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Marcos corre en solitario por Alaska e Islandia en busca de nuevos donantes de médula: "Necesitamos que sean más"

  • Marcos Yánez, Marcos ‘el solidario’, es canario y corredor de largas distancias al que le mueven las causas solidarias

  • Ha recorrido Alaska e Islandia en busca de 3.000 nuevos donantes de médula

  • Cuando murió su padre por leucemia creó #RunForLeucemia para remover conciencias

A Marcos Yánez le llaman 'el solidario' porque desde que murió su padre por leucemia se ha recorrido medio mundo en busca de nuevos donantes de médula ósea que ayuden a salvar vidas.

Pero el canario no solo ha ido de hospital en hospital, o de colegio en colegio, concienciando a la sociedad de la importancia de velar por el prójimo, sino que se fue completamente solo a "países con los días muy grises, tan grises como los que vivió su padre antes del fatal desenlace".

Sin duda, una aventura extrema de la que nos habla en exclusiva. De eso, y de cómo la enfermedad cambió radicalmente su vida y la de su familia:

Pregunta: Has recorrido gran parte de Alaska e Islandia y el mundo se ha hecho eco de ello, ¿con qué finalidad?

Respuesta: La finalidad es concienciar a la sociedad y darle a entender a la gente que hacerse donante de médula es muy sencillo.

El reto de Alaska consistió en recorrer 300 km, 60 al día. La idea es conseguir 3000 nuevos donantes, pero es complicado que lo lleve una persona solamente. De ahí que creara #RunForLeucemia, para ayudar al respecto.

Creo mucho en que las causas humanas llaman la atención de las personas y haciéndolo cercano y viral, como lo estamos haciendo, poco a poco se conseguirá.

¿Cómo nace este reto?

Nació en el 2012. Cuando mi hermana me contó que a mi padre le habían diagnosticado leucemia, decidí escribir en un papel cómo me sentía en el momento. Ese papel lo dejé en la mesa de noche y lo recuperé en 2014 cuando mi padre falleció. Lo titulé “Días grises”, que es como me sentía entre tanta soledad. Cogí un mapa, pensé en un país que tuviera muchos días grises, en este caso Islandia, y tomé la iniciativa de llevar un poco de esperanza a la gente que lucha contra la leucemia. Después vino Alaska, entre osos y alces, y hacer llegar el mensaje a todo tipo de gente de cualquier edad.

A día de hoy son unos 1.100 donantes de médula de los 3.000 que nos pusimos como objetivo

¿Qué sentiste cuando la leucemia llegó a tu familia?

En un mar de dudas. Lo primero que pensé es que mi padre se iba. También soledad y mucha tristeza. ¿Por qué a mí y a mi familia? ¿Por qué a él? Pero, poco a poco, le fui encontrando sentido a las cosas y conseguí exprimir las enseñanzas de esa nueva situación.

¿Llegaste a plantearle a tu padre que tenías en mente un reto muy importante con la finalidad de conseguir más donantes de médula?

Nunca llegué a comentarle nada. Sí que hablábamos de fundaciones que ayudaban a personas con leucemia, pero nunca llegué a contarle lo que tenía en mente.

Tengo una anécdota clavada que me dejó hecho polvo. En una de las charlas que doy para niños, una me preguntó: “si pudieras elegir, ¿te quedarías con volver a ver a tu padre o seguir ayudando con causas solidarias?”. Me rompió por completo. Sentí que le echaba muchísimo de menos, pero estoy convencido de que quiero seguir haciendo causas solidarias. Le respondí: “eso ojalá te lo pudiera responder mi padre”.

Le sigo teniendo presente porque a mi padre lo llevo en cada reto, como si lo tuviera en la mochila. Hasta en las proyecciones del documental me acuerdo mucho de sus palabras.

¿El reto te ayudó a superar la pérdida o te evadiste?

Creo que las dos cosas. Me ayudó con el luto y a superarlo aún más. El agradecimiento de la gente fue maravilloso.

¿Cómo te preparas para recorrer unos países con climas totalmente distintos a los de Canarias?

Es imposible porque los canarios no estamos acostumbrados a climatologías adversas. Lo estudié mucho, pero sí que era un poco inconsciente. De hecho, en mi familia me decían “¡cómo se te va a ocurrir eso, nos vamos a tener preocupados esperando por ti!”.

Creo que nunca llegué a prepararme ni siquiera al 90%. Lo único que llevaba en los entrenamientos era un cascabel, que es lo primordial para llevar en un bosque y ahuyentar a los animales salvajes.

#RunFoeLeucemia no se puede comparar a ninguna otra competición

¿Qué fue lo más difícil de estos retos?

La noche anterior de empezar cada reto. No se puede comparar a ninguna competición, ya que llevas a rastras a mucha gente que confía en ti. Son horas de nerviosismo porque es mucha la responsabilidad y hay que ser consciente de que tampoco es cuestión de jugarse la vida.

¿Y lo más gratificante?

La cara de toda mi familia y la gente que cree en el proyecto #RunForLeucemia. Cuando llegué de Islandia, por ejemplo, en el aeropuerto había niños del Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria esperándome. Recuerdo que me preguntaban cómo era correr por un país totalmente desconocido en soledad, pero a mí lo que me llamaba la atención es que ellos no perdieran la sonrisa a pesar de la situación que estaban pasando. Esa imagen no se me olvidará nunca. La inocencia da muchas lecciones a los adultos, que nos encargamos de complicar cosas.

¿Has conseguido el objetivo?

A día de hoy son unos 1.100 de los 3.000 que nos pusimos como objetivo. Mi hermana me ayuda a través de las redes sociales y cada vez somos más. Ya nos han escrito dos personas que, gracias a esos 1.100, ya se les está haciendo chequeos médicos para poder salvar la vida a alguien.

Tu experiencia te ha servido para grabar un documental y exhibirlo en muchos cines de España

Sí, ‘Alaska: un reto de vida’ lo grabé con mi amigo Antonio Domingo y le encantó la idea de hacer algo totalmente distinto a lo que estaba acostumbrado. Corría detrás de mí y me hacía un seguimiento. El resultado lo estamos exponiendo en los cines Yelmo de toda España, pero también se podrá ver en Alaska a partir de marzo y en otros cinco estados de Estados Unidos.

¿Por qué es tan necesario que cada vez sean más los donantes de médula?

Según las estadísticas, en España hacen falta unos 4.000 donantes de médula ósea para intentar trasplantar a una. Es decir, es una probabilidad muy baja y por eso necesitamos que se unan más personas para aumentar el porcentaje.

La gente suele hacer caso omiso a este tipo de donaciones si no tiene un caso cercano

¿Cuáles crees que son los miedos que tiene la gente a la hora de donar médula?

Cuesta mucho quitar los mitos. La gente sigue pensando que es un pinchazo en la espalda, cuando ahora se utiliza un método mucho menos doloroso. También es importante saber que uno no va al hospital y dona de manera ipso facta; primero se tienen que registrar, hacerse una muestra de ADN y, si surge la magia, es entonces cuando se puede ayudar a alguien a salvar su vida.

Normalmente la gente suele hacer caso omiso a este tipo de donaciones si no tiene un caso cercano, por eso es necesario que sigamos haciendo llegar el mensaje a todas las personas que sean posibles.

¿Tienes un nuevo reto en mente?

Sí, en 2021 volveré con un nuevo reto. Me quedan tres aventuras de #RunForLeucemia.