Cada 15 de mayo, todos los madrileños y madrileñas que no aprovechan el puente para tumbarse a la bartola en una playa, celebran la fiesta más característica de la capital. Como la mayoría de las festividades de nuestro calendario, la efeméride de San Isidro tiene un origen religioso, pues está dedicada a Isidro Merlo y Quintana, un labrador al que se le atribuyen más de 400 milagros.
Alrededor de este santo, ya en el siglo XII, se montó una gran verbena y la tradición familiar de salir a la calle merendar. Con el paso de los años, la fecha se ha convertido en la mejor oportunidad para celebrar el orgullo madrileño, vistiendo el tradicional traje de los chulapos y chulapas, bailando un chotis bien agarrao, llevando el clavel y el palillo en la boca y disfrutando de un día popular en la pradera.
Por eso, muchos madrileños se han indignado cuando han visto en Instagram la fiesta privada que organizó María Pombo en el jardín de su casa. Por muy bien customizada que estuviera, con sus farolillos, luces y sus manteles de cuadros rojiblancos, tanto ella como el resto de sus invitados, vestidos todos de chulapos, han sido duramente criticados en la red:
"San Isidro es mucho más que una fiesta de disfraces, va más allá de farolillos y es impensable vivirlo y recrearlo en ese césped; para ello se necesitan años de tradición y una bonita pradera! ¡No un simple atrezo!", "San Isidro se vive comiéndose un bocata de gallinejas en el suelo, unas rosquillas y unos minis en los conciertos, o yendo a las Vistillas, no en mi chalet de barrio rico con mis amigos ricos viviendo una vida alejada totalmente de la realidad" o "Hubiera estado genial que fuerais a la pradera y no montarais un circo en casa por el postureo", han sido algunos de los comentarios de enfado de los usuarios y seguidores de María.
Aunque la influencer, que tenía la intención de establecer la tradición de celebrarlo cada año en su casa, no se ha pronunciado sobre el tema, algunas amigas suyas han salido en su defensa, recordando que María "está embarazada de 7 meses" y que, por tanto, no iba a estar cómoda con la gente dándole "codazos" en la pradera: "¿Alguien se da cuenta de que esta embarazada de mas de 7 meses y lo de ir a Las Vistillas quizá se hace difícil? ¿Y si además tienes un niño pequeño ya es casi imposible?", han sido las palabras de Lucía Gil.