Si hay un fenómeno musical que va camino de acompañarnos por mucho tiempo es el de Rigoberta Bandini (Paula Ribó), una de las preferidas para representar a España en el próximo festival de Eurovisión. A Ribó solo se le puede objetar que no nos haya regalado más canciones de esas que enganchan al mismo tiempo que se tararean solas.
La creadora del nuevo himno generacional del feminismo patrio, ‘Perra’, tiene otros hits como ‘In Spain we call it soledad’, ‘Too many drugs’ o 'Mamá', que coreamos con el mismo entusiasmo y hemos bailado al son de las listas de reproducción con lo mejor de 2020 y 2021.
Fue en la debacle pandémica cuando su proyecto musical como Rigoberta Bandini crecía y se expandía en el corazón del público, derribando machismo y empoderando unas cuantas almas bajo el paraguas de su estilo, sencillo pero contundente. Un pop melódico que entra como el agua, ropajes de música electrónica y un chorro grave de voz que tiende más al monólogo derivativo y poético que al canto puro.
A menudo, cuando le preguntan por su proceso creativo y su forma de abordar la música, Ribó sonríe y lanza en la conversación el nombre de su pareja, Esteban Navarro, a quien cariñosamente llama ‘El Rigoberto’. “Me ayuda mucho”. Llevaban pocos meses cuando ella se quedó embarazada, justo antes de tomar la decisión de apostar todo a la carta de la música.
Si Rigoberta Bandini (Ribó) es un fenómeno que no puede entenderse sin el confinamiento, la soledad y la necesidad de conectar que experimentamos durante 2020, un año que jugó al juego de la oca con nuestro cerebro, la personalidad de Esteban Navarro no puede concebirse sin el sketch, el meme y el lenguaje transgresor, acelerado e hipervitaminado de Internet.
Al profano en cuestiones de post-humor solo le sonará de lejos el nombre de este cómico. Quizá, como mucho, haya caído por casualidad en alguna de sus geniales piezas cómicas, casi todas repletas de esa mezcla extraña de incomodidad, vergüenza ajena, kitsch, disfraces e histeria visual, marca de la casa.
Por el contrario, a quien haya prestado cierta atención a las corrientes del humor español en los últimos quince años no le resultará en absoluto extraño escuchar el nombre del mejor dúo cómico nacido al calor de Internet y las redes sociales: los Venga Monjas, del que Navarro es cocreador junto con Xavi Daura. Los dos eran prácticamente unos adolescentes cuando lanzaron en Youtube su primer sketch, ‘Ríen mucho’. Era 2006, el mismo año que la plataforma de vídeos daba sus primeros pasos y Twitter andaba todavía por el primer pañal sin cambiar.
Xavi Daura y Estaban Navarro aún no sabían que iban a partir el humor por la mitad con un cuchillo de carnicero y un sonido de delfines y de bocinas de camión de fondo. No es una metáfora servil. Esta correlación de objetos absurda y con un punto incómodo podría ilustrar a la perfección la contralógica que expresa su forma de entender la comedia y el público que la consume.
Los Venga Monjas no se parecen a nadie, solo a ellos mismos y al templo del humor cifrado, incómodo y desconcertante que han levantado durante una década con sketches virales, monólogos, webseries, tuits, memes y toda una batería de armas de destrucción masiva por y para Internet, en la estela de La hora chanante (sus padres espirituales), y sobre todo, al calor de compañeros de profesión como Miguel Noguera o Carlo Padial, también sacerdotes de la carcajada en tierra de nadie.
A Noguera y Venga Monjas los unen desórdenes mentales metafóricos y mucha sintonía. Plena hermandad. "Compartimos el mismo sentido del humor hasta un punto microscópico, casi telepático, y a la vez no dejamos de sorprendernos mutuamente con nuevas imbecilidades".
Navarro no es ningún desconocido, pero su radical forma de hacer arte con Xavi Daura, la personalidad arrolladora de su proyecto de comedia, les ha permitido conquistar un público propio, muy lejos del mainstream, pero con la fuerza de un obús en los rincones en los que juegan sobre seguro: las redes sociales, y especialmente Youtube, donde algunos de sus vídeos alcanzan millones de reproducciones. Es relativamente difícil nombrar los mejores sin dejarse alguno.
Sus argumentos ni siquiera pueden resumirse sin cometer alta traición y falta de sentido del humor, así que, lo mejor será, lector, que busques, escarbes y pongas las pezuñas encima de piezas como ‘Da Suisa’, ‘Coneix la teva ciutat’, ‘Pantalones de comunión’, ‘Llámame Claudia’. Acerca de su éxito, ellos mismos saben qué tecla pulsar para explicarlo. "Miramos adelante con todo el optimismo. Contra nuestra subnormalidad no existen impedimentos, este es el secreto".