Seguro que alguna vez has tenido la charla, o si la cosa se puso seria, la discusión de si los hombres y las mujeres son realmente iguales o diferentes. Si pueden realizar los mismos trabajos, si pueden correr las mismas distancias o si pueden conseguir avances científicos que cambien la historia del mismo modo.
Si alguna vez has hablado sobre esto, es que, en el fondo de tu corazón, tú también piensas que hombres y mujeres no tienen las mismas capacidades. ¿Y por qué creemos esto? Resumiendo muchísimo: porque nos lo han hecho creer.
Vivimos en una sociedad machista, y las evidencias son claras. Sin embargo, esto no nos lo queremos creer. Una de las pruebas de que nuestras vidas están asentadas sobre pilares machistas es el reciente estudio publicado por la Universidad de Illinois, que lleva por título 'Los estereotipos de género sobre las capacidades intelectuales aparecen temprano e influyen en los intereses de los niños'. El título es suficientemente claro, ¿no?
El punto de partida de este estudio, dirigido por Lin Bian, Sarah-Jane Leslie y Andrei Cimpian, es la actualidad: hay menos mujeres que hombres en determinadas disciplinas académicas, que son, además, aquellas que son valoradas socialmente como las más difíciles. ¿En qué momento empiezamos los hombres y las mujeres a percibirnos como diferentes, y, por lo tanto, a desear cosas distintas para nuestro futuro?
Para estudiar esto, Bian y su equipo reunió a un grupo de 240 niños de entre cinco y siete años de edad y les hizo diferentes pruebas que consistían en imaginarse diferentes situaciones o escenarios o hablar sobre algunas fotografías.
Un ejemplo: se pedía a los niños que cerrasen los ojos e imaginasen esta escena: "hay una oficina con mucha gente trabajando, pero entre todas esas personas destaca una muy especial. Esa persona es muy, muy inteligente. Esta persona siempre es capaz de de hacer las cosas rápido y de encontrar respuestas mucho antes que ninguno de sus compañeros. Porque es muy pero que muy inteligente".
Después les enseñaban una serie de fotografías de hombres y mujeres y les pedían que señalasen la persona que cumplía con la descripción dada anteriormente. Los niños de cinco años tendían a señalar a una persona de su mismo sexo, es decir, los niños creían que los inteligentes eran los hombres y las niñas, las mujeres. Sin embargo, los niños de seis y siete años de edad tendían a elegir al hombre como el protagonista de la escena dada.
Mientras que, en ese periodo de edad (los cinco y siete años) los estudios demuestran que las chicas adelantan a los chicos en las habilidades desarrolladas en la escuela, parece que a la edad de seis años los chicos empiezan a percibirse a sí mismos como los mejores, por encima de las chicas, mientras que las chicas comienzan a evitar cierto tipo de actividades por pensar que están hechas para chicos listos.
En otro de los ejercicios del estudio se demostró que las chicas no suelen asociar los adjetivos de "brillantes" y "genios académicos" consigo mismas. A la larga, esto influye en que no haya mujeres en determinadas profesiones relacionadas con lo genial o lo brillante, como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Así que el trabajo educacional sería no solo demostrarle a las chicas que ellas también pueden ser brillantes y desarrollar ciertas carreras, sino hacerles entender a los chicos que las chicas también pueden hacerlo.
¿La principal conclusión de este estudio? Que la mayoría de niños, independientemente de si son chicos o chicas, aprenden a muy corta edad que pueden o no pueden ser brillantes académicamente, en base a un prejuicio de género, y eso afecta a las carreras que eligen para su futuro.