A finales del año pasado, un joven mallorquín conquistó a toda España por su entusiasmo por las albóndigas. En el vídeo que hizo famoso a Miquel Montoro (Sant Llorenç, Mallorca), se le veía correr hacia su cocina y, después de ver lo que tenía para comer, gritar con alegría ‘hòstia, pilotes’. Con su simpatía y transparencia se ganó el cariño de todo el mundo, pero su trayectoria en Internet había empezado mucho antes, en noviembre de 2017, cuando subió su primer vídeo a YouTube.
Más allá de su famosa frase, Montoro es un niño de 13 años que vive en una finca con cultivos y animales en Sant Llorenç, un pueblo de menos de 9.000 habitantes ubicado en el noreste de Mallorca. Ese es el paisaje de fondo de las aventuras de Miquel, que cuenta con más de 700.000 seguidores en Instagram y otros 329.000 suscriptores en YouTube. En sus redes sociales, el joven balear cuenta su vida en la fincha: desde cómo cuidar a cerdos y gallinas hasta cómo sembrar patatas o utilizar un motocultor. En el vídeo más visto de su canal, con más de 2.500.000 visualizaciones, Miquel habla de ‘ses teronjes’ (las naranjas) y sus beneficios para los catarros. En todos sus vídeos habla en mallorquín.
Cuando, a finales de enero, el youtuber fue a La Resistencia, David Broncano le aseguró que no le iban a pedir que repitiese su famosa frase sobre las albóndigas, porque para ellos “es mucho más que eso”. Lo cierto es que, aunque mucha gente le conociese por ese vídeo viral, Miquel es más que el niño de los pilotes.
Un niño que lleva por bandera la tradición y la genealogía que le preceden y al que le ilusiona compartirlo con los demás; su naturalidad y entusiasmo convierten cualquier plato en un objeto de interés sobre el que podría estar hablando horas. Antes de aparecer en la televisión nacional, Miquel ya había hecho sus pinitos en las cadenas baleares. En marzo de 2018 le entrevistaron en el canal autonómico IB3, donde el niño reconocía que “le encantan los métodos tradicionales, todo lo que se haga de manera artesanal”. Tanto que ha hecho de ello su sello personal.
En junio de 2018, Miquel contaba en La Vanguardia que es “un niño normal y corriente” al que le gusta “hacer vídeos, subirlos y que la gente aprenda de ellos”. “Así como a otros chavales les gusta jugar al fútbol, a mí me gusta el campo”, afirmaba. En la misma entrevista contaba que había sufrido acoso escolar y que, desde que era conocido, los mismos que se metían con él querían ser sus amigos: “Yo les digo que no quiero porque me hicieron mucho daño en su momento”, añadía.
Ese mismo año se abrió un perfil en Instagram, donde suma casi tres veces más seguidores que en Youtube. Allí difundió, vía story, el viral vídeo de ‘hòstia, pilotes’ y, aunque no lo tiene como destacado y ya no se puede consultar en su perfil, en otras redes sociales aún sigue circulando su carita de ilusión al ver las albóndigas al fuego. “Era una story donde se mostraba, entre otras cosas, que me habían quitado la escayola del brazo que me había roto. Mi madre me dijo que entrara en la cocina con el móvil, vi lo que estaba en el fuego y me salió esta expresión”, contaba en enero al diario balear Última Hora.
Prácticamente todos sus vídeos empiezan con un ‘uep, com va?’; detrás de las cámaras suele tener a su familia. “Mis padres son quienes me ayudan mucho y luego el domingo, con mi hermana, solemos grabar. La intención es subir a YouTube, si podemos, un vídeo a la semana”, explicaba a Última Hora. Así, vídeo a vídeo, fue como llegó a ser invitado en La Resistencia. En enero, Broncano se declaró fan de Miquel y acabó comiendo sobrasada hecha con sus propias manos; a finales de marzo, ya con el estado de alarma, hizo otra aparición telemática en el formato de Movistar+.
En boca del balear, todo suena sincero, y quizás eso explique su creciente popularidad que, según reconoció en La Resistencia, le tiene “un poquito estresado”: “La gente me conoce un poco más”, aseguraba. “Hay gente que se quiere aprovechar un poco... Yo le digo que hablen con mi representante”.
Miquel ha conseguido lo que ningún gobierno autonómico pudo hacer antes: que toda una generación de jóvenes escuchase hablar de la gastronomía y tradiciones de los pueblos mallorquines y que sintiesen la curiosidad suficiente para consumirlos y preguntar por ellos. No solo eso: Montoro se ha hecho famoso precisamente por no hablar castellano. Aunque nuestro país es rico en lenguas y dialectos, pocas veces se ha representado esa pluralidad en los medios. Con su boina y sus intuiciones, su determinación y su amor por el campo, Miquel ha llevado sus recetas y su lengua a todos los rincones de España. Nosotras no dejamos de aprender de él.