Los jóvenes cada vez pasamos más tiempo en las redes sociales, a través de Twitter, Instagram o TikTok compartimos con nuestros seguidores lo que queremos mostrar de nuestro día a día como, por ejemplo, cuando quedamos a cenar con nuestros amigos, nos hacemos un maquillaje espectacular o los regalos que recibimos por nuestro cumpleaños.
Somos nosotros los que elegimos lo que queremos o no enseñar de nuestra vida, también los que decidimos si nos vemos o no lo suficientemente favorecidos en una fotografía para subirla o no.
Pues bien, esto es algo que ha cambiado desde que Instagram decidió integrar filtros en sus historias. Los filtros son algo que no han pasado de moda desde que hace unos años llegasen a Instagram; es raro ver ahora un selfie o un vídeo grabado en un primer plano en el que no se haya utilizado uno de estos filtros. Parece que se nos ha olvidado cómo es nuestra cara sin llevar puesto uno de estos y cada vez vemos menos fotografías en Instagram sin editar.
Los filtros no son en sí mismo nada malo, pero pueden causarnos dismorfia corporal sin que apenas nos demos cuenta. Abusar de ellos puede hacer que dejemos de reconocernos en las fotografías en las que no los hemos utilizado.
Patri, @adasarter en Twitter, ha escrito precisamente en esta red social un hilo en el que habla y reflexiona sobre la dismorfia que algunos de estos filtros pueden llegar a causarnos si los utilizamos en exceso. Además, los filtros que nos alisan la piel o engordan los labios no tienen porqué ser estéticos.
"Los filtros que te hacen más guapa ¡¡¿llorando?!!", ha escrito la joven en su cuenta de Twitter. "¡Me parece que tiene unas implicaciones súper retorcidas. Te va a encantar el siglo XXI, decían!", añade a continuación.
Y es que efectivamente, la joven ha subido dos fotografías en las que puede verse como dos filtros que simulan que estuviera llorando no solo le añaden a su cara las lágrimas ficticias, sino que también elimina todas las "imperfecciones" de su rostro: "Hasta el filtro más tonto e inocente tiene alguna componente que te alisa la piel, agranda los ojos y los labios, como mínimo", escribe Patri en este hilo.
Patri ha asegurado que ella es "de la opinión que las cosas no son malas de por sí y que depende de su uso, pero no puede ser bueno estar constantemente bombardeadas con versiones ultrapulidas de nosotras al alcance de un swipe".
Es decir, no piensa que los filtros de Instagram sean malos para nosotros por el simple hecho de existir, pero sí que utilizarlos de manera constante puede llegar a crearnos dismorfia, sobre todo porque podemos llegar a compararnos con una versión inexistente de nosotros mismos.
"Ya no te comparas con modelos o famosas, algo a lo que puedes poner lógica y distancia (tienen más dinero, es photoshop, etc), sino con una versión mejorada de ti misma. Al instante ves lo guapa que podrías ser sin esa piel, labios, nariz... Vaya panorama", ha escrito Patri en Twitter que considera mucho más problemáticos compararnos con una "versión mejorada" de nosotros mismos que con el físico de cualquier otra persona famosa.