Aunque estemos viviendo una pandemia sin precedentes en nuestra corta memoria y en algún punto consigamos regresar a la normalidad, eso no va a librarte de los trabajos de tu vida diaria y una de tus responsabilidades principales: esquivar por un pelo la guillotina de los exámenes y sacar la mejor nota posible.
Muchas criaturas desesperadas se preguntan cómo pueden subir ese pequeño escalón entre una técnica de estudio con olor a podrido y la forma de empollar total y definitiva, esa que les convierta en máquinas engrasadas y concentradas para pasar el trance.
Para que no acabes diciendo la típica frase (“Entre cálculo trigonométrico y Covid, elijo Covid; te lo ruego, abrázame con tus fríos dedos”), hoy te hablaremos de una de las técnicas de estudio más eficientes que existen: el método Pomodoro. No, no es el arte de verter tomate sobre una pizza.
Esta técnica fue inventada los años 80 por Francesco Cirillo, con el temporizador de cocina con forma de tomate que, al parecer, le brindó la idea. Desde entonces ha ido perfeccionándose por generaciones de estudiantes que querían maximizar su eficiencia y sobrevivir a los exámenes.
Es importante que tengas claro para qué se utiliza. Esencialmente, no es una técnica que solo se use para estudiar. En realidad, es un método para mejorar la productividad con la que nos enfrentamos a cualquier tarea, y todo basado en el sentido común.
Se sabe que el cerebro humano asimila mejor la información y trabaja de forma más eficiente en bloques de trabajo cortos, fracciones, píldoras que nos mantengan concentrados antes de un receso (el premio, el descanso neuronal). Seguramente te haya pasado esto: has planificado una larga tarde de estudio de varias horas y has dividido los tiempos de concentración en franjas dilatadas de dos, tres y hasta cuatro horas.
Es posible que a algunas personas les funcione trabajar como cobayas atareadas, eso de no levantar la vista del tocho de teoría durante estos periodos interminables. Habrá muchas otras que, conforme hagan esquemas, resúmenes y traten de fijar la información, vayan desangrando poco a poco su capacidad de concentración. La técnica Pomodoro se inventó precisamente para cortar de raíz el problema.
Las tareas más adecuadas para que el método Pomodoro funcione son las mecánicas. Por ejemplo, subrayar la teoría, tomar apuntes, resolver ejercicios y hacer resúmenes. Todo lo que implique un acto más o menos repetitivo.