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La importancia de la visibilidad de María del Monte: no hay edad para empezar a ser fiel a uno mismo

  • Manda un mensaje optimista a esas personas de edad avanzada que piensan que ya no tiene sentido vivir como les nace

  • El folclore y la música tradicional española han sido continuamente monopolizadas por el pensamiento conservador

  • Nadie está en la obligación de salir del armario ni de mostrar su intimidad

Este jueves, durante su pregón en el Orgullo LGTBIQ+ de Sevilla, la cantante y tonadillera María del Monte ponía fin a décadas de rumores dando un paso al frente y reconociéndose como “una persona más de todas las que estamos aquí”, para a continuación invitar a su pareja, Inmaculada Casal, a subir con ella a bailar al escenario.

La artista abría así las puertas del armario en el que durante mucho tiempo se ha colocado o la hemos colocado como público. “Jamás en mi vida me he escondido de nadie ni lo voy a hacer por amar”, pronunciaba orgullosa en la capital hispalense, aunque lo cierto es que hace una década Del Monte demandó a Telecinco por “insinuaciones” sobre su orientación sexoafectiva.

Su discurso esta semana, sea como fuere, abre una nueva etapa en la vida de la cantante, que ya no será uno de los más clásicos ejemplos de figuras públicas ambiguas o crípticas en cuanto a su identidad. Que María del Monte muestre públicamente la relación que mantiene desde hace 23 años con otra mujer es más importante que los baches del camino que la han llevado hasta la Alameda de Hércules, lugar de celebración del Orgullo sevillano.

En primer lugar, porque manda un mensaje optimista a esas personas de edad avanzada que, quizás, piensan que ya no tiene mucho sentido vivir como les nace. A sus 60 años, Del Monte ha demostrado que no hay edad para empezar a ser fiel a uno mismo de manera pública, para mostrar quiénes somos. En un colectivo tantas veces obsesionado con la juventud, la imagen de dos mujeres maduras compartiendo baile y reivindicación es una muestra de que nunca es tarde para celebrar nuestras vidas diversas.

También hay que considerar la proyección pública de María del Monte. El folclore y la música tradicional española han sido continuamente monopolizadas por el pensamiento conservador, que jamás ha visto con buenos ojos el avance de los derechos y la visibilidad LGTBIQ+. María del Monte es una figura familiar para nuestros padres, nuestras abuelas, nuestros tíos, nuestras vecinas. Que alguien que nos lleva acompañando con su música y sus apariciones en televisión deje de jugar al despiste con su orientación sexoafectiva es un paso más en la normalización de la diversidad, que no siempre tiene por qué ir unida a la juventud y a la vanguardia.

Las palabras de María del Monte y su relación con Inmaculada Casal ya están copando las informaciones de sociedad de periódicos, emisoras de radio, televisión e internet. Programas y espacios donde quizás las informaciones sobre el Orgullo no ocuparían demasiado espacio están haciendo hueco para mostrar la salida del armario de la tonadillera. Y estar presente esos medios con un mensaje positivo vale su peso en oro.

Pero más allá de la repercusión, de los titulares o de los minutos en televisión, lo más importante de esta noticia es que dos mujeres van a poder disfrutar de su relación y de su vida de manera libre. La felicidad de María del Monte botando en el escenario del Orgullo ondeando un mantón customizado con la bandera arcoiris (diseño de Patricia Palmero) vale más que todos los análisis que hagamos desde fuera sobre ese momento.

Porque, aunque nos beneficie a todes, nadie está en la obligación de salir del armario ni de mostrar su intimidad. Reconocerse LGTBIQ+ en una sociedad donde se sigue matando y maltratando por la orientación sexual de las personas, donde los prejuicios siguen a la orden del día y donde tantas veces hay que hacer de tripas corazón para obtener las mismas oportunidades, requiere una valentía y una tranquilidad que muchas personas nunca alcanzan.

Por eso, independientemente del trayecto personal y público que la ha traído hasta aquí, solo podemos celebrar que desde ayer hayamos sumado a nuestra lucha a una artista querida, a alguien que puede ser un ejemplo para tantas personas, a una mujer que ha decidido que no se esconde más. Bienvenida, María, te cogeremos siempre de la mano.

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