Se veía venir que este curso iba a ser radicalmente distinto a todos los demás. La pandemia del coronavirus ha obligado a hacer cambios y ha condicionado a sus alumnos y, tras observar todo lo que ya no es tal como lo conocíamos, se han levantado voces críticas, como la del filósofo Cristian Palazzi, para decir que la universidad no está haciendo todo lo que tiene en su mano para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Por un lado sí que está en la conciencia colectiva que no todos pueden compartir un mismo espacio y se ha habilitado en la mayor parte de estas instituciones una modalidad mixta entre lo presencial y lo telemático. Hasta ahí todo se entiende. El problema, tal vez está, en querer hacer lo mismo que se hacía antes sin ver que las cosas han cambiado. De eso, entre otras cosas, es de lo que se queja en el siguiente vídeo el filósofo y amante de la universidad, Cristian Palazzi, que no ha dudado en exponer cuáles son las principales debilidades que están acusando los centros tras la llegada del virus:
Para los más de un millón y medio de universitarios que estudian en España, según datos del Ministerio de universidades, no está siendo un curso nada fácil. El no poder socializar como siempre se ha hecho, pone más difíciles las relaciones entre los compañeros, y además, a esto hay que sumarle otras trabas para seguir con normalidad las clases como por ejemplo: caídas del campus online que es por donde siguen las asignaturas a los que no les toca ir al aula, caos en los horarios tal como algunos alumnos exponen y también el continuo bombardeo a power points para resumir el temario si se hace la clase desde casa.
Los estudiantes coinciden en que no se está haciendo todo lo posible para adaptarse a los cambios y se quejan de que ante las carencias, ellos han pagado con normalidad su matrícula: "La sensación es de ir tirando, que parezca que se hacen las cosas", responden en los hilos de protesta que canalizan algunos grupos como el de Resistencia UCM.
¿Cuál es centro del problema? Según se puede ver en el vídeo de Cristian Palazzi y en las opiniones de los alumnos, todo es consecuencia de una "falta de flexibilidad" que ya había antes de la pandemia y que ahora se ha acentuado generando algunas situaciones de desigualdad. Esto se ve en la forma de evaluar en la que unos centros quieren la presencialidad por encima de todo al presentar los exámenes online varios problemas con el tipo de preguntas y los tiempos. Algo que no se comparte, si implica riesgos.
Pese a que se desean más intentos por tratar de hacer más cercana la universidad, ahora que son obligatorias las distancias, sí que hay determinados cambios que se han convertido ya en algo rutinario para los alumnos de este año. Durante este curso se ve como normal que las clases tengan carteles fuera indicando el aforo y que dentro esté señalizado donde se pueden o no sentar y tratar de mantener esa posición para que sea más fácil monitorizar en un caso de contagio.
Otro ejemplo es lo que han hecho las universidades de Vigo, Sevilla y Alicante a la hora de implementar medidas como los códigos QR en su día a día. Miguel, estudiante de enfermería del último centro, se está adaptando al modelo semipresencial: "Se nos ha subdividido en tres grupos reducidos de unas 18 personas cada uno. Dos de estos grupos van de mañana y uno de tarde". Además, para garantizar la seguridad en el aula y controlar el aforo se han facilitado códigos QR". A través de ellos se tiene localizados a los estudiantes.
Las mascarillas para todo, el uso de geles hidroalcohólicos a cada paso o las pantallas que sirven para que los grupos seleccionados puedan seguir la clase sin acudir físicamente son las líneas generales. Algo que sienten "muy artificial" y que hace que echen de menos las clases de antes de la pandemia. Ese punto simbólico sobre lo que es en realidad la universidad y que ahora no está siendo es al que se refiere Cristian Palazzi y por el que hay que tratar de buscar más vías alternativas para que esta gran institución no pierda su esencia con el coronavirus.