La cantante Manizha abanderó el pasado año en Eurovisión la revolución rusa de la mujer al llevar al festival un tema abiertamente feminista con el que la artista pretendía denunciar los estereotipos y prejuicios que padecen las de su género en Rusia. Toda una declaración de intenciones en un país tan irreflexivo en esta cuestión. “Eres hermosa en general, pero podrías perder peso. Ya tienes más de 30 años. Hola, ¿dónde están tus hijos?”, decía la letra de la canción, en la que se combinaba el ruso con el inglés al igual que se conjugaban en un mismo trabajo estilos tan diferentes como el pop, el rap y el folk.
Manizha quedó en noveno lugar en la clasificación final, sin saber que iba a ser la última representante de Rusia en pisar el escenario de Eurovisión. Nueve meses después, Putin iniciaría la invasión del territorio ucraniano y la UER, ente organizador del concurso, echó al país del festival. Pero Manizha, que ya vivió en su momento las críticas de miembros del gobierno ruso por su canción feminista, es ahora de una de las artistas más perseguidas por su propio país al rechazar abiertamente la guerra con Ucrania.
La cantante dijo a través de sus redes sociales que la invasión era un "conflicto fraternal" que iba "en contra de la voluntad" del pueblo ruso. Tras pronunciarse así públicamente, muchos de sus conciertos de este verano se cancelaron y tanto ella como su equipo han recibido amenazas. Promotores de festivales que contaban con Manizha en su cartel se vieron obligados a dejarla fuera. "Recibimos una cantidad significativa de correos electrónicos negativos y llamadas de personas que parecen estar descontentas con el apoyo de Manizha a la paz", dijo el director del Aleksandrovskaya Fortress festival a la BBC. "Sin embargo, no vemos ninguna contradicción en la postura de Manizha, ya que la paz es un requisito previo necesario para celebrar la diversidad y el multiculturalismo, que es de lo que se trata en última instancia nuestro festival". Sin embargo, otros festivales como los de Stereoleto y el Glavclub la han retirado de su programación. No importa: incapaz de actuar en el escenario, la joven de 31 años “fue a un lugar que acoge a refugiados ucranianos”. Además. es embajadora de buena voluntad de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y también ayuda a los ucranianos a través de su fundación, Silsila.
Manizha ya ha sido incluida en una lista negra no oficial de artistas que se oponen a la invasión. La cantante, cuyo prometido es mitad ucraniano, ha hablado repetidamente de su "desesperación" por la invasión de Rusia. "No quiero nada más que paz. Niños, mujeres, soldados... están muriendo", escribió en Instagram a principios de este año. Manizha sabe muy bien lo que es vivir un conflicto bélico: ella tuvo que huir de la guerra civil en Tayikistán cuando era niña. "Cuando vives en primera persona esta situación, tu posición es muy clara: no quieres que esto le vuelva a pasar a nadie nunca más", dijo a la cadena de noticias estadounidense NPR.
Poco después de la invasión de Rusia, lanzó una canción llamada Soldier, originalmente escrita sobre la guerra en su tierra natal, que contiene el estribillo repetido: "Stop the war". La publicación de esta canción se produjo cuando el presidente Putin firmó una ley que prohibía a las figuras públicas usar las palabras "guerra" o "invasión" para describir lo que Rusia llama una "operación militar especial". La pena por incumplirla es de hasta 15 años de cárcel.
Manizha teme por su vida y por la posibilidad de ir a prisión, pero según su portavoz "le gustaría seguir trabajando y viviendo en Rusia".