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No todo fue lucha: la feliz infancia de Elena Huelva

Conocemos a Elena Huelva desde que tenía 16 años y los médicos le diagnosticaron una enfermedad rara y común al mismo tiempo. Rara porque es un tipo de cáncer de huesos en el que las células óseas sufren cambios de ADN; y común porque, aunque no todos los visibilizan como ella, hay muchos niños y adolescentes que los sufren día a día.

Cuando enfermó, Elena pensó que, en un año, habría vencido a la enfermedad. Sin embargo, el Ewing es un tumor muy traicionero que, si bien desapareció en un momento de su vida - cuando tocó la campana de la sanación en el hospital - después volvió con más fuerza. Tanto que, a finales de diciembre de 2022, ella misma publicaba el vídeo que nunca quiso publicar, anunciando que su sarcoma se había extendido a la tráquea, sin que hiciera falta decir "mucho más".

La radioterapia y sus imparables #ganas le permitieron pasar su última Navidad en casa, rodeada de sus padres, su perrita y su clónica hermana, Emi, a quién Manuel Carrasco llama con mucho acierto "ángel de la guarda". Con todo ese amor, Elena murió agarrada de la mano de sus familiares y así lo publicó su propio padre en una fotografía que hoy cobra un significado trascendental.

Es precisamente su padre, Manuel Huelva, mucho menos activo en las redes de lo que lo eran sus dos hijas, quien adoraba subir a las redes sus más bonitos recuerdos con mini Elena, la niña feliz y sonriente que fue siempre, con y sin sarcoma. En ellas, vemos a una pequeña de 9 años disfrutando de la infancia y la adolescencia, de su padre, de los juegos, de los viajes y, sobre todo, de su papá. Porque, si bien la sevillana se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el cáncer, no todo en su memoria es ni debe ser enfermedad.

El legado de Elena: una activismo que sigue incentivando la investigación contra el cáncer y que ha ayudado a muchas otras personas que lo padecen, como Sara Carbonero, a sentirse más comprendidos y acompañados, pasará a la historia a la par que lo único que el cáncer no pudo destruir: su eterna sonrisa. Como bien dijo su hermana Emilia, Elena ya nos "baila y nos mira desde su estrella". Y allí tendrá toda la vida y la buena salud que merecía.