España no es precisamente una lumbrera por su buena fama de enseñar bien idiomas, por más que nos quieran vender la educación bilingüe como la venida del mesías. Los datos están ahí: el porcentaje de españoles que se manejan diestramente en otra lengua es paupérrimo. Acaba de llorar un gatito al decir este adjetivo.
Mucha gente piensa, y con razón, que para empaparse de una lengua y hasta para ir más allá del chapurreo con acento de androide es necesario desembolsar la bolsa y la vida en academias, tutorías, cursos y estancias en el extranjero a precio de sangre de vestal. En parte es verdad: no hay como tener que pagar para que nuestros sentidos se afinen y nos dejemos de zarandajas, aunque no todo va a ser esquilmar los ahorros (los tuyos o los de tus padres). A día de hoy, cualquier persona cuenta con multitud de herramientas gratuitas para aprender una segunda lengua como el inglés o el francés. Solo hace falta un poco de imaginación, y no tomar atajos. Inmersión total.
Aquí te contamos algunas formas para darle gasolina a tu segundo idioma.
La llegada de las apps a nuestras vidas ha supuesto que conceptos como la gamificación y lo gratuito se impongan entre la gente que desea mejorar sus skills. Ahora se paga por avanzar, pero no por los niveles básicos de inmersión, rudimentarios pero efectivos.
La app más famosa y publicitada es Duolingo, que a través de la gamificación propone distintos ejercicios de escritura, gramática, pronunciación, listening y un larguísimo etcétera para conseguir la inmersión del neófito en esto de la segunda o tercera lengua. Le siguen otras como Busuu, Babbel; Memrise, que añade el proponer juegos al alumno; MosaLingua, con sus ‘tarjetas’ para aprender; ABA English, desarrollada por el MIT y dedicada enteramente a enseñarte en 113 módulos y lecciones la lengua del bardo.
Si tienes que empezar por algún sitio, las apps son lo tuyo.
Hasta en la ciudad de provincias más sombría hay uno. El proceso es muy lógico. Hay gente que quiere aprender tu idioma y tú quieres aprender el de otra gente, así que te reúnes y cada uno le suelta la chapa al otro en su propia lengua. De esta forma, entre tímidas miradas y construcciones gramaticales que harían llorar a tus profesora de francés de la secundaria, no solo te curtes el lomo en ese rico balbuceo de lo desconocido, sino que además haces amigos y te bebes el agua de los floreros. Quién sabe, lo mismo hasta acabas retozando con ese crush que te corrigió el primer phrasal verb.
En su versión más geek, sí, también existe una app que te permite buscar en tu ciudad gente interesada en intercambios de idiomas: MeetUp
Esto no solo incluye algo que todos podemos intentar hacer con Google, como traducir canciones, sino también textos con los que estemos seguros que vamos a encontrar referencias bien traducidas en la red. A partir de ahí, solo hay que probar a traducir por nosotros mismos y ser implacables con nuestros errores.
Existen webs como ‘Letras en inglés’ que pueden echarte una mano para encontrar tus primeras letras de canciones. La ventaja de esta forma gratuita de acercarse al idioma es que no solo vamos a aprender la lengua de la forma literal, sino que al intentar traducirla, al fijarnos en el contexto lingüístico, la polisemia y la denotación, estamos comprendiéndola, algo imprescindible para la inmersión lingüística más allá del voulevouscoucheavecmoi.
Puede que sea una suerte de ‘mucho texto’ para el ánimo, pero está a tu alcance. En la red puedes encontrar miles de obras literarias y ensayos en otros idiomas sin gastarte un euro. Sí, es a la antigua usanza y a todo el mundo le da pereza al principio, pero la mejora a pasos agigantados que se consigue cuando ya hemos incorporado esta rutina a nuestro aprendizaje del idioma hace que las primeras tentativas, lentas y agotadoras, den paso a un conocimiento mucho más profundo y práctico de la lengua extranjera que estés estudiando. Otro tip: si eres lector de poesía, tienes el camino bastante allanado. A día de hoy muchas editoriales sacan ediciones bilingües que te permiten tener a mano tanto el original como su par traducido.
La idea de bombero sería restringirse a series. Lo cierto es que existiendo Youtube, la posibilidad de encontrar contenidos en otras lenguas se multiplica por cien mil. Si ya tienes un mínimo conocimiento del idioma que te interese, lo más sensato sería sudar de los subtítulos y no utilizarlos como un dispensador de caramelos. Ésa es la forma de acomodarte y de no avanzar. Hay que arrancar la venda y prescindir de ellos. Puede que los primeros meses no pilles muchos diálogos o te resulte difícil seguir al narrador de ese documental de vacas francesas, pero al igual que la lectura en la lengua original, pasado un tiempo tu cerebro va a empezar a rodear estas dificultades y a convertirlas en ventajas.