La pandemia del coronavirus nos ha alejado a todos un poquito. Durante la cuarentena, muchos tuvimos que estar durante meses separados de nuestros familiares y amigos que se encontraban en otra ciudad o incluso en otro país.
Por fin, cuando finalizó el estado de alarma, algunos pudimos reencontrarnos con nuestros seres queridos, pero no todos tuvieron la misma suerte. Mucho más difícil lo tuvieron aquellos que estaban separados por miles de kilómetros, como es el caso de Romeo Cox, que no pudo reencontrarse con su abuela hasta el pasado domingo 20 de septiembre. Los viajes entre países siguen estando muy controlados y en algunos casos cumplir una cuarentena es obligatorio al llegar al país de destino.
Romeo Cox es un niño de diez años que, aunque nació en Londres, vive actualmente en Palermo (Sicilia). Él tuvo que confinarse allí junto a su familia y, todo ese tiempo, echó mucho de menos a su abuela, que vive en la capital británica. La cosa es que el niño había decidido que iría a visitarla en verano, pero las restricciones a la hora de viajar no se lo pusieron nada fácil, así que decidió, junto a su padre, recorrer los 2.800 kilómetros que separan a una ciudad de otra a pie, y a veces pedaleando.
Romeo, acompañado por su padre, ha vivido toda una aventura y, además la ha ido contando de principio a fin en su cuenta de Instagram. Es decir, desde que salió de Palermo hasta que llegó a Londres el pasado domingo.
El niño y su padre empezaron esta travesía el 18 de junio y, desde ese día, ¡han recorrido casi 3.000 kilómetros para reencontrarse con su abuela en la capital británica! Y es que, para llegar a su destino, han tenido que cruzar nada más y nada menos que tres países: Italia, Suiza y Francia.
El viaje ha sido muy largo, a veces muy duro, pero también muy divertido. Es más, según cuenta Romeo en esta red social, de estos días se queda con tres recuerdos: dormir bajo las estrellas junto a su padre, jugar con otros niños en el camino y, el más divertido de todos, bañarse en Calais (Francia).
Este viaje, no ha servido solo para que Romeo y su padre puedan reencontrarse con la abuela, sino que también ha tenido fines benéficos. Han ido contando su día a día en redes sociales y han pedido el apoyo para dos organizaciones palermitanas con las que han querido colaborar (una para madres solteras y otra para niños).
Ahora, aunque de lo que más ganas tenía Romeo era de abrazar a su abuela, tendrá que pasar 14 días sin hacerlo, ya que por las nuevas restricciones impuestas mientras viajaban. Esto quiere decir que cumplirán con una cuarentena de dos semanas antes de que se produzca el tan deseado reencuentro.
Después de tres meses, ¿qué son dos semanas más? Esta es la actitud con la que el niño afronta los días que le quedan hasta que por fin pueda ver de nuevo a su abuela, que no se encuentra muy bien de salud. Han pasado más de tres meses desde que padre e hijo salieron de Palermo con sus mochilas al hombro dispuestos a vivir esta aventura y, al fin, pueden afirmar que han llegado a su destino.
El viaje lo han hecho mayoritariamente andando y los únicos transportes que han usado han sido la bici y el barco cuando no les quedaba más remedio. De Sicilia a la península no podían hacerlo de otra forma.
Ahora no pueden hacer otra cosa que esperar a que pasen los días y puedan ver de nuevo a su abuela, que los ha recibido, en la distancia, con una tarta, dulces y una carta que les ha hecho llegar a su puerta.