Cada vez más personas mueven sus dietas hacia el vegetarianismo o el veganismo: alrededor del 7,8% de la población española, según el informe ‘The Green Revolution’, de la consultora Lantern. Los motivos pueden ser muy distintos, pero una vez que se produce el cambio, los hábitos adquiridos dan un giro enorme. Además de la alimentación, hay muchas otras costumbres que pueden cambiar y volverse más responsables con el entorno, como la vestimenta, el transporte o la dieta de nuestras mascotas.
Los piensos veganos y vegetarianos son una realidad en las tiendas de mascotas. Cada vez hay más opciones, aunque el argumento que más se usa para posicionarse en contra de estas alternativas es la taxonomía de los propios animales. La fisiología y anatomía de los gatos está adaptada para ser exclusivamente cárnica; en el caso de los perros, están considerados omnívoros. Por ello, muchas personas entienden estos piensos como algo antinatural y poco saludable para las mascotas.
Sin embargo, varios estudios recientes desmontan esta teoría. Uno de ellos es el veterinario especialista en derecho y ética animal Andrew Kinght, miembro del Royal College of Veterinary Surgeons, quien asegura que la fisiología de los animales domésticos no es una justificación de la dieta que deben mantener.
Los hábitos de un animal domesticado pueden recordar a los que tienen sus parientes en la naturaleza, pero en ningún caso son iguales, explica el doctor Knight en una entrevista con El Salto. Afirmar que debemos suplir en casa esas necesidades naturales puede ser un tanto rebuscado, según explica el veterinario: “En la naturaleza los gatos pasan largos periodos de tiempo sin comer. Mientras que los que cuidamos se alimentan, a diario, de vaca, oveja, cerdo o pescado; animales que jamás podrían cazar y cuya carne, además, viene empaquetada. Asimismo, llevan vacunas, chips y reciben cuidados médicos. ¿Qué tiene todo ello de natural?”, apuntaba.
A priori, los animales necesitan de una serie de nutrientes para que su organismo y funciones trabajen correctamente. Por tanto, si creásemos a partir de ciertas materias primas no derivadas de otros animales una dieta que incluya todo lo necesario para su supervivencia, podríamos suprimir los productos cárnicos de las dietas de nuestras mascotas. Al menos, eso dice la teoría; en la práctica, los animales pueden no tolerar o digerir bien los productos que les damos, por cualquiera de sus características.
Por norma general, las mascotas necesitan un periodo de adaptación para transitar hacia una dieta completamente vegetariana o vegana. En el caso de los gatos, cuya taxonomía es la de un animal carnívoro, puede ser un proceso bastante lento, que requiere tiempo, paciencia y la supervisión de un veterinario.
Los pocos estudios que analizan los efectos de una dieta vegetariana en mascotas (sobre todo, perros) muestran datos positivos, siempre y cuando los animales estén supervisados por un veterinario. Por eso, cada vez son más los cuidadores que se lanzan a comprar piensos vegetales para sus mascotas, productos avalados por análisis y estudios que prometen resultados muy beneficiosos en los animales.
Sin embargo, estos piensos no son aptos para todos los bolsillos: los precios se disparan, en comparación con los de las alternativas tradicionales. Para quien pueda permitírselo, los especialistas recomiendan cuidado y mucho control, tanto sobre la dieta como sobre la mascota.