"Hoy es un día muy triste para la comunidad de Ijara y Kenia en general", expresaban los responsables de la reserva de Ishaqbini Hirola al informar de la pérdida de dos miembros de la comunidad: una jirafa hembra adulta y su cría.
El pasado martes, los trabajadores de una de las reservas de animales salvajes más importantes de Kenia informaban de que habían encontrado los cadáveres de las dos únicas jirafas blancas hembras del país. Por el estado en el que los encontraron (omitiremos los detalles), pudieron deducir que habían sido asesinadas por cazadores furtivos.
Las jirafas blancas no llegan a desarrollar los colores marrones, amarillos y crema de su especie debido a una condición genética llamada leucismo o pérdida de la pigmentación. No se trata de jirafas albinas, sino una característica a nivel genético.
El gerente de este espacio natural que vive del turismo, Mohammed Ahmednoor, ha sido el encargado de comunicarlo a la prensa y las autoridades de la zona. Ha informado que llevaban un tiempo buscando a las jirafas cuando encontraron sus cadáveres. Este hecho, ha dicho, es "un golpe a los pasos dados por la comunidad para conservar especies excepcionales y únicas, y una llamada de atención para un apoyo continuo a los esfuerzos de conservación".
La cría asesinada había nacido el pasado mes de agosto y había sido recibida con mucha alegría en el centro de conservación. Tanto la madre como la cría pertenecían a una familia formada por tres jirafas blancas, así que ahora ya solo queda un único ejemplar en el país, un macho que era hermano de la madre asesinada.
"Estas muertes suponen también la pérdida de un largo periodo de tiempo de trabajo de estudios genéticos realizados por los investigadores y un duro golpe al turismo en la región", señaló Ahmednoor.
Es una noticia tristísima y una gran pérdida. Se ha abierto una investigación para intentar localizar a los cazadores que acabaron con la vida de las dos jirafas.