Están los que estudian en una cueva de silencio y respiraciones sosegadas y esos otros que necesitan la compañía de una escala o un armónico. Una búsqueda veloz en Youtube arroja una media de 10000 resultados cuando se teclea ‘música para estudiar’, ‘música clásica para concentrarse’, ‘música para alcanzar el Nirvana y superar este jodido artículo de la ley de enjuiciamiento criminal y no ahorcarme con la cortina de la ducha’.
La pregunta es: ¿existe algún tipo de música que sea más recomendable para estudiar y concentrarse?
Existen ya diversos estudios que confirman la obviedad: sí, en muchísimos casos la música ayuda a memorizar mejor y a concentrarse mientras estamos hincando codos. La neurociencia ha confirmado lo que ya imaginábamos. Escuchar música desarrolla el cerebro al activar ciertas áreas, lo libera del ruido exterior, de la ansiedad y del estrés. Para estudiar, lo enfoca en un sonido constante y agradable, sobre todo si estás en una biblioteca y a tu lado hay un fulano sonándose los mocos y al otro alguien escribiendo una nota de amor: ‘Me enamoré de ti mientras escupía sobre el cálculo trigonométrico’. Así pues, es más que recomendable estudiar con música chill out o clásica, para empezar a entonarse. Igual descubres que una pieza de Mozart te abre la primera puerta para aprobar tus exámenes.
Si vas a estudiar con música por primera vez y estás eligiendo ya la playlist, vas a tener que cambiar la forma en que siempre lo has hecho. No vale todo. Se trata de acompañar lo que antes era silencio y penetrar en un estado mental sosegado. Por eso hay que elegir bien el espacio, el volumen con que la escuchas o incluso el medio. Hay quien prefiere los cascos, o los que requieren única y exclusivamente la presencia ambiental de las canciones; nada que entre directamente en el oído.
La música para estudiar debería ser un acompañamiento atiplado, muy suave, que rellene el fondo y las horas que vas a pasar delante de los libros. Ni más ni menos que esto: sabes que está ahí, que puedes enfocarte en ella durante un segundo, cuando quieres descansar y cerrar los ojos. No debes tenerla a un volumen tan exagerado que te impida atender al texto.
De igual modo, elegir bien la música de estudio sirve tanto para memorizar como para esas larguísimas horas que vas a pasar haciendo esquemas y resúmenes. En ambos casos, el género que elijas va a determinar el grado de concentración que alcances, y no todos son buenos.
Habrá quien disfrute memorizando un tratado histórico mientras una guitarra eléctrica entona una ópera rock, pero serán los menos. Hay, eso sí, un consenso sobre qué música te lo pondrá un poco más fácil para atender al temario de estudio sin perderte en los vaivenes de las notas. Lo que algunos llaman ‘música blanca’, esa envoltura de notas amigable, sin estridencias, sin hacerse notar, pero constante, para dejar que aumente tu concentración al mismo tiempo que te relaja.
Géneros como el heavy, el rock y el punk, la electrónica o la música más movida seguramente te estresen y te pidan ponerte a mover las caderas en un baile histérico. No acompañan, solo te perturban. Lo mismo con la radio: si nos fijamos en la voz de un locutor o de un anuncio de poco nos servirá haber memorizado cinco artículos de una ley complicada. Este acompañamiento nervioso interferirá en nuestro aprendizaje y nos desconcentrará.
Hay otros géneros muchísimo más dados a alcanzar la serenidad mental. Una búsqueda rápida en Spotify o Youtube te pondrá sobre la pista de los géneros musicales más adecuados para estudiar, y sobre todo, te proveerá de maná: todas esas playlist que algunos buenos samaritanos han compilado para estar labor dura de la memorización. Hay, de hecho, playlist enfocadas en activar las ondas gamma de nuestro cerebro, las binaurales. Busca y encontrarás. Sea verdad o no que funcionan, ya ves que hay gente a la que le ha comido la misma duda y se ha puesto manos a la obra para dejarte el camino allanado. Ahora solo te falta escoger qué pieza barroca o clásica te vendrá de maravilla para esas horas de estudio que te quedan por delante.
Del mismo modo que la gente que practica la meditación se ayuda con cierto tipo de música para vaciar la mente de pensamientos, tú también puedes construir la playlist siguiendo sus mismos pasos. Obviamente, enseguida darás con la que necesitas. Los sonidos de naturaleza, de mar, de montaña, a un volumen muy bajo, ayudan a ir ‘entrando’ poco a poco en la materia. La música barroca, por ejemplo, ayuda bastante a memorizar, y la clásica no se queda corta en la tarea de retener conceptos. Los violines, los temas instrumentales de guitarra, todos esos acompañamientos que arropan pero no molestan.