Marina Yers estuvo seis meses alejada de las redes sociales, más o menos desde que comenzó la pandemia del coronavirus hasta el 1 de diciembre que subió unas historias a Instagram en las que entre lágrimas anunciaba su vuelta a internet. Tras unos meses desaparecida, sin dar ninguna explicación al respecto, la influencer de 21 años había vuelto con muchas ganas de retomar su actividad en las redes.
No obstante, en su ausencia, habían surgido teorías de todo tipo sobre cuál había sido el motivo que le había llevado a apartarse de las redes durante seis meses. Algunos de sus seguidores creyeron que sería uno de los nuevos rostros de 'La isla de las tentaciones', otros pensaron que se había muerto y también se habló de que la habían internado en un centro de desintoxicación. Sin embargo, según ella misma dijo, ninguna de estas teorías es cierta.
Es más, casi tres meses más tarde de su desaparición se ha sentido con las fuerzas suficientes para contar en un vídeo de YouTube cuál fue el motivo real por el que tuvo que estar tanto tiempo alejada del teléfono móvil y las redes sociales.
"He estado metida en un hospital psiquiátrico durante dos meses", así empieza Marina Yers a explicar en el vídeo qué fue lo que le ocurrió para acabar ingresada, cómo se sintió y cómo ha conseguido ir, poco a poco, recuperándose. Para ello, la influencer se ha retrotraído al inicio de la pandemia del coronavirus, que a ella le pilló en México grabando el videoclip de su tercera canción; que jamás pudo terminar, por lo que perdió "muchísimo dinero".
Cuando el coronavirus llegó a España ella estaba en México, muy lejos de su madre y de su hermano, no le dejaban volar hasta casa y fue entonces cuando empezó a sentirse muy sola; a pesar de que había viajado hasta allí con sus amigos y el que en ese momento era su pareja. Su madre le llamaba llorando todos los días diciéndole que estaba muy agobiada y viviendo un infierno. "Luego empezaron a salir cosas de los famosos de Hollywood sobre la pedofilia, el nuevo orden mundial, que si los iban a encerrar. La situación hizo que me volviera loca. Me dio un brote psicótico", cuenta Marina Yers en el vídeo de YouTube.
"Mi caso es que el estrés de ese momento pudo conmigo y yo empecé a meterme en todas esas ideas conspirativas, empecé a indagar un poco más, empecé a volverme loca, empecé a estar fuera de la realidad física, empecé a tener como menos contacto con la gente con la que yo estaba dentro de la casa", la influencer, además, asegura que sentía que en ese momento ni siquiera se podía expresar bien.
Ella estaba en México, además de con unos amigos, con el que en aquel momento era su pareja. No obstante, "después del brote todos dejaron de ser mis amigos, me dejaron de seguir en Instagram, no se por qué, se asustaron demasiado de que me dio un brote psicótico. De que me empecé a volver loca".
Fue de un día para otro, Marina Yers se despertó un día pensado que su novio la quería matar: "Nos habíamos ido de la casa de Acapulco a otra que él tenía en Ciudad de México a las afueras. Esa casa estaba en medio del bosque, me daba muy mala energía, muy mala sensación. Me empecé a emparanoiar con la casa. Pensé que le habían hecho brujería, pensaba que había un demonio ahí. O sea realmente lo que creo es que en ese momento se me había metido un demonio dentro o algo así", y es por eso que, según cuenta Marina Yers, un día que su pareja no estaba en la casa intentó escapar de allí.
"Salté un muro, me fui sola sin internet y sin dinero", asegura. "Yo me empecé a volver loca, me escapé de ahí y estuve 40 min andando por el pueblo con heridas en la cabeza buscando un taxi que me podría haber violado". Convenció al taxista de que le llevara al aeropuerto, a pesar de que no podía pagarlo y su exnovio se enteró. La reacción de él fue regañarle y "mi brote aumentó".
Aunque su relación "era puto increíble", "se jodió por culpa de ese brote" y Marina Yers consiguió los billetes de avión para volver a España y estar por fin junto a su hermano y su madre.
El viaje en avión no fue sencillo, aunque no da más detalles al respecto, y por fin llegó a España. "La cosa es que a mí se me veía ida, no se me reconocía. Se me caía todo el pelo, dejé de comer. No podía dormir apenas por la noche, dormía dos horas cada día y eso afectó también a mi actividad cerebral", explica Marina Yers.
Por desgracia, su problema no acabó con la vuelta a casa y por ello la llevaron al hospital, donde tuvieron que tranquilizarla entre "15 médicos". "Me dieron el alta al día siguiente sin diagnosticarme nada", no obstante sus problemas no cesaron.
"Sentía que por la noche venía un demonio o algo así, escuchaba muchos ruidos, sentía que algo me quería poseer a mí", confiesa la influencer que creía que la única solución sería ir a la Iglesia y rezar en un "lugar sagrado".
"Me tiré por un segundo piso, me tiré porque dije 'me tengo que ir a la Iglesia, pues me tiro'. Me tiré, le hice daño a mi madre porque intentó pararme, yo la empujé con un montón de fuerza, no se ni de dónde sacaba tanta fuerza, pero la empujé y salté. No me hice nada gracias a dios", cuenta la influencer. "Salté encima con una cruz, tenía una pequeña cruz como de un disfraz que tenía de monja".
"Y toda llena de sangre llegué a la Iglesia que estaba cerrada y vino la policía a por mí porque mi madre la había llamado y me llevaron a la parte de salud mental. Entonces ahí ya investigaron mucho más mi caso y me metieron a un hospital psiquiátrico", fue en ese momento cuando la ingresaron y le prohibieron estar con el teléfono móvil durante seis meses.
Ahora, tras salir del hospital y recuperarse, Marina Yers ha querido lanzar un mensaje de optimismo y visibilización a sus seguidores: "Estoy contenta por haber pasado esa situación, ese procedimiento en el que tu mente te pasa una mala pasada".
"La salud mental es super importante, no tachéis a nadie que haya tenido problemas de salud mental", pide la influencer que asegura que, aunque ahora mismo se encuentra bien, tiene "miedo por volver a sufrir esa situación". No obstante, esta experiencia le ha enseñado a no someterse a tanto estrés y "llevar una vida más tranquila".
"En el momento en el que me estaba tomando las pastillas yo decía: 'me voy a suicidar, no merece la pena vivir, porque si es vivir de esta manera de verdad que no merece la pena'". Aún así, se refugió en saber que ese tratamiento acabaría en algún momento y volvería a sentirse más ella misma.
Como ella misma ha reconocido, durante esos meses tan complicada para ella se puso a leer teorías conspiranoicas y compartió algunas de ellas con sus seguidores. También gastó alguna que otra broma por las que después tuvo que disculparse, como ocurrió con el caso de las mascarillas:
La infuencer dijo a sus seguidores, que son más de un millón y medio solo en Instagram, que lo que nos habían contado sobre el coronavirus no era cierto y nos habían lavado la cabeza. No obstante, ante la repercusión de sus palabras, publicó una serie de stories en su cuenta de Instagram en los que, primero, se retractaba de su mensaje y después animaba a la gente a cumplir las normas sanitarias.
"Ayer subí un vídeo muy provocador sobre las mascarillas. Quien me conoce sabe perfectamente que yo lo he hecho para ver cuántos de verdad respetan las reglas", comenzaba diciendo Marina. "Ese mensaje que se ha viralizado en todos los medios y es un mensaje muy peligroso", calificaba así sus propias palabras la influencer.