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La estación de metro de Madrid que está sobre un cementerio de monjes: su historia
La estación Tirso de Molina es una joya histórica de Madrid
Entre sus azulejos y paredes yacen los restos de un cementerio de frailes
Fue gracias a la demolición del convento de la Merced que contenía el cementerio que durante la construcción del metro se descubrió y se dejó allí
Madrid esconde mucha historia entre sus calles y rincones sin que las cientos de personas que la frecuentan a diario sepan de ella. Han sido miles de años de acontecimientos los que han pasado por la capital española y un ejemplo perfecto de las joya históricas y más desconocidas de la ciudad es la estación de Tirso de Molina.
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Ubicada en pleno corazón de Madrid, pese a que pasan por ella miles de personas a diario, casi nadie está al tanto que entre sus paredes y azulejos yace un cementerio de monjes. A lo largo de la historia, esta estación cambió de funciones y nombre ya que en 1921 se llamaba 'Progreso', pero antes de ello, en aquella zona había un viejo convento que fue demolido y que resguardaba un cementerio donde permanecen los restos de frailes.
La historia
En 1564 se concedió la licencia a un fraile para construir un convento de su orden La Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos. La institución se caracterizaba por tener lujosas obras de arte y una arquitectura renacentista que le brindaron una "época dorada" hasta que el ejército de Napoleón lo saqueó y comenzó el período de decadencia hasta su demolición en 1840.
Junto con la demolición también cayó el cementerio que había debajo del convento y que resguardaba los restos de cientos de monjes. Lo curioso es que no fue hasta un siglo después de que gracias a la construcción de la línea 1 del Metro de Madrid se encontraron con 200 nichos del antiguo cementerio que contenían, no solo los huesos de los frailes, sino también sus pertenencias de cuando vivían en el convento.
Pese a que se encontraron varios objetos, estos estaban en estado de descomposición y es por ello que tras ver que era inviable trasladarlos se decidió que permanecieran allí y continuaron con las obras del metro que permanece intacto hasta hoy. En la actualidad los huesos de los monjes que vivieron en el convento se encuentran entre las paredes de la estación que hoy lleva el nombre del dramaturgo, poeta y religioso que vivió en el convento de la Merced y fue modificado en 1939.
