La dislexia profunda es la variedad más grave de este tipo de trastorno, ya que se caracteriza por dificultades en los dos tipos de procesamiento de la lectura. Ambas rutas, fonológica y visual, están dañadas, por lo que se producen tanto errores semánticos como visuales y eso exactamente lo que lleva sufriendo Oliver Chadwick toda su vida. Sin embargo, sus limitaciones nunca le han frenado a la hora de afrontar sus estudios y, por eso, a los 18 años, ha logrado el acceso a la Universidad de Bristol con una calificación excelente.
Chadwick lee como un niño de 6 años y es "prácticamente incapaz de escribir". Su madre ha contado en una extensa entrevista en SomersetLive cómo se dieron cuenta de que "algo no iba bien": "Cuando comenzó la escuela, todas las noches que le preguntábamos a Oliver qué había almorzado ese día y siempre decía 'papas y frijoles'. Pensamos que era solo porque le gustaban, pero en realidad era porque no podía leer el menú y eso era algo que sabía que tenían todos los días", explica la mamá sobre la importancia de la detección temprana.
A pesar de la dislexia y de su incapacidad, por ejemplo, de "leer letreros en las calles" o los comentarios de las redes sociales, Oliver nunca se quedó atrás en su aprendizaje. Sin poder leer y escribir, el joven fue aprobando sus asignaturas solo escuchando las lecciones en clase y dando los exámenes oralmente. Y, en su dura trayectoria como estudiante, llegó el momento de hacer las pruebas para la universidad, donde eligió con éxito matemáticas y química porque eran los ejercicios que implicaban menos escritura.
"Nunca me sentí estúpido. Solo sabía que leer era algo que no podía hacer y no tenía sentido enfadarme o estresarme. Sé que hay cosas que no hago bien o que olvido, pero tengo que aceptarlo y seguir hacia adelante", dijo el joven con mucha sabiduría en la misma entrevista que su madre.