A menos de una semana de Eurovisión, las apuestas sobre la posición que ocupará España en el ranking han plagado las redes sociales. Algunos creen que este será nuestro año y que Chanel, la artista que nos representará, traerá la victoria. Otros vaticinan una derrota como la de las ediciones anteriores. Lo curioso es que en ambos casos se repite un mismo fenómeno: acabamos despersonalizando a los concursantes.
Pasó con Amaia y Alfred, con Blas Cantó y con todos los participantes que a lo largo de los años han representado a nuestro país y, por desgracia, está pasando con Chanel. Se trata de una mezcla de presión y acoso masivo que campa a sus anchas en las redes sociales, pero para entenderlo necesitamos remontarnos unos cuantos años atrás.
Hace 20 años, en 2002, Rosa López representó a nuestro país en Eurovisión con la mítica canción Europe’s living a celebration. En una reciente entrevista, la artista compartió cómo le influtyeron las expectativas. “España estaba segura de que iba a ganar”, y ella sentía que no podía decepcionaros. Finalmente quedó en la séptima posición, un éxito rotundo que muchos vivieron como un fracaso, ya que repetidamente le decían que era “una mierda de puesto”.
Estas declaraciones se han popularizado a raíz de que Rigoberta Bandini, una de las candidatas a representarnos en el concurso este año, reaccionase diciendo “de la que me he librado”. Su comentario ha enfadado a muchos usuarios de Twitter que la han tachado de desagradecida, pero esconde una gran verdad: Eurovisión quita más de lo que da, al menos en España.
En los últimos años prácticamente todos los artistas que nos han representado en Eurovisión han confesado que la experiencia les provocó malestar psicológico. “Preferiría no haber ido a Eurovisión", aseguró Amaia Romero en una entrevista. No es para menos, españoles y europeos criticaron hasta la saciedad a la artista y a su compañero Alfred, que nos representaron en 2018: “no transmiten”, “no es suficiente”, “la letra es súper infantil” y un sinfín de comentarios que pueden ser o no ciertos, pero que son innecesarios cuando dos jóvenes de apenas 20 años que acaban de saltar a la fama se enfrentan a un concurso internacional. A esto se sumó el papel de los medios de comunicación tras el concurso: “España decepciona con el puesto veintitrés”, un titular que puede parecer inofensivo pero que genera en los participantes una culpabilidad tremenda.
Lo mismo ocurrió el año pasado. Blas Cantó compartió en Twitter que durante dos años seguidos ha recibido un acoso constante por haber sido elegido en Eurovisión y por no haber obtenido una mejor posición, un mensaje que justo coincidió con la polémica por la elección de Chanel para representarnos en Eurovisión 2022.
El acoso hacia Chanel comenzó cuando fue elegida ganadora para representar a Eurovisión en el Benidorm Fest, una decisión que chocó con el voto de los espectadores, que pesó menos que el voto del jurado. Todos pensaban que la victoria era o bien para Rigoberta Bandini y su tema Ay mamá o bien para el grupo Tanxugueiras y su canción Terra. No fue así y las críticas que inicialmente eran hacia el jurado, rápidamente se concentraron en Chanel.
Desde enero hasta hoy, Chanel ha recibido un odio constante a través de las redes sociales. Algunas personas simplemente criticaban la canción o bien por la letra o bien por la voz de la artista. Otras, sin embargo, lanzaron mensajes racistas e insultos muy serios. “Recibí amenazas, ataques verbales, hasta me dijeron 'voy a ir a Turín con una metralleta'. Me quité la aplicación por mi salud mental para no seguir viendo eso”, relató Chanel en una entrevista.
Poco a poco la opinión pública ha ido cambiando, quizá gracias al apoyo internacional que está recibiendo Chanel, que se postula como una de las favoritas de esta edición de Eurovisión. Es triste que solo valoremos a la artista cuando fuera de España reconocen el gancho de su canción, su coreografía y su carisma.
Ahora entra en juego la presión. Hemos pasado del odio al amor en cinco meses y las redes sociales están llenas de mensajes vaticinando la aplastante victoria de España en Eurovisión. Puede que eso ocurra, no tenemos ninguna bola de cristal para adivinar el futuro, pero, ¿qué pasará si Chanel no cumple nuestras expectativas? Sí, el apoyo ahora mismo es fundamental para darle fuerza y motivación, pero será más necesario que nunca después del concurso independientemente de si la artista queda en el primer puesto, en el décimo o en el último.
El acoso que ha sufrido Chanel durante estos meses ya no se puede borrar, pero su experiencia y la de los representantes de otras ediciones de Eurovisión nos debería hacer reflexionar. Recordemos que al escenario se sube una persona, no un robot sin sentimientos.