Por mucho que los medios de comunicación estén hablando de la profunda división que atraviesa el movimiento feminista, lo cierto es que, en la manifestación del 8 de Marzo, a pie de calle, no hay ruptura que valga. Pluralidad, diversidad de opiniones, distintos puntos de vista o motivos por los que luchar, eso sí. Pero, una vez que las mujeres se visten de morado, quedan con sus madres, amigas, compañeras de trabajo o de vida y agarran sus pancartas, el objetivo es el mismo: acabar con el arraigo de una educación patriarcal que, aún hoy, todavía las asfixia.
Ninguna de las mujeres con las que hablamos se presentó como una "votante de". Ninguna empezó su discurso hablando de Irene Montero, ni de Ángela Rodríguez PAM, ni de la discusión en el Congreso o las Ministras que sí acudieron a la cita. Nos dieron un golpe de realidad hablando en primera persona de malos tratos, de relaciones tóxicas, procesos judiciales, violaciones, hermandad y lucha colectiva.
Sorprendentemente, no fueron las más mayores las que confesaron haber sido maltratadas, si no chicas muy jóvenes, supuestamente criadas en un siglo en el que, según los clichés, "cada vez hay menos machismo" o "las mujeres han conseguido mucho". Vimos a una de ellas con una camiseta en la que ponía: "Me han chillado. Me han insultado. Me han pegado. Me han violado. Me han maltratado" y le preguntamos si era un lema abstracto o real. Y era muy real:
"Tuve en una relación muy tóxica y hubo un juicio de por medio. Me macharon mucho, acabé en el hospital, pero puedo decir que ya he renacido y estoy estudiando derecho", dijo. Al igual que otra de las asistentes, a la que le hubiera gustado no tener que acudir un año más a la manifestación: "Vengo porque he sido una mujer maltratada y no me di cuenta de ello hasta que estudié psicología y fui consciente de lo que me estaba pasando. Tengo que estar aquí por mí y por todas las que no pueden estar".
Esa falta de herramientas para reconocer el maltrato, es lo que hace necesario al feminismo, tanto en la educación de las mujeres como de los hombres. Por eso, en Yasss también hablamos con hombres que fueron a la manifestación solos o acompañando a las mujeres. A nivel macro, comprenden que no se puede vivir en una sociedad donde se siga asesinando, maltratando y discriminando a las mujeres. A nivel micro, intentan aportar su granito de arena al no permitir "que se hagan bromas" sobre agresiones sexuales, "no tapar situaciones injustas", por ejemplo, en el trabajo, ni reírles "la gracia" a los amigos. Puede parecer poco, pero no es ninguna tontería.