Terminaba ‘Hanna Montana’ y los seguidores de la estrella que la protagonizaba todavía no lo sabían, pero era el final de una era. Miley Cyrus se quitaba la peluca y se despedía por completo del que durante tantos años había sido su alter ego, comenzaba una nueva aventura para ella y lo hacía a golpe de escándalo.
Atrás quedaba la peluca rubia y el flequillo recto, Miley tenía mucho que demostrar y lo hacía siendo una joven morena que ‘no podía ser domesticada’, se despedía de su imagen infantil de chica Disney y lo hacía sin previo aviso, protagonizando conciertos en los que dejaba a la vista su nueva imagen, más salvaje y, que a la vista de todo lo que vendría después, tampoco era para echarse las manos a la cabeza.
Esto se ha ido repitiendo bastantes veces a lo largo de la carrera y la evolución de Cyrus. Salta el escándalo y todo el mundo... bueno, se escandaliza, para tiempo después darnos cuenta de que ella caminó para que otras pudieran correr. Miley se subió a una bola de demolición y parecía que el mundo se acababa.
Casi todos los discos de Miley se pueden asociar con un cambio en su imagen. Los primeros, esos en los que intentaba dejar atrás a Hanna Montana mientras continuaba con su carrera como actriz (y se enamoraba de Liam Hemsworth en el rodaje), todavía mostraba su melena morena, que pronto dejó atrás.
En un primer momento, era solo una niña y se notaba, también la moda era diferente y las primeras alfombras rojas de Miley fueron en esos años en los que lo máximo en moda era llevar pantalones de campana de tiro bajo con varias camisetas a cada cual más larga, rematadas con un cinturón. El cabello largo y rizado era su seña de identidad entonces, huyendo del rubio Montana.
Con el estreno de su película, ‘La última canción’, se puedo ver a una Miley más madura, más elegante y sofisticada, llegaban los vestidos largos para las ocasiones especiales, los cortes sirena y los recogidos. Cambiaba de look sobre el escenario, donde cada vez se veía menos a la chica de Nashville y Miley sacaba su lado más roquero, también en el vestuario.
Su evolución se puede seguir tanto en su ropa como en su pelo, cada vez más rubio, cada vez más corto, como su vestuario. Comenzaba su época más extrema con su actuación en los MTV Video Music Awards (2013), a partir de entonces los looks plastificados, ajustados y que dejaban poco a la imaginación comenzaron a dar paso a otros mucho más coloridos. Sonada fue la colaboración de la artista con la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada.
A la vez que crecía su pelo, Miley recuperaba parte de su esencia, concretamente su lado más country. Recuperaba el mullet y lo convertía en icónico y se reunía con Dolly Parton, su madrina musical, para algunas colaboraciones. Quedaba atrás la Miley más salvaje, pero también la romántica y etérea de ‘Malibu’. Poco a poco, a la vez que se despedía de su matrimonio, recuperaba las lentejuelas y el glamour.
Se declaraba ‘hija de su madre’ y no hay duda, porque el parecido físico entre ellas es asombroso. Ahora existe una nueva Miley, la que canta al empoderamiento femenino, la que no oculta su pasión por el drag, la que abraza su lado más salvaje, pero también hace yoga. La que en noviembre cumplió 30 años.