Estuvo encerrada en 'El internado', toreó en blanco y negro en 'Blancanieves', vio a dios en 'La llamada' y fue la representada estrella de 'Paquita Salas'. Macarena García (Madrid, 1988), ganadora del Goya a Mejor Actriz Revelación y acostumbrada a aparecer en series y películas de envergadura, apuesta ahora por un proyecto pequeño de un director novel.
En 'El arte de volver', de Pedro Collantes, interpreta a Noemí, una joven aspirante actriz que se deja los cuernos en Nueva York intentando conseguir su sueño. La acompañaremos durante un día de regreso en Madrid, donde se reencuentra con su familia, sus antiguas amigas y sus viejos amantes, que descubrirán con sorpresa que ya no es la misma. Porque ni siquiera ella tiene muy claro quién es ahora ni qué quiere de la vida.
Pregunta: en 'El arte de volver', tu personaje Noemí regresa a Madrid después de unos años en Nueva York, e intenta encontrar quién sigue siendo ella para su familia, sus amigos… ¿Te sentiste identificada con la historia al leer el guion?
Respuesta: Resonó en mí de muchas maneras. Noemí es actriz y eso me conecta con ella, aunque no haya vivido lo que le ocurre, porque no encuentra trabajo de lo suyo. Yo lo veo a mi alrededor y me considero muy afortunada. Me parecía una manera bonita de hacer un homenaje a los actores y actrices, sobre todo a los que se enfrentan a la negación constante.
Noemí es una actriz que no trabaja mucho, de hecho se avergüenza de las poquitas cosas que hace, que son anuncios. ¿Es el de la interpretación un oficio especialmente duro cuando las cosas no van bien?
Yo soy consciente de mi suerte, de haber podido trabajar con bastante continuidad, pero aún así he tenido épocas en las que he trabajado menos. Y no es fácil asumirlo, porque te afecta a la autoestima, te haces muchas preguntas personales… Es un proceso que forma parte del oficio.
En ese momento solo puedes hacer lo que está en tus manos, que es trabajar lo máximo posible, prepararte y poner todo lo que tienes al servicio del siguiente casting. Pero la decisión final nunca depende de ti, y hay que aprender a lidiar con eso, con el vacío.
¿Qué consejos o apoyos das a quienes están en esa situación?
Yo intento aprovechar el tiempo y crecer en otros sentidos. Podemos hacer muchas cosas mientras no estamos trabajando, aparte de vivir y observar, que ya te enseña mucho. Yo ahora estoy haciendo un curso, también leo y veo mucho cine. También hay que hacer otras cosas que no tengan que ver con esto, y que te hagan sentir bien. Yo por ejemplo voy a clases de cerámica.
¿Crees que el público es a veces injusto, que se olvida pronto de las actrices y que parece que si no triunfas siempre, fracasas?
El éxito en esta profesión se mide en unos parámetros muy concretos. Y el éxito de verdad es además muy relativo. Nos han vendido que para triunfar hay que tener mucho dinero y que todo el mundo sepa lo bueno que eres y lo bien colocado que estás. Y en este oficio, donde eso es tan palpable como que salgas por la tele o que en la calle haya carteles con tu cara, se hace más extremo. Hay mucha gente que está feliz haciendo una obra de teatro pequeñita que le llena, y eso también es éxito.
Pero, por desgracia, la gran mayoría de los actores no hacen ni una cosa grande ni una pequeña, ni pueden vivir de esto.
Muchos jóvenes tuvieron que dejar España con la crisis de 2008, como la protagonista de 'El arte de volver'. ¿Cómo trabajaste el desarraigo que siente?
Fue muy fácil, porque la primera lectura del guion ya me emocionó, y entendí perfectamente la sensación que se sentía contar. Yo no he vivido esa experiencia, no me he ido mucho tiempo fuera de casa, pero he podido aportar cosas de mi cosecha, a partir de sensaciones que he sentido. Sentirme en crisis, perdida, con la necesidad de sincronizar relaciones que se han desajustado… Eso sí lo he vivido y he trabajado con ello.
Vivir fuera y venir de vez en cuando hace evidentes nuestros cambios a los ojos de los demás. ¿Crees que a veces somos un poco egoístas, no dejando evolucionar a los demás, queriendo que sean los mismos?
No es fácil aceptar los cambios de los demás, juzgamos y somos juzgados cuando eso ocurre. Pero la realidad es que lo natural es cambiar, sería raro que no lo hiciéramos. Todo nos resultaría más fácil si asumiéramos que vivimos en cambio constante y que eso es algo positivo. Lo que pasa es que cuando vemos el cambio en los demás sentimos que algo se nos escapa, que ya no nos pertenece como antes. Y da miedo.
Noemí se busca a sí misma en la mirada de su abuelo, de su hermana, de su amante… Su conflicto encontrar el equilibrio entre las varias 'noemís' que habitan en ella.
Ella durante su estancia en Nueva York ha sido una Noemí concreta, y durante este día de regreso se enfrenta a breves encuentros con gente que es vital para ella, y empieza a intuir la decepción, una mirada crítica hacia ella. Eso la lleva a querer contentar, fingir ser quien no es. Eso la lleva a entender que hay algo en su interior mal colocado, de lo que ha estado rehuyendo. Pero ahora tiene que asumirlo y mirarlo de frente.
Es una mujer joven marcada por la incertidumbre. Ella es actriz, y como en todas las profesiones artísticas, debes convivir con la incertidumbre. Lleva años lidiando con eso en Nueva York y cuando regresa. Parte de la película habla de eso: de aceptar las cosas como son, de aceptar lo inevitable.
El arte de volver es una película muy libre, de bajo presupuesto. ¿Qué le aporta a una actriz de tu nivel en la industria?
No escojo los proyectos en relación de su presupuesto o de su tamaño, aunque tamaño quizás no sea la palabra. Miro que me conmueva la historia, en la medida de lo posible, porque una va construyendo su carrera con los elementos posibles, con lo que tienes o con lo que puedes, con cariño y con cuidado. Yo lucho por enfrentarme a guiones que me emocionen, que me resuenan, que contienen cosas que quiero contar.
Por algún motivo, no me han llegado muchas propuestas de proyectos independientes. Este en concreto, me emocionó por la posibilidad de construir una protagonista tan complicada, con un director que tiene una mirada nueva y mucha ilusión y cariño por su personaje.
Si te encontraras ahora con la Macarena que también empezaba a hacer castings… ¿Qué opinaría una de la otra?
La adulta pensaría: "qué ternura, qué bonito ese nervio tan genuino y tan poco ambicioso". Porque yo no me imaginaba que me iban a coger en ningún casting, lo hacía por puras ganas de probar. Nadie esperaba nada de mí. Y la pequeña de la adulta diría: "mira qué bien, cómo ha ganado en seguridad y cómo ha trabajado esos miedos que la acompañan". Creo que estaría orgullosa.