No hay nada más español que nuestro refranero y las conclusiones de la segunda edición del Benidorm Fest, en el que Blanca Paloma se erigió como representante de España en el próximo Eurovisión, se podrían resumir en algunas de las dosis de sabiduría popular que existe en nuestra geografía.

Una de ellas, la más importante, es ese refrán que dice “quien algo quiere, algo le cuesta” porque, como ya demostró Chanel el año pasado, la preselección española de Eurovisión se ha transformado en una competición de alto nivel donde ya no vale tener una buena canción, poseer esa dosis de carisma delante de la cámara o plasmar en el escenario una idea resultona. Ahora lo imprescindible es tenerlo todo y saber transmitirlo a través de la pantalla durante los tres minutos que dispones para ello.

¿Cómo se consigue esto? Pues a través de trabajo, trabajo y más trabajo. Ese que no solo termina cuando se presenta una canción o se ensaya la melodía, sino el que va hasta el final para pulir desde el vestuario hasta el último plano que va a aparecer en televisión, por lo que podríamos atribuirnos eso de “hasta el rabo, todo es toro” y no dar nada por hecho a priori.

Y si no que se lo digan a Chanel el año pasado, cuya ‘Slomo’ no se encontraba en ninguna de las quinielas previas al inicio del festival o a nuestra Blanca Paloma que, sin partir como gran favorita con ‘Eaea’, ha conseguido hacerse un hueco hasta la victoria cuidando todos y cada uno de los aspectos de su candidatura.

Puede que a la cantante de Elche le haya servido presentarse por segunda vez consecutiva a la preselección española y convertirse en la alumna aventaja del festival, pero también dicen eso de que “quién la sigue, la consigue”, ¿no?

Ahora, una vez que Blanca Paloma está en la carrera por Liverpool, no nos queda otra que soñar y hacer cábalas sobre las opciones reales que tenemos de ganar, sí, ganar, el festival de la canción en 2023. ¿Puede una nana hacerse con el micrófono de cristal? La verdad es que cosas más raras se han visto en la historia de Eurovisión y, este año, no será porque no vayamos a tirar la casa por la ventana (otra vez).

Las primeras reacciones de expertos eurofans extranjeros apuntan a que ‘Eaea’ no va a pasar desapercibida por el festival de la canción y esa es una de las principales ventajas con la que Blanca Paloma se suma a la competición. Falta por saber si esa buena primera impresión se mantiene en el tiempo y llega a culminar el 13 de mayo, algo que es probable que suceda si tenemos en cuenta los puntos fuertes de España en esta edición.

Empecemos a soñar por la parte técnica, esa que se supone que es la que prima el jurado, 50% responsable del voto que emite cada país en Eurovisión. Nadie podría discutir que Blanca Paloma no ha clavado cada una de las actuaciones que ha realizado en directo en el Benidorm Fest, tanto este año como el anterior, por lo que pocos peros se le podría poner a la ejecución de ‘Eaea’ en directo.

Aunque en este punto los miedos provocan que recordemos a Pastora Soler y su ‘Quédate conmigo’ que, pese a sonar impecable en directo, recibió alguna crítica fuera de nuestras fronteras por considerar que se gritaba demasiado. ¿Podría ocurrir esto de nuevo?

El segundo punto fuerte de la candidatura española está en el poder de las imágenes que el equipo de Blanca Paloma ha sabido construir en el escenario a través de una puesta en escena cuidada al milímetro. Desde esa garganta vibrando en la silueta con la que abre su show hasta esa mano final apagando la luz en la escena final, pasando por esa imponente jaula de flecos rojos que rinde homenaje al clásico mantón de manila.

Son imágenes que difícilmente pasan desapercibidas en la ronda de canciones y que están lanzadas para atrapar la mirada del espectador desde sus casas, ese que se traga 25 propuestas diferentes de corrido y que solo necesita una imagen potente para que tu propuesta se recuerde una vez llegada a las votaciones.

Y las imágenes que proyecta la actuación de Blanca Paloma tienen sello de ganadora, principalmente porque logran su objetivo: crear una atmósfera que ensalza aún más la canción. La presencia de Blanca Paloma en el escenario recuerda a Salvador Sobral en 2017, a Jamala en 2016, a Dima Bilan en 2008 o a Marija Šerifović en 2007. Todos ellos supieron crear una ambiente único con una propuesta poco ‘radiable’ y alejada del sonido festivalero con el que falsamente se cree que se triunfa en Eurovisión. Y todos ellos lograron la victoria para Portugal, Ucrania, Rusia y Serbia.

Pero es que, en este sueño colectivo que nos lleva a imaginar un año más una victoria española en Eurovisión, no podemos pasar por alto el terreno de juego donde se va a llevar a cabo el partido. El escenario de Liverpool ya presentado al público, y que la propia BBC esté a cargo del show, nos hace pensar que los astros se están alineando para ampliar, aún más, la potencia de la propuesta española. ¿Quién no se imagina ya cómo pueden lucir esos flecos rojos alrededor de la plataforma circular que habrá en mitad del Bank Arena? Pura fantasía.

El camino de Eurovisión no se detiene en el Benidorm Fest para continuar en mayo. Entre medio hay semanas de más trabajo y también de una campaña de promoción que en la mayoría de los casos va ligada a las ganas que una candidatura tenga de hacerse realmente con la victoria. Y aquí ya no solo cuenta la actuación, cuenta la personalidad del artista y cómo se desenvuelva en las distancias cortas.

No parece que este vaya a ser un terreno lleno de obstáculos para Blanca Paloma, que ya ha demostrado en el Benidorm Fest que tiene tablas de sobra para salir airosa de cualquier situación, ya sea hablando de su yaya Carmen o cantando por bulerías para pedirle el voto al público. No sabemos si podrá llegar a cansar en algunas semanas, pero no queda ninguna duda que va a llevar su salero a cada rincón de Europa donde se presente.

España se ha situado entre los siete primeros países en presentar oficialmente su canción para este año, algo que podría parecer que juega en su contra por perder el factor sorpresa. Pero si algo cuenta la canción de Blanca Paloma es que nadie se vaya a atrever a llevar algo que lleve el mismo ADN, por lo que estaríamos hablando de una propuesta única que logrará diferenciarse del resto y eso, para bien o para mal, siempre será un factor determinante a la hora de destacar en un formato como Eurovisión.

Llegados a este punto solo podemos estar satisfechos del camino realizado, esperar que se pulan detalles y sumarnos al refrán que ha guiado a Blanca Paloma a esta segunda candidatura, sabiendo que este sí es el camino que nos puede conseguir el ansiado triunfo eurovisivo. ¡Vamos allá, la Blanca Paloma!

Blanca Paloma también ha conquistado los corazones de -casi todos- los redactores y redactoras de la web de Mediaset. A escasos días de la final, han querido valorar su propuesta y pronosticar una posición para la valenciana. Además, también hacen un ranking entre otros países favoritos para alzarse con el micrófono de cristal. ¡No te lo pierdas!