene evitar para conseguirlo.
Mantener la calma es esencial, los nervios pueden jugarnos una mala pasada y en este caso mucho más, porque cualquier error puede ser clave para suspender. Hay que estar atento a muchas cosas, eso incluye desde las grandes señales a los pequeños detalles.
Para conseguir aprobar a la primera, es esencial que no te saltes ningún paso y eso incluye toda la preparación previa a la conducción. Regula los asientos, coloca los espejos, ponte el cinturón de seguridad, recuerda quitar el freno de mano…
Es importante hacer las cosas bien, pero no podemos olvidar que se trata de un examen, por lo que también es clave que el examinador vea que lo estás haciendo. Mira los retrovisores con frecuencia y asegúrate de que se nota que lo estás haciendo, si el examinador no ve cómo se cumplen las normas, no servirá de nada.
Marca los gestos, las miradas y las maniobras, pero también respeta las señales de tráfico cumpliendo lo que señalizan. No es igual un ‘Stop’ que un ‘ceda el paso’ y el examinador tiene que notar que sabes la diferencia. Ajústate a la velocidad marcada (no conviene ir más deprisa, pero tampoco demasiado despacio), respeta los semáforos y presta mucha atención ante las luces en ámbar.
Siempre que estemos al volante hay que estar atento de lo que sucede a nuestro alrededor, autobuses, ciclistas, peatones… durante el examen no es diferente y puede marcar una gran diferencia. Extrema la precaución, asegurándote de que respetas la preferencia de los peatones.
Hay algunas maniobras que suelen dar problemas, no es raro que durante el examen algunas personas fallen a la hora de circular en una rotonda, algo que se ha visto durante las clases prácticas y que en ocasiones conviene trabajar específicamente.
También hay que saber utilizar los carriles de aceleración y desaceleración, respetar la distancia de seguridad y conducir por el centro del carril, lo que mostrará al examinador mayor seguridad y control de la situación. Recuerda, antes de hacer una maniobra primero mira por los retrovisores, después señaliza y procede a realizarla.
Enfrentarse a un examen suele crear cierto miedo y tensión, pero no hay que dejar que se apodere de la situación, no temas al examinador y, si no has escuchado bien una petición, no dudes en pedir que la repita.