La guerra entre Rusia y Ucrania no está afectando solo a los ciudadanos ucranianos, sino también a los rusos, sobre todo a aquellos que están en contra del conflicto y de la política de Putin. Este es el caso de Maria Aliójina, una de las integrantes del grupo de música punk ruso Pussy Riot, más conocida como Masha.
Las integrantes de este grupo de música se han manifestado en más de una ocasión en contra de Putin y es por eso que las autoridades rusas convirtieron el arresto domiciliario de Masha, por publicar en Instagram mensajes a favor de la liberación de presos políticos como Navalny, en tres semanas de internamiento en las denominadas colonias penales, cárceles rusas criticadas por sus malas condiciones y sus trabajos forzosos.
Masha tiene 33 años y ha contado en una entrevista a 'El País' que la "arrestaron tres días después de que comenzara la guerra con Ucrania. Estuve en un campo de trabajo otra vez". Además, ha confesado que cuando le soltaron se dio cuenta de que sus amigos o estaban en la cárcel o se habían ideo de Rusia, así que pensó que tendría que huir.
No obstante, su huida no fue en absoluto sencilla, ya que le habían quitado el pasaporte para que no pudiera escapar: "Estoy aquí gracias a la solidaridad de otros artistas que me han ayudado a escapar de Rusia. Las Pussy Riot existimos por esa solidaridad, con la que construiremos algo más fuerte que las armas”.
Masha ha contado al diario estadounidense 'The New York Times' lo dura que ha sido su huida de Rusia. Para conseguir salir del país, lo que tuvo que hacer fue disfrazarse de repartidora de comida a domicilio, rider y así tratar de no llamar la atención de las fuerzas de seguridad rusas.
Su móvil, lo dejó como señuelo para no poder ser rastreada por el Gobierno y un amigo la llevó hasta la frontera con Bielorrusia, desde donde tardó alrededor de una semana en llegar a Lituania.
Al no tener pasaporte no sabía si podría llegar muy lejos, pero consiguió cruzar varias fronteras gracias a un documento de viaje facilitado por un país del que se desconoce su identidad. Este documento le daba el mismo estatus que a cualquier ciudadana de la Unión Europea para moverse por ella sin ningún tipo de problema.
Ahora, se encuentra en Islandia, al menos ha sido desde allí como se ha puesto en contacto con el medio español. Masha no tiene miedo, al menos no parece tenerlo, y a través de sus redes sociales comparte muchos mensajes en los que manifiesta que está en contra de Putin y reivindica, por ejemplo, la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres o lucha por los derechos de las personas que pertenecen al colectivo LGTBIQ+.