Si la lectura es el antídoto que nos inmuniza contra el desierto de lo real, ahora que se acercan los vientos oscuros de Halloween tenemos una buena excusa para una sesión de manta, velas medio derretidas, un pentáculo con sangre de doncella en el suelo y el primer capítulo de algunas buenas novelas de terror con que pasar la noche y coger bien el sueño, perdón, el susto.
Hay historias de miedo para todos los paladares cadavéricos: clásicos literarios de presencias espectrales, bocas de súcubo que paladean sangre negra directamente de la aorta, ritos satánicos, payasos maléficos. El escalofrío como una de las bellas y guturales artes. Buena literatura de género para bombardear tu frecuencia cardíaca y pegar unos gritos de pánico en zona segura: tu habitación y la luz encendida
Echemos los colmillos sobre el tablero de esta invocación. Toca hablar de clásicos, pues. Libros que hasta tu madre recomendaría para una tarde de manta. De casas encantadas y narradores de los que uno no puede fiarse, nos quedamos con ‘Otra vuelta de tuerca’, de Henry James: ‘La maldición de Hill House’, de Shirley Jackson, que conocerás por la fantástica serie de Netflix, y directa a tu espina dorsal con sus apariciones, ‘La casa y el cerebro’, de Edward Bulwer.
Para completar este cuadro de pinturas negras, nada mejor que hacerse con otros dos clásicos de mansiones con ganas de liarla parda, ‘La casa infernal’, de Richard Matheson y ‘Nazareth Hill’, de Rampsey Campell, a la que uno de los personajes nombra de forma imborrable: la casa de las arañas.
Para posesiones diabólicas en circuito cerrado, otro libro que fue devorado por el demonio de su propia película: ‘El exorcista’, de William P. Blatty.
Si apetece algo más desconocido, la editorial Orciny Press está haciendo un trabajo estupendo con los descubrimientos en asuntos de muebles de Ikea y habitaciones que se tragan gatos negros y familias enteras. Prueba con ‘Un dios de paredes hambrientas’, de Gareth Cook, o cómo sería una historia narrada por una casa maldita con más hambre que un niño de seis años y muy poco amor por sus huéspedes. La propia casa, el narrador de la novela, llega a decirle a los que la habitan: ‘Tu dolor es mi placer’.
Si lo que necesitas es acordarte del maestro Stephen King para un asunto tan serio como escapar del monstruo de fauces hambrientas que te sigue visitando por las noches, la elección es sencilla: ‘It’ para nutrir a nuestro niño de ocho años que corre en la oscuridad, y ‘El resplandor’ si lo que quieres es retozar de gusto con las maldiciones transmitidas de padres a hijos en las inmensas estancias vacías de un hotel abandonado, el Overlord.
¿Un extra de ojos amarillos y huesos que se te deshacen mientras pasas la página porque no puedes parar? Está chupado: ‘El misterio de Salem´s Lot’. Y si hay que seguir con bebedores de sangre (y para no elegir ‘Drácula’, una novela mítica que, por desgracia, ya no da ningún miedo) quédate con quien te recomiende obras como las de su hijo. De la casta le viene al galgo. Joe Hill es autor de una novela de chupasangres con sabor algo más contemporáneo: ‘NOS4A2’.
Para terminar tu bol de sangre y tripas, échate al cinto ‘Dejame entrar’, una novela con adaptación cinematográfica (algo edulcorada). La trama no tiene ningún problema en plantarte a un pedófilo y a una vampira adolescente dando tumbos y rellenando bidones con la sangre de la víctima que han elegido para alimentarla. Lo hace sin despeinarse.
Hay que ir a beber la sangre y a chupar los huesos de la víctima, y por eso no conviene quedarse cortos subiendo la apuesta. En asuntos de terror surrealista, grotesco, gore para mirones a los que no les tiemble el pulso, un maestro debes poner en tu biblioteca: Clive Barker. Si quieres empezar por algún sitio, sus ‘Libros de sangre’ te harán gritar y ‘Cabal’ te abrirá las puertas del manicomio.
Sigue con un par de gemelos con telepatía y asesinatos macabros que nadie se explica y hazte con ‘El otro’, de Thomas Tryon, que ha recuperado no hace mucho la editorial Impedimenta. Añade ‘El rito’, de Laird Barron, un libro noir mezclado con dioses primordiales y dignísimo hijo de Lovecraft, de quien deberías leer todo lo que encuentres. Otra elección, para que lo tengas fácil: ‘El caso de Charles Dexter Ward’, o el terror entrevisto por el ojo de una cerradura con el sabor de siempre: lo que hay al otro lado de esa puerta solo lo verás cuando lo tengas dentro de los huesos y sea demasiado tarde para gritar: ‘Ayuda’.