En momentos difíciles resulta inspirador ver cómo algunas personas se vuelcan con los demás. Dejarlo todo, llevar el altruismo hasta el límite, sin importar los riesgos es lo que lleva haciendo durante mucho tiempo José Antonio Ruiz Díez. Su historia es la de un viaje lleno de emociones y de valiosas experiencias para intentar crear una escuela para niños sin recursos en uno de los puntos más peligrosos del Congo.
Hablar con él del milagro que ha hecho en África y de su proyecto que cada vez cuenta con más seguidores es un chute de ánimo y de energía. Y es que no hay excusas para José Antonio. Él lo tiene claro: si se quiere se puede llegar muy lejos. La ayuda siempre es bien recibida y todos tenemos un vecino que agradecerá de nuestra mano. No hace falta irse a África aunque, eso sí, él ya no puede vivir lejos del viejo continente.
Cuenta que en su aventura ha vivido todos los impedimentos posibles, pero ha logrado con determinación lo que quería y que ahora se puede ver en Cuatro con 'Mzungu. Operación Congo'. El viaje que inició y que se ha convertido en el motor de su vida para hacer de su sueño una realidad y combatir a base de educación las injusticias sociales.
A los 16 años empezaste tu aventura por el mundo. La primera parada fue en América para estudiar. Más tarde la experiencia siguió por Europa y así has ido sumando historias y recorriendo países de los cinco continentes. ¿Eras de los que tenía en su lista de deseos viajar por todo el mundo?
Te podría decir que sí. Tuve una infancia un pelín difícil y yo desarrollé por un lado un sentido de la justicia muy alto porque yo veía en mi familia algunas carencias que no veía en otras. Y uno de los sueños que yo tuve fue el que yo pudiera algún día suplir esas carencias, ayudar a mi familia para mí era muy importante y por otro demostrar a la gente que había a mi alrededor que yo podía salir adelante en el futuro por mí mismo. Vamos, que todos realmente podemos salir adelante si queremos. Esos fueron algunos de los sueños que me marqué y luego fueron viniendo otros, pero viajar siempre estuvo entre ellos. Yo creo que es una de las mejores universidades del mundo.
¿Qué es lo que te ha impulsado siempre a viajar tanto?
Los principales motivos que yo tuve para viajar inicialmente fueron los estudios. Como no había dinero en casa y a mí me empezaba a fascinar la idea de estudiar fuera para aprender inglés, mi madre hizo un esfuerzo inmenso, un sacrificio brutal. Pidió un crédito, que yo siempre digo que debe estar todavía pagando la pobre para que yo pudiera estudiar inglés fuera, en concreto, en EEUU en un programa de intercambio. Aquello a mí me marcó mucho y empezó a desarrollar en mí unas ganas locas por descubrir más mundo. ¡Y eso que de pequeño ya había viajado mucho! Mi madre era azafata de vuelo y cuando no tenía dónde dejarnos, terminábamos pasando muchos días dentro de un avión y le fui cogiendo el gustillo. Luego al empezar a estudiar fuera me salieron oportunidades en otros lugares, me enamoré también de una chica que vivía en el extranjero y empecé a rebotar de un país a otro.
Imagino que al principio la aventura era para conocer mundo y a la vez estabas desarrollando una actividad profesional, pero ¿cuándo te cambió la percepción y el fin de todo se hizo solidario?
Ciertamente, yo viajaba mucho por trabajo, también por estudios y porque era mi hobby y cuando podía yo cogía la mochila y me iba a algún sitio. Siempre me ha gustado satisfacer mi curiosidad, pero en un viaje a la Antártida tuve una experiencia que me marcó mucho. Básicamente porque estuve a punto de palmarla. Yo iba persiguiendo un guante que se me escapó con el viento y empecé a correr kilómetros mientras el guante se iba más lejos. Al final, me vi envuelto en una tormenta de nieve. Y era totalmente angustioso porque pierdes la orientación. No sabes lo que es arriba, abajo, izquierda o derecha. Me encontré perdido y en ese momento yo me quedé tieso, nunca mejor dicho porque no tenía opciones. No sabía si seguir caminando o no. El caso es que preferí quedarme sentado y pasé mucho tiempo y me empezó a entrar hipotermia.
¡Madre mía! y ¿cómo te encontraron en plena tormenta de nieve?
Pues es algo que parece increíble, pero pasó y en el momento más crítico. Porque mi cabeza empezó a no razonar bien. Me empezó a entrar muchísimo sueño y al cabo de un rato que no te sabría decir cuánto y cuando ya estaba totalmente entumecido, me encontró una moto de nieve. Me tiraron como un saco de patatas. Yo no sabía lo que estaba ocurriendo y dijeron que era un milagro que me hubieran encontrado. A mí eso me marcó mucho porque yo llevaba tiempo pensando en qué quería hacer con mi vida y esa experiencia fue la puntilla. Yo quería hacer proyectos relevantes. Tomé la decisión de combatir las injusticias del mundo a mi manera a través de la educación y de ahí surge la idea de construir escuelas en lugares donde los niños no tienen oportunidades.
Has estado en muchos rincones del planeta, sin embargo el Congo es el que consideras el gran viaje de tu vida, ¿por qué?
El Congo es el gran viaje de mi vida porque supuso una de las experiencias para mí más completas, más intensas y podría decir que se ha convertido a día de hoy en mi vida. Yo elegí el Congo porque ¿dónde están esos niños que no tienen oportunidades? Pues en lugares que reciben ninguna o muy poca ayuda. Esos, por lo general, son lugares remotos o en conflicto y me dije pues ahí voy. Yo soy una persona dispuesta a correr con riesgos muy altos quien me conoce lo sabe, pero estoy muy contento porque gracias a esa iniciativa muchas personas se han acercado y quieren participar en este proyecto.
¿Qué trabas te encontraste para hacer este gran proyecto que hoy es un colegio lleno de niños?
Yo me encontré con muchos obstáculos. En primer lugar por lo difícil del país y por otro que no es fácil, que a veces nosotros vivimos en una sociedad que está muy desarrollada, pero allí tienes muchas carencias. No hay agua, no hay luz. No hay cobertura telefónica. Lo que aquí damos por hecho, allí no lo encontramos, pero no me detuve yo quería hacer algo grande y es ahí cuando entra en juego el medio audiovisual, que me trajo también otros obstáculos. Hice un crowdfunding, pero no rollo plataforma de Internet. Fue mucho más rudimentario. Fue llamando por teléfono uno a uno a mis amigos, a mis familiares, tocando puerta por puerta a mis vecinos. Se fue extendiendo la voz y yo me dije que necesitaba llevar esto muy lejos y ahí fue cuando pensé en el medio audiovisual.
Con eso llegaron nuevos problemas, ¿no?
Sí, me encontré muchos obstáculos. Por ejemplo: no podíamos cargar las cámaras cuando queríamos porque no había electricidad; había sitios completamente prohibidos de guerrilla y hubo ciudades en las que nos persiguieron porque no se podía llevar cámaras. Todo era muy difícil... Problemas de inseguridad, problemas de higiene, el enfrentarnos a enfermedades para las que no estábamos acostumbrados. Obstáculos: todos, de eso va el programa. Es la construcción de una escuela y lo que ocurre en el intento de hacerla. Nunca fue como yo lo imaginé, pero al estar presente la determinación, nada me lo iba a impedir.
Lo vamos a ver en Cuatro en 'Mzungu, Operación Congo', pero ¿nos puedes adelantar si viviste situaciones peligrosas? ¿De temer por tu vida?
En la grabación de 'Mzungu, Operación Congo' vivimos situaciones realmente espeluznantes. No quiero desvelarte nada, pero tú imagínate que un día íbamos a comprar unos materiales y dormíamos no muy lejos de la ciudad en una hospedería. Tres occidentales en un entorno como ese llama muchísimo la atención. Y cuando fuimos a dormir, creo que eran las dos o tres de la mañana llegó un grupo armado guerrillero a sacarnos de allí a tiros. En una situación así, ¿qué haces? No te imaginas el miedo que se pasa. Luego está la corrupción. También éramos un blanco fácil, pero lo curioso era cómo íbamos saliendo al paso de todo. En momentos difíciles la creatividad se dispara y si allí te ocurría cualquier cosa, nadie se iba a enterar. Por eso tenías que ser muy vivo para todo.
¿Cuál es la realidad del Congo?
La realidad de este rincón del mundo en el que empecé a construir la escuela es la siguiente: al margen de los problemas normales que hay en cualquier rincón del planeta y de cualquier lugar de conflicto en África, el este del Congo tiene una de las peores maldiciones que se pueden tener. Se estima que el 80% de las reservas de coltán están allí. Este es un mineral que hace que nosotros tengamos procesadores en los ordenadores y lo llevamos todos en nuestros teléfonos móviles. A eso hay que sumar los yacimientos de oro y diamantes. Cuando se encuentra una veta de oro o un yacimiento de coltán en un lugar concreto un grupo armado puede llegar ¿y qué ocurre? Matan a muchos de los hombres, violan a las mujeres, a los niños les hacen soldados y los que se pueden escapar terminan en campos de refugiados. Nosotros fuimos allí a construir la escuela y nos dimos cuenta de esa realidad. Allí hay minas por todos los lados. La tensión siempre está en el aire. En cualquier momento puede ocurrir algo muy grave.
De todos tus viajes, todas tus aventuras, ¿qué es lo que más valoras?
Cuando terminan los proyectos que yo me propongo sé que siempre ha habido detrás un ejercicio de determinación muy importante. No soy ni mejor ni peor que nadie, pero cuando se me mete algo entre ceja y ceja, no desisto hasta que lo consigo o, por lo menos, hasta quedarme con la satisfacción de haberlo intentado con todas mis fuerzas. El haber puesto todo de mí es una gran satisfacción y que esta llegue a los demás, así como el reencuentro con mi familia. No hay mejor destino en el mundo que en el que se encuentra la gente que te quiere y para mí eso es importante. 'Mzungu, Operación Congo' es un ejercicio de determinación, de ver cómo una persona se lanza a perseguir sus sueños y se enfrenta a sus miedos. Creo que eso es inspirador y es un chute de motivación.
Con tu experiencia y todo lo que sabes de estos lugares tan pobres, ¿nos podrías decir cómo podemos ayudar desde la distancia?
Cada uno tiene su situación personal concreta. Yo estoy entregado a esto, pero muchas veces me preguntan ¿y yo, cómo puedo hacer algo así? Y no, aquí se trata de ayudar y para eso hay muchas formas. Sean proyectos grandes, pequeños, lejos, cerca. Lo importante es que todos sepamos que hay que hacer a veces un ejercicio de generosidad, de tolerancia, de solidaridad. Al final lo mío se puede calificar de altruismo extremo, pero no tiene porqué ser así. Hay muchas formas. Yo cuando empecé el crowdfunding, recuerdo que empecé a preguntar y algún amigo me dijo: "Jose, yo ahora tengo un mal momento económico". Y no todo depende del dinero. A lo mejor tú me puedes ayudar difundiendo el mensaje, a lo mejor podemos organizar una cena o un pequeño evento para recaudar o simplemente utilizando las redes sociales. Lo importante es que todo el mundo tenga la aptitud porque siempre hay alguna forma de ayudar. De momento y sin ir más lejos, viendo el programa.
Después de conocerte habrá muchos jóvenes a los que despertarás una gran inquietud y que querrán implicarse en el corazón de África. ¿Qué tienen que hacer para seguir tus pasos?
Para seguir los pasos de un proyecto como este, yo creo que hay que tener tres cosas en la vida: conocimiento, habilidad y aptitud. El conocimiento lo podemos adquirir, la habilidad la podemos desarrollar, pero la aptitud, si ya la tenemos, eso es más del 70% ganado de cualquier proyecto. Es un paso adelantado inmenso. En la juventud se tiene muchísima energía lo cual es una enorme ventaja. Es el momento realmente de hacerlo. El que busca, encuentra la forma de ayudar. Hay proyectos solidarios en muchos sitios: cerca, lejos, solo o con varias personas. Cada uno en función de sus posibilidades pero, en general , si uno viaja a África la necesidad la va a encontrar. Solo hay que tener la aptitud para lanzarse a ello. Hay mil maneras. La creatividad se dispara cuando tratamos de ayudar a las personas.
Después de esto, ¿qué más sueños te quedan por cumplir?
¡Qué buena pregunta! ¿Qué más sueños me quedan por cumplir? Me gustaría seguir ayudando más porque sigo teniendo la impresión de que hago muy poco. Querría hacer de mi proyecto autosostenible por eso creé y luego se sumó muchísima gente a hacer 'Mzungu. Operación Congo'. También me gustaría, ver a mi familia durante muchos años y de vez en cuando con un poco de dinero viajar más y seguir descubriendo el mundo. Pero seguir haciendo lo que hago, seguir inspirando a muchas personas, me encanta y esa ya es mi vida. Entre todos podemos hacer un mundo mejor. No hace falta tanto para ayudar a nuestro vecino.