Apología del maltrato, violencia machista, falta de consentimiento, relaciones sexuales forzadas, vínculos tóxicos, deseo hacia las menores de edad, falta de perspectiva de género… cualquiera diría que esta es una radiografía del machismo en 2022 y no una mera constatación de ciertos tropos que se han repetido en la historia de la música con impunidad.
Canciones que hemos cantado en el coche con la familia o en las noches de fiesta donde perdíamos la conciencia. Temas míticos que hoy, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, no pasarían un test de feminismo y derechos humanos básicos. Del Aute que cantaba "Una de dos, o me llevo a esa mujer, o te la cambio por dos de veinte, si puede ser" al "Yo que puse toda mi ilusión en esta violación", de Un pingüino en mi ascensor.
Hay que estar muy ciegx para no ver que algo estructural andaba mal en la forma de componer y cantar de ciertas épocas. Hoy, casi con toda seguridad, estas canciones con letras machistas serían canceladas. En su momento fueron grandes hits. Aún hay quien las sigue cantando sin preocuparse de lo que dicen y cómo lo dicen.
La historia de la música está llena de señores adultos y supuestamente funcionales proclamando su amor y la turgencia de sus bajos a las menores de edad, en distintas apologías: que si la belleza de la juventud, que si la boca de fresa y los ojos grandotes que miran y admiran al macho, que si esa prima lejana (de edad más bien floreciente) a la que Elvis le cantaba en ‘Kissing Cousins’… Señor, suélteme el brazo.
“Es una chiquilla tan divina y colosal. / Tiene una mirada que nadie puede aguantar. / Si le doy mi mano, ella la acariciará / Si le doy un beso, ya sabré lo que es soñar / Quince (Quince) Años (Años) Tiene mi amor.”
Esta canción del Dúo dinámico es un buen ejemplo de cómo perdían el norte ciertos cantantes. Hoy sería justamente cancelada por las connotaciones delictivas de la letra, si la ficción no ejerciera de escudo protector (o excusa para cualquier bajo instinto machista). Era otra época, y el contexto histórico y social no penalizaba en absoluto este tipo de mensajes de fondo.
Tres dulces payasos cantándole a los niños españoles de los setenta para que aprendan de la vida. ¿Qué puede salir mal? Al parecer, todo.
Lunes antes de almorzar
Una niña fue a jugar
Pero no pudo jugar
Porque tenía que planchar
Así planchaba, así, así
Así planchaba, así, así
Así planchaba, así, así
Así planchaba que yo la vi
'Los días de la semana' es materia de cancelación en casi todas las frases que plantan ahí sus buenas creencias machistas: la mujer entendida como sirvienta y cuidadora desde la cuna, y de propina, el trabajo infantil. Otro emoji de bochorno es necesario.
El experimento es sencillo. Probemos a imaginar qué sucedería si este famoso tema de los Ronaldos se estrenara en las plataformas y canales de streaming actuales.
«Estás haciendo mal al dejarme pasar. Estás haciendo mal y no sé lo que va a pasar. Tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte. Hasta que digas sí. Hasta que digas sí. Hasta que digas sí, sí, sí. Hasta que digas sí».
Lo tiene todo. Falta de consentimiento, coacción, culpabilización de la víctima (“Estás haciendo mal al dejarme pasar”), maltrato físico y una violación para terminar de arreglar las cosas. Nunca estuvo en el lado correcto de la historia.
Mejor poner un emoji de bochorno y dejarle los análisis a quien crea en las sutilezas, la ambigüedad y la connotación, algo de lo que adolece, en parte, este tema coreado y repetido en todos los viajes familiares, cuando tu padre te aterroriza sintonizando Kiss FM.
"Soldadito marinero conociste a una sirena, de esas que dicen "Te quiero" si ven la cartera llena, escogiste a la más guapa y a la menos buena, sin saber cómo ha venido te ha cogido la tormenta. Él quería cruzar los mares y olvidar a su sirena, la verdad, no fue difícil cuando conoció a Mariela, que tenía los ojos verdes y un negocio entre las piernas, hay que ver que puntería, no te arrimas a una buena".
De nuevo, eran otros tiempos. Ah, no, que eran los 90 y la tercera ola del movimiento feminista.
“Quiero verla bailar entre los muertos, la cintura morena que me me volvió loco. Llevo un velo de sangre en la mirada y un deseo en el alma: que jamás la encuentre […]. Que no la encuentre jamás o sé que la mataré. Por favor, solo quiero matarla, a punta de navaja, besándola una vez más”.
Sabino Méndez, uno de los autores de la letra, ha explicado en varias entrevistas que este tema es una incursión en primera persona en la mente de un maltratador. La canción es lo bastante ambigua como para cargar encima una cierta incomodidad en los tiempos que corren. Ya en los ochenta, cuenta el autor, una facción del movimiento feminista la interpretó como una apología clara del maltrato.