La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. La clave es su fórmula, conocida como ‘fast fashion’, que produce en masa e induce al consumo acelerado de productos. ¿Quién no ha sentido un flechazo con esa prenda “que han agotado todas las influencers”, de hacerse con unos vaqueros el día que está más triste de la cuenta o de comprar una falda solo porque está rebajada? Hoy, compramos un 400% más de ropa que hace 20 años.
La cara B de esas compras es mucho más dramática. El sistema productivo imperante en este negocio es el responsable de al menos el 20% de la contaminación industrial del agua; además, en el planeta hay al menos 40 millones de obreros del textil, que no ganan más de tres dólares diarios y trabajan largas horas en condiciones inhumanas. Así lo denuncia el documental ‘The True Cost’, donde Andrew Morgan también destacan que el 85% de estas personas son mujeres, muchas de ellas menores de edad.
Contra todo ello vienen a luchar tendencias como el ‘slow fashion’, que invita a priorizar la calidad y el modelo productivo de las prendas antes que la cantidad. Reduciendo nuestro ritmo de compras y escogiendo mejor donde ponemos nuestro dinero, apuntan sus impulsoras, gana nuestro bolsillo y conciencia, pero también el medio ambiente. Poco a poco, ese mensaje va calando en el sector y en las casas de algunos consumidores. Si eres uno de ellos y quieres alcanzar la sostenibilidad en tu armario, sigue leyendo: en Yasss te damos las claves para convertirlo en un espacio eco-friendly.
De los 13 millones de toneladas de plástico que se arrojan anualmente a los mares, el 94% son microplásticos, explican desde la ONU. Muchas de estas microfibras, plásticos milimétricos que se desprenden de objetos más grandes y que causan un gran daño a la composición de las aguas y a la fauna que las habita, provienen de las coladas de las casas. Para evitar su impacto, lo más recomendable es:
La ropa vintage y de segunda mano puede ser original, exclusiva y de calidad: permite llevar prendas clásicas y bonitas, y no llegar a tu graduación con el mismo vestido que otras tres personas de tu curso. Pero, además, comprar en este tipo de tiendas tiene una menor huella medioambiental y nos aleja de las modas que acaparan los escaparates y no duran más de dos meses, animándonos a descubrir qué nos gusta realmente.
El atractivo de la ropa vintage se sostiene sobre dos pilares: por un lado, la sostenibilidad, y por otro, la exclusividad. “Creo que la gente se está poniendo las pilas y se está dando cuenta de lo que sufre el planeta por nuestra culpa”, explicaba Cristina Pato, de la marca vintage @desupadreydesumadre, en una entrevista con Yasss. Este tipo de prendas puede devolver la personalidad a nuestro armario y, de paso, convertirlo en un espacio más respetuoso para el medio ambiente.
Si hay prendas que ya no te pones, ¡dales una vuelta y conviértelas en algo que te guste! Con la cantidad de tutoriales que hay en Youtube, seguro que puedes acortar ese vestido de hace cinco años hasta encontrar un largo que llevarías hoy, o convertir esos pantalones en unos shorts para el verano. Y, si no te atreves o crees que no vas a ser capaz, siempre puedes donarlas.
Puedes llevar la ropa a una ONG que la puedan necesitar, o abrir un grupo de WhatsApp con gente que tenga más o menos tu talla y creas que puede estar interesada y enviar por ahí las fotos de las prendas en las que ya no tienes interés. Sea como sea, seguro que todos lo agradeceréis.
La moda ecológica es un valor al alza. Estas marcas, la mayoría pequeñitas y locales, evitan el efecto ‘uniforme’, y además producen sus prendas con materiales ecológicos y modelos productivos circulares, más respetuosos tanto con el medio ambiente como con sus vecinos.
Comprar prendas en estas tiendas puede ser un poco más caro que en grandes almacenes o tiendas de ‘fast fashion’, pero también suele resultar más económico en el medio y largo plazo. Estas marcas se comprometen a producir prendas de calidad y atemporales, para que no tengas que cambiarlas por otras nuevas cada temporada. Apostar por ellas es un buen punto de partida para un armario sostenible.