Trabajar es adaptarse, adquirir nuevos conocimientos cada día, sortear problemas y afilar destrezas. La formación continua es una pieza clave para escalar laboralmente durante toda nuestra vida activa en la jungla del empleo.
El caso es que, a veces, la formación universitaria clásica y la educación reglada no son herramientas suficientes. El mercado de trabajo hace la guerra contra nosotros. Nos exige estar al día. Generalmente, ahí es donde uno colinda con la administración. Para bien o para mal, en ciertos trabajos o procesos selectivos oficiales nos pedirán acreditar que podemos realizarlos mediante algún tipo de certificado. Esta ‘titulitis’, aunque suene a broma, puede abrirte algunas puertas.
Una forma realmente interesante de obtener una ventaja estratégica son los certificados de profesionalidad que ofrece el SEPE, ese ‘papel oficial’ con el que muchos trabajadores pueden demostrar lo bien que saben hacer su trabajo.
Te contamos qué son y cómo puedes obtenerlos.
Una acreditación, como la que obtenemos para cualquier otro asunto en la vida, desde un título de inglés homologado por una institución oficial a la validación del título académico de la universidad.
Estas ‘acreditaciones’ son una herramienta con la que cualquier trabajador puede dar fe de su nivel profesional de forma oficial. Están recogidos en el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales: 26 ramas, con tres tipos de certificados distintos, de inferior capacidad a superior.
Para el primer nivel no necesitas ninguna titulación oficial que demuestre tu formación; sí, en cambio, para el certificado de segundo (Graduado en la ESO) y tercer nivel (Bachillerato). Otra forma de ser admitidos si no tenemos ninguno de estos títulos es pasar unas pruebas selectivas en las que se nos evaluará de materias como lengua castellana o matemáticas.
Como habrás adivinado, los certificados califican o establecen a ojos del Estado tus competencias para determinados trabajos de nuestro sistema. Aun así, no es oro todo lo que reluce: técnicamente no regulan el ejercicio profesional, pero sí demuestran que, a ojos del sistema, tienes lo que hay que tener para hacer ese determinado curro.
Lo interesante de los certificados profesionales es que, al igual que sucede en las instancias universitarias con las publicaciones oficiales y ciertas revistas, suman bastantes puntos en el currículum a la hora de presentarse a una oposición por concurso.
Hay varias convocatorias cada año en distintas fechas. Al ser dependientes del SEPE y de cada comunidad autónoma el sistema se encarga de mantener activa esta vía profesional para los interesados en ‘oficializar’ su profesión. Cada comunidad autónoma regula sus calendarios.
Es algo diferente a los ciclos formativos medios (formación profesional), que normalmente tienen una fecha única cada año, o como mucho dos. En este sentido, el trabajador tiene muchas más facilidades para iniciar o reciclar su vida laboral por esta vía, también en el tiempo invertido: mientras que los ciclos formativos de grado medio duran uno o dos años, el título de uno de estos certificados de profesionalidad puede obtenerse en seis meses.
Rotundamente sí, con validez en el territorio nacional al cien por cien. Los imparte el Ministerio de Trabajo a través de los centros de trabajo acreditados por el SEPE, que es la administración laboral encargada de certificar al trabajador una vez realiza estos cursos de formación profesional para el empleo asociados a los títulos recogidos en el catálogo de familias profesionales.
Otra manera de obtener uno es demostrar ante la administración que se poseen competencias profesionales suficientes en nuestra rama profesional (en suma: experiencia laboral acreditada), pero para eso se tiene que convocar un ‘procedimiento de evaluación y acreditación de competencias profesionales’. Poco práctico: suena a minioposición.
Te va a tocar seguir los canales oficiales y las pautas marcadas por la administración y el SEPE. Primero, tendrás que pasar el módulo de formación incluido dentro de la acreditación; después, superar la parte práctica del mismo. El SEPE llama a estos módulos ‘unidades de competencia’, y tienen otra ventaja, o al menos, un descanso antes del impulso final: si no se superan todos los módulos, se puede obtener una acreditación parcial.